lunes, 31 de diciembre de 2012

La palabra de Dios se hizo hombre.




1   En el principio era El Verbo
     y El Verbo estaba frente a Dios
     y El Verbo era Dios.
2   El Verbo estaba en el principio frente a Dios.
3   Todo se hizo por El
     y sin El no existe nada de lo que se ha hecho.
4   En El había vida
     y la vida es la luz de los hombres.
5   La luz brilla en medio de las tinieblas
     pero las tinieblas no pueden hacer presa de la luz.
6   Vino un hombre, de parte de Dios;
     éste se llamaba Juan.
7   Vino para dar testimonio,
     para declarar a favor de la luz,
8   para que todos creyeran por medio de él.
     No era él la Luz,
     sino que venía para presentar al que es la Luz.
9   Porque la luz, la luz verdadera
     que ilumina a todo hombre,
     estaba para entrar a este mundo.
10 En realidad, ya estaba en el mundo,
     pues el mundo fue hecho por medio de El,
     este mundo que no lo conocía.
11 Vino a su propia casa,
     y los suyos no lo recibieron.
12 Pero a todos los que lo han recibido
     y que creen en su nombre,
     les ha concedido que fueran hijos de Dios.
13 Pues al hombre le nacen hijos de su misma sangre,
     o bien tiene hijos adoptivos;
     éstos en cambio han nacido de Dios.
14 Y El Verbo se hizo carne,
     y habitó entre nosotros;
     y nosotros hemos visto su gloria,
     la que corresponde al Hijo Único del Padre:
     en El todo era Amor y Fidelidad.
15 Juan dio testimonio de El, declarando:
     “Este es aquel de quien yo les decía:
     El viene después de mí
     pero ya está delante de mí,
     porque existía antes que yo.”
16 En El estaba toda la plenitud de Dios
     y todos recibimos de El
     en una sucesión de gracias sin número.
17 Ya Dios nos había dado la Ley por medio de Moisés,
     pero el Amor y la Fidelidad llegaron por Cristo Jesús.
18 A Dios, nadie lo ha visto jamás,
     pero Dios, Hijo único, comparte la intimidad del padre:
     éste nos lo dio a conocer.
Evangelio: (Juan 1, vs 1-18)

 Acción de Gracias:
¡Oh Señor, nuestro Dios,
qué glorioso tu nombre por la tierra!
Tu gloria por encima de los cielos
es cantada por labios infantiles.
Tú opones tu castillo al agresor
para vencer a contrarios y rebeldes.
Al ver tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que fijaste,
¿quién es el hombre, que te acuerdas de él,
el hijo de Adán, para que de él cuides?
Apenas inferior a un dios lo hiciste,
coronándolo de gloria y grandeza;
le entregaste las obras de tus manos,
bajo sus pies has puesto cuanto existe.
Ovejas y bueyes todos juntos
cómo también las fieras salvajes,
aves del cielo y peces del mar
que andan por las sendas de los mares.
¡Oh Señor, nuestro Dios,
qué glorioso tu nombre por la tierra!

Salmo 9

domingo, 30 de diciembre de 2012

La Sagrada Familia.




Queridos amigos:

Desde la noche del 24, la Iglesia y los cristianos venimos centrando nuestra mirada y atención en el Niño Dios, recién nacido. Hoy la Iglesia nos pide mirar también a María y José y contemplar en conjunto la Sagrada Familia. Contemplarla tal como nos la propone el evangelio de hoy (Lc 2, 41-52), es decir, transcurridos ya doce años y con algunos apuros y malentendidos. No son graves, pero nos muestran que la familia de Jesús, María y José, es tan humana y necesitada como la tuya o la mía. Es sagrada ciertamente y ejémplo para las nuestras, pero con sus debilidades y necesidades (alimentación, vestido, trabajo, impuestos, etc.), que nadie sino ellos los van a resolver.
Es esta faceta humana y frágil de la Sagrada Familia lo que la iglesia quiere veamos al proponérnosla. Ciertamente por la santidad de sus miembros es modelo para nuestras familias, pero lo es también por su manera de tratar y resolver los problemas. Si pese a todo, ellos pudieron llegar a ser una Familia Sagrada, ¿por qué nosotros no? Hay que ponerle voluntad y empeño. Y darle gracias a Dios, porque instituyó la familia, basada en el matrimonio de un hombre con una mujer, para ser como el seno y el hábitat naturales de la vida del hombre. Él mismo, cuando decidió hacerse hombre, lo hizo en el seno de una familia.
Se impone:
 -orar por la Familia (empezando por la nuestra), para que sea siempre lo que Dios quiso que sea. Siempre en guardia ante los males de toda clase que la acechan.
 -poner de relieve sus bondades como “formadora de personas, educadora de la Fe y promotora del bien social”, amén de ser santuario de la vida, iglesia doméstica y escuela de vida social.
  renovar compromisos y estrechar lazos de unión en el amor, buscando la felicidad de todos sus miembros.
-reforzar la Pastoral Familiar, empezando por la de nuestra parroquia, cuyo Equipo espera que otros matrimonios se le unan.
Digamos un par de cosas sobre el fundamento y la razón de ser así de nuestras familias, para que no se crea que se originaron por costumbres sociales o por imposiciones religiosas. Digamos 1º que el fundamento de la familia (lo que la legitima a existir) es, ante todo, la conservación de la especie humana. Digamos 2º que el instinto de conservación de la especia humana es anterior, por milenios, a cualquier ley positiva natural (leyes humanas) o religiosa (religiones). Si no hay familia no hay garantía de supervivencia de ninguna especie animal.
Para los cristianos, Dios que es familia (diversidad en la unidad) hizo todas las cosas poniendo su impronta en las mismas. No hay dos cosas iguales, pero todas confluyen a la unidad. Esta ley de la diversidad en la unidad y viceversa, la pensó sobre todo para la unión del hombre y la mujer: serán dos en una misma carne, dijo (Gen 2,24) De este modo convirtió al matrimonio y la familia en icono vivo suyo, que es Dios Unitrino. Es decir, como Dios es uno en tres personas, así la familia es uno en dos, luego en 3, 4, etc. personas, según el número de los hijos.

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM

Jesús es presentado en el Templo.




22
Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
23
como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor
24
y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones , conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
25
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
26
Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
27
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,
28
le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
30
porque han visto mis ojos tu salvación,
31
la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32
luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
33
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -
35
¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
36
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido,
37
y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
38
Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
39
Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40
El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

Evangelio: (Lucas 2, vs 22-40)

Oración:
Señor, Dios nuestro,
tú nos has elegido
para ser tus santos y tus predilectos.
Revístenos de sentimientos
de misericordia,
de bondad, de humildad,
de dulzura, de paciencia.
Ayúdanos a comprendernos mutuamente
cuando tenemos algún motivo de queja
lo mismo que tú Señor,
nos has perdonado.
Sobre todo, danos esa caridad,
que es vínculo de perfección.
Que la paz de Cristo
brille en nuestros corazones.
Esa paz que debe reinar
en la unidad de tu cuerpo místico.
Que todo cuanto hagamos
en palabras o en obras
sea en nombre del Señor Jesús
por quien sean dadas las gracias
a ti Dios Padre y Señor Nuestro.
Amén.

Fuente: Aciprensa

lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad 2012.





De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas las cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia la alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado.
Amén.

Fuente: Tomado desde “Himnos de Liturgia de las Horas”

sábado, 22 de diciembre de 2012

IV Domingo de Adviento.




Queridos amigos:

En la víspera de la Nochebuena, el evangelio (Lc 1, 39-45) nos presenta la Fe como la puerta para entrar en la Navidad. La Fe, de la que además se nos dice que es una bienaventuranza y que es caridad y misión. Ante todo, el relato nos presenta a María e Isabel dialogando sobre la Fe… Sólo están las dos y cada una con su niño en su seno. No deja de ser asombroso y significativo que, en el umbral de la nueva historia del mundo, que va a iniciarse en la Navidad, haya sólo dos mujeres gestantes. ¡Misterios del Proyecto de Dios!, que, por hoy, prefiero sólo señalar y admirar, sin comentar.
Bienaventurado tú que crees, porque lo que te ha dicho el Señor se realizará. Estas palabras que Isabel le dice a María, valen también para ti (y para mí y para todos los creyentes). Son, por otra parte, un ejemplo de cómo Dios se revela y premia a los humildes y sencillos, simplemente porque le agrada la Fe que le tienen (Lc 12, 21-22). En el caso del evangelio mencionado, el Padre Dios nos revela el Misterio de la Encarnación de su Hijo en María, por obra del Espíritu Santo. Lo que implica algo muy importante y que nos atañe muy de cerca, a saber, que, de alguna manera, el Hijo de Dios se ha encarnado en la raza humana -de la que María forma parte-, y en ti y en mí, que somos también parte de esa raza y seres humanos. ¡Reconozcamos nuestra dignidad!
Como dije antes, a Dios no sólo le agrada la Fe que le tenemos sino que también la premia. La Fe de María es un SÍ (Fiat) absoluto, valiente y gozoso a Dios Trinidad, y el premio a esa Fe, premio singular y maravilloso, consistirá en que el Padre Dios la elige para ser la Madre de su Hijo Jesús; el premio a la Fe de Isabel, también firme y gozosa, consistirá en que Dios la elige para ser la madre de un hijo que será… “el Precursor” del Mesías Jesucristo; finalmente, el premio a nuestra Fe será el de poder llamarnos y ser hijos de Dios (Jn 1,12), si con Fe firme, coherente, productiva y gozosa, nos abrimos a Jesús y lo recibimos de todo corazón, de modo que encuentre en él un lugar mejor que el encontró en Belén.
La Visita de María a Isabel para ayudarla (Lc 1, 39-40) ejemplariza dos elementos que no pueden faltar en la Fe: la caridad y la misión. Son dos dimensión esenciales de la Fe, que el Papa Benedicto XVI recoge y explaya en su Carta Apostólica Porta fidei (nn. 7, 12, 14). Ante todo, la Fe sin obras es muerta (St 2, 14-18). “La Fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin Fe sería puro sentimentalismo siempre a merced de la duda”, dice el Papa (PF 14). Es por ello que “María Fe” va presurosa (misión) a ayudar a Isabel (caridad) en cuanto se entera de que su pariente va a dar a luz. Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar: “el amor de Cristo nos apremia”, enseña San Pablo (2 Cor 5, 14).

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM

Bendita eres entre todas las mujeres.




39  Por esos días, María partió apresuradamente a una ciudad
      ubicada en los cerros de Judá.
40  Entró a la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41  Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel
      se llenó del Espíritu Santo
42  ‘y exclamó en alta voz: “Bendita eres entre todas las mujeres
      y bendito es el fruto de tu vientre.
43  ¿Cómo he merecido yo que venga  a mí la madre de mi
      Señor?
44  Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en
      mis entrañas.
45  ¡Dichosa por haber creído que de cualquier manera se
      cumplirán las promesas del Señor!”
Evangelio: (Lucas 1, vs 39-45)

Oración:
Ruega por nosotros,
Madre de la Iglesia.
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.

Madre de los hombres,
de la mar estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.

Eres, Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la Reina.
Alza nuestros ojos,
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.
Amén.

Fuente: Beato Juan Pablo II

viernes, 21 de diciembre de 2012

Dios actúa con la fuerza de la verdad y el amor.



El Papa Benedicto XVI, en su última Catequesis de este año, junto a los fieles y peregrinos reunidos este Miércoles en el Aula Pablo VI reflexionó sobre la Fe de María ante el misterio de la Anunciación, y señaló que “la omnipotencia de Dios, también en nuestras vidas, actúa con la fuerza, a menudo silenciosa de la verdad y el amor”.
“La solemnidad de la Natividad del Señor, que pronto celebraremos, nos invita a vivir esta misma humildad y obediencia de la Fe. La gloria de Dios no se manifiesta en el triunfo y el poder de un rey, no brilla en una famosa ciudad, sino que ‘vive en el seno de una virgen, y se revela en la pobreza de un niño’. La Fe nos dice entonces, que el poder inerme de ese Niño, al final vence el estruendo de las potencias del mundo.
El saludo del ángel a María en la Anunciación, con las palabras ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’, es una invitación a la alegría, anuncia el fin de la tristeza que hay en el mundo frente al límite de la vida, el sufrimiento. Es un saludo que marca el comienzo del Evangelio, de la Buena Nueva.
En María se cumple la esperanza de la llegada definitiva de Dios, en ella toma morada el Dios vivo. La expresión ‘llena de gracia’, dicha por el ángel, aclara la fuente de la alegría de María, que “procede de la comunión con Dios (...) del ser morada del Espíritu Santo”. María es la criatura que ha abierto de par en par las puertas a su Creador, se ha puesto en sus manos sin límites y vive atenta a reconocer los signos de Dios en el camino de su pueblo.
María, se inserta en una historia de Fe y esperanza en las promesas de Dios, que constituye el tejido de su existencia. Como Abraham, María se fía plenamente de la palabra que le anuncia el mensajero divino y se convierte en modelo y madre de todos los creyentes.
Aquel que, como María, está abierto totalmente a Dios, llega a aceptar su voluntad aunque sea misteriosa, aunque a menudo no corresponda con nuestros deseos. Lo mismo sucede con María; su Fe vive la alegría de la Anunciación, pero también pasa a través de la oscuridad de la crucifixión del Hijo, hasta llegar a la luz de la Resurrección.
No es diferente para nosotros el camino de Fe. Encontramos momentos de luz, pero también pasajes en los que Dios parece ausente, su silencio pesa en nuestros corazones y su voluntad no se corresponde con la nuestra. Pero cuanto más nos abrimos a Dios, más Él nos hace capaces, con su presencia, de vivir cada situación de la vida en paz y seguros de su lealtad y su amor. Esto significa salir de nosotros mismos y de nuestros proyectos, para que la Palabra de Dios sea la lámpara que guíe nuestros pensamientos y nuestras acciones.
María, desde la pérdida de Jesús en el Templo, debe renovar la Fe profunda con la que dijo ‘sí’ en la Anunciación y debe saber dejar libre a ese Hijo que ha engendrado para que siga su misión.
El ‘sí’ de María a la voluntad de Dios, la obediencia de la Fe, se repite a lo largo de su vida, hasta el momento más difícil, el de la Cruz.
Hay una actitud de fondo que María asume frente a lo que sucede en su vida. Se afirma que ‘guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón’. Se podría decir que María colocaba cada elemento, cada palabra, cada acontecimiento, dentro de un conjunto y lo examinaba, lo conservaba, reconociendo que todo viene de la voluntad de Dios.
María no se detiene en una primera comprensión superficial de lo que está sucediendo en su vida, sino que sabe mirar en profundidad, se siente interpelada por los acontecimientos, los elabora, los discierne, y conquista la comprensión que puede asegurar solamente la Fe.
El Papa Benedicto XVI subrayó que “es la humildad profunda de la Fe obediente de María, que acoge en sí también lo que no comprende de la actuación de Dios, dejando que sea Él quien abra su mente y su corazón”.


Vaticano, 19/Dic./2012
Fuente: Extractado ACI/EWTN Noticias

martes, 18 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!




                                             Santiago, 18/Diciembre/2012.



Queridos Animadores de Salud:

   Estamos en Vísperas de esta celebración de Navidad, donde Jesús nos regala su amor y nos regala su vida.

   Que seamos capaces de vivir este espíritu de la Navidad preparándonos para recibirlo a Él con un corazón limpio, dispuesto, alegre y generoso.

   Estos días nos invitan a centrarnos en la sencillez y en la humildad de Jesús, para así poder llegar también a aquellos que se encuentran a la espera de nuestra ayuda.

   Que la próxima llegada de Jesús sea recibida por cada uno de nosotros, y nos motive a realizar cada vez mejores acciones en favor de los más necesitados y humildes.

   Un saludo cordial para todos ustedes y sus familias.

   ¡Feliz Navidad!


Sor Francisca Martínez G.
Hija de la Caridad

sábado, 15 de diciembre de 2012

III Domingo de Adviento.




Queridos amigos:
Una vez más la Iglesia nos propone a Juan el Bautista como modelo de lo que tenemos que hacer en Adviento. Lo que él hizo nos lo cuenta el evangelio de hoy (Lc 3, 10-18), que lo resume diciendo: exhortaba al pueblo y le anunciaba el evangelio. Al pueblo le exhortaba a ser caritativo, justo y no violento. Y, ante su sospecha de que Juan pudiera ser el Mesías, le decía que él no era el Prometido, que el Mesías vendría con un bautismo de fuego por el Espíritu Santo, mientras que su bautismo era sólo de agua, como un rito para prepararle y reclutarle seguidores para cuando apareciese.
Juan pone de relieve la necesidad de vivir y practicar la caridad, la justicia y la paz.
Qué debemos hacer le preguntan, y la respuesta es certera y honda. Compartan, dice, compartan comida, vestidos, lo que tengan. Y ayuden a los demás. Es sin duda lo que haremos en Navidad, pero es también lo que debemos hacer siempre, especialmente en este tiempo de Adviento. Hoy la caridad se llama compartir. En relación con la justicia y la paz, Juan ve, como nosotros, la estrecha relación que hay entre estas dos virtudes. No puede haber paz sin justicia. Y viceversa.
La enseñanza tan actual de Juan sobre las virtudes, desemboca en la aclaración sobre el bautismo que realiza y que él llama de conversión. Su bautismo de conversión mediante el signo agua, no sólo es esencialmente distinto del bautismo que hará el Mesías sino también infinitamente inferior en valor y eficacia. No obstante, Jesús pedirá ser bautizado por Juan -y lo será- con agua del Jordán, pero no porque tenga que convertirse de algo. Lo hará por solidaridad con Juan. Por su parte, el Padre Dios y el Espíritu Santo premiarán el gesto de solidaridad y de humildad de Jesús, manifestándose y manifestando quién realmente es él, en lo que llamamos la epifanía del Jordán; Tú eres mi Hijo… (Lc 3, 21-22).
Lo dicho debe llevarnos a revalorizar nuestro bautismo, que es lo más grande que nos ha ocurrido en la vida. Debe llevarnos también a reavivarlo en nosotros, como la mejor manera de hacer algo en el Adviento y de prepararnos para la Venida del Señor. Les invito a repetirse cada día: ¡Soy un bautizado y debo actuar como tal! Les invito también a celebrar cada año su cumplebautismo como celebran su cumpleaños. Lo que a lo mejor les obliga a tener que averiguar y memorizar la fecha en que fueron bautizados. Sería una muy buena tarea suya y de los suyos en este Adviento.

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM

Él los bautizará con el Espíritu Santo.




10  En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: “¿Qué
      debemos hacer ?”
11  El les contestaba: “El que tenga dos capas dé una al que no
      tiene y quien tenga que comer haga lo mismo.”
12  Vinieron también los cobradores de impuestos para que los
      bautizara. Le dijeron: “Maestro, ¿Qué tenemos que hacer?”
13  Respondió Juan: “No cobren más de lo debido.”
14  A su vez unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué
      debemos hacer?” Les contestó: “No abusen de la gente, no
      hagan denuncias falsas y conténtense con lo que les pagan.”
15  El pueblo estaba en la duda y todos se preguntaban
      interiormente si Juan no sería el Cristo.
16  Por lo que Juan hizo a todos esta declaración: “Yo bautizo
      con agua, pero pronto va a venir el que es más poderoso que
      yo, al que no soy digno de soltarle los cordones de un zapato;
      él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
17  Tiene en la mano la pala para limpiar el trigo en su era y
      recogerlo después en su granero. Pero la paja, la quemará
      en el fuego que no se apaga.”
18  Y con muchas otras palabras anunció la Buena Nueva al
      pueblo.

Evangelio: (Lucas 3, vs 10-18)

Oración:
Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor;
ser paciente, comprensivo,
humilde, suave y bueno.
Ver detrás de las apariencias a tus hijos,
como los ves Tú mismo,
para, así, poder apreciar
la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración,
guarda mi lengua de toda maledicencia,
que solo los pensamientos que bendigan
permanezcan en mí.
Quiero ser tan bien intencionado y justo
que todos los que se acerquen a mí,
sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad, Señor,
y haz que durante este día,
yo te refleje.
Amén.

Fuente: Oración de la mañana
Autor: P. Ignacio Larrañaga