sábado, 8 de septiembre de 2012

Curación de un sordomudo.




31  Saliendo de la región de Tiro, Jesús pasó por Sidón y volvió
      al lago de Galilea, en pleno territorio de Decápolis.
32  Allí le presentaron un sordo que hablaba con dificultad y le
      pidieron que le impusiera la mano.
33  Jesús lo apartó de la gente, le metió los dedos en los oídos
      y con su saliva le tocó la lengua.
34  Después, mirando al cielo, suspiró y dijo: “Effetá”, que quiere
      decir: “Abrete.
35  En seguida se le destaparon los oídos, desapareció el defecto
      de la lengua y el hombre comenzó a hablar correctamente.
36  Jesús les mandó que no lo dijeran a nadie, pero mientras más
      insistía más lo publicaban.
37  El entusiasmo de la gente era increíble, y decían: “Todo lo ha
      hecho bien; los sordos oyen y los mudos hablan.”

Evangelio: (Marcos 7, vs 31-37)


Oración:

Tú, Señor, eres el más bueno,
el más justo y compasivo…
Tú has sido bueno con nosotros,
has arrancado nuestros ojos de las lágrimas,
has apartado nuestra vida de la muerte.
¡Padre de la vida, que nos sanas en tu Cristo!
Permítenos imitar tu amor
el que nos has mostrado en Jesús:
por sus manos cura aún
aquella ceguera que distingue entre personas,
aquella incapacidad de confesar a Cristo
presente en los hermanos…
Y continúa haciéndonos el bien,
y aumentando en nosotros el gozo
de ser tu presencia misericordiosa
para todo pobre que sufre.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

No hay comentarios: