Hablando
de la humildad a los misioneros, San Vicente recuerda las palabras de Jesús y
les exhorta a asumir las exigencias del seguimiento, buscando en ello hacer la
voluntad de Dios:
“Es duro este lenguaje”.
Ciertamente, esto es muy duro; pero, cuando se dice que se trata de hacer todo
esto por amor de Dios y que Dios ha ligado grandes ventajas a la práctica de la
humildad, como por ejemplo, que los últimos serán los primeros y los que se
hagan pequeños serán los más grandes, y que los que se humillan serán
exaltados, todo esto tiene que animarnos en la adquisición de esta virtud.
Por tanto, yo quiero abrazarme con ella, con la gracia de Dios,
puesto que él así lo quiere. Haremos algo muy agradable a sus ojos si nos
decidimos todos a practicarla, no ya por algún tiempo, sino para siempre,
renovando frecuentemente nuestra intención, que es la de honrar a Dios,
glorificarle, darle gusto y amarlo.
No hay nada tan importante como la voluntad de Dios, nada más
emocionante que el pensamiento de su bondad y de sus deseos, nada que nos dé
tantas fuerzas como decir:
Fuente: Lectio Divina Vicentina
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