sábado, 4 de agosto de 2012

El pan del cielo.



24  Como Jesús no aparecía ni tampoco sus discípulos, esa
      gente subió a los barcos y fueron a Cafarnaún en busca de
      Jesús.
25  Al encontrarlo al otro lado, le preguntaron: “Maestro, ¿cómo
      llegaste acá?
26  Jesús les contestó: “En realidad, ustedes no me buscan  
      por los signos que han visto, sino por el pan que comieron 
      hasta saciarse.
27  Afánense, no por la comida de un día, sino por otra comida
      que permanece y da vida eterna: es la que les dará el Hijo
      del Hombre. Este es al que el Padre Dios señaló con su
      propio sello.        
28  También le preguntaron: “¿Qué tenemos que hacer, y 
      cuáles son las obras que Dios nos encomienda?”
29  Jesús respondió: “La obra que Dios les pide es creer al
      Enviado de Dios.”
30  Entonces le dijeron: “¿Dónde está el signo milagroso para 
      que al ver lo que haces te creamos? ¿Qué puedes hacer?
31  Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto,
      según dice la Escritura: “se les dio de comer pan del cielo.”
32  Jesús contestó: “En realidad, no fue Moisés quien les dio 
       pan del cielo. Mi Padre es el que les da el verdadero pan 
       del cielo.
33  El pan que Dios da es éste que ha bajado del cielo y que 
      da vida al mundo.”
34  Ellos dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan.”
35  Jesús les dijo: “Yo Soy el Pan de Vida. El que viene a mí
      nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed.”

Evangelio: ( Juan 6, vs 24-35 )

Oración:

Nuestros padres tomaron el maná en el desierto
pero nosotros te confesamos a ti, Oh Cristo,
como el verdadero pan que baja del cielo.
Te confesamos y te elegimos sólo a ti,
como alimento verdadero,
capaz de saciar a fondo
nuestra hambre infinita de Dios.
Ten compasión de nosotros,
que nos acercamos a tu misterio:
y renuévanos según tu imagen,
Oh Cristo, hombre nuevo,
y en la justicia y en la santidad.
Y al recibirte en la Eucaristía
que nuestro corazón  desborde
de aquel fruto,
de aquel bien que acá nos regalas:
el Amor que nos acerca a todos
y nos hace hermanos de todos
en la comunión de tu cuerpo y sangre.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

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