sábado, 29 de septiembre de 2012

Nadie tiene la exclusiva de Jesús.




La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: "no es de los nuestros".
Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?
Sus primeras palabras son rotundas: "No se lo impidáis". El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.
Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.
No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro".
En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de descalificar.
Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.

Fuente: José Antonio Pagola



Si tu ojo es ocasión de pecado.




38
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.»
39
Pero Jesús dijo: “No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.
40
Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.
41
Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.
42
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
43
Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
45
Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
47
Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado al infierno,
48
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Evangelio: (Marcos 9, vs 38-43,45,47-48)

Oración:

Señor Jesús,
Tú que nos invitas a dar testimonio de ti,
evitando todo aquello que
pueda escandalizar o perjudicar
a los que nos rodean,
te pedimos que nos ayudes a comprender
toda la dimensión del ser cristiano
y de seguirte,
para que dando testimonio de ti,
evitemos todo aquello
que nos separa o aleja de ti;
concédenos Señor, la gracia
de purificar nuestras intenciones
y nuestras actitudes,
para que en todo momento
busquemos identificarnos contigo,
siendo presencia viva de tu amor y tu bondad.
Que así sea.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

Carta Apostólica PORTA FIDEI. (7)




En forma de Motu Proprio
Del Sumo Pontífice
BENEDICTO XVI
Con la que se convoca el Año de la Fe.

13. A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra Fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone de relieve la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro de todos.
Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa nuestra Fe» (Hb 12, 2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de Fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.
Por la Fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él (cf. Lc 1, 46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cf. Lc 2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13-15). Con la misma Fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cf. Jn 19, 25-27). Con Fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14; 2, 1-4).
Por la Fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro (cf. Mt 10, 28). Creyeron en las palabras con las que anunciaba el Reino de Dios, que está presente y se realiza en su persona (cf. Lc 11, 20). Vivieron en comunión de vida con Jesús, que los instruía con sus enseñanzas, dejándoles una nueva regla de vida por la que serían reconocidos como sus discípulos después de su muerte (cf. Jn 13, 34-35). Por la Fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16, 15) y, sin temor alguno, anunciaron a todos la alegría de la resurrección, de la que fueron testigos fieles.
Por la Fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes para atender las necesidades de los hermanos (cf. Hch 2, 42-47).
Por la Fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había trasformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores.
Por la Fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo para vivir en la sencillez evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad, signos concretos de la espera del Señor que no tarda en llegar. Por la Fe, muchos cristianos han promovido acciones en favor de la justicia, para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos (cf. Lc 4, 18-19).
Por la Fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf. Ap 7, 9; 13, 8), han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban.
También nosotros vivimos por la Fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia.

Nota: Publicación original y completa de escrito 13  de un total de 15.  Posteriormente se publicarán  escritos 14 y 15 finales.
Fuente:  www.vatican.va

Abrir y dirigir el corazón a Dios al rezar.



El Papa Benedicto XVI hizo hoy un especial llamado a los católicos a tener una disposición fundamental: dirigir el corazón y abrirlo dócilmente a Dios para rezar en la liturgia de la Iglesia.
En su habitual Catequesis de la Audiencia General celebrada esta mañana ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, el Papa reflexionó sobre la oración en la liturgia, un espacio ‘precioso’ que es:
"Un ámbito privilegiado en el que Dios nos habla a cada uno de nosotros, aquí y ahora, y espera nuestra respuesta".
Tras recordar que liturgia significa originalmente "servicio de parte de y en favor del pueblo", el Papa resaltó el momento en el que el celebrante, durante la Misa, anima a levantar el corazón (Sursum corda) "fuera de la maraña de nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestras angustias, de nuestra distracción".
"Nuestro corazón, la parte íntima de nosotros mismos, debe abrirse dócilmente a la Palabra de Dios, y recogerse en la oración de la Iglesia, para recibir su orientación hacia Dios de las palabras mismas que escucha y dice. La mirada del corazón debe dirigirse al Señor, que se encuentra entre nosotros: es una disposición fundamental".
"Cuando vivimos la liturgia con esta actitud fundamental, nuestro corazón viene sustraído como por la fuerza de la gravedad, que lo atrae hacia abajo, y sube interiormente hacia arriba, hacia la verdad y el amor, a Dios".
"Cómo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, ‘la misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la Liturgia sacramental de la Iglesia anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, continúa en el corazón que ora. Los Padres de la vida espiritual a veces comparan el corazón a un altar’. Dice el Catecismo: altare Dei est cor nostrum".
En el significado de la liturgia "servicio en favor del pueblo" se hace referencia a "un pueblo que no existe por sí mismo, sino que se ha formado gracias al Misterio Pascual de Jesucristo. De hecho, el Pueblo de Dios no existe por lazos de sangre, de territorio o de nación, sino que nace por obra del Hijo de Dios y de la comunión con el Padre que Él nos obtiene".
 Recordó la aprobación en el Concilio Vaticano II, el 4 de Diciembre de 1963, del documento Sacrosanctum Concilium, sobre la liturgia, con lo que se puso de manifiesto "muy claramente la primacía de Dios y su prioridad absoluta. En primer lugar, Dios: esto es lo que nos dice precisamente la opción conciliar de empezar por la liturgia".
"Donde la mirada hacia Dios no es determinante, todo lo demás pierde su orientación. El criterio fundamental para la liturgia es su orientación hacia Dios, para que podamos participar de su obra".
"Pero podemos preguntarnos: ¿qué es esta obra de Dios a la que estamos llamados a participar? La respuesta que nos da la Constitución conciliar sobre la sagrada liturgia es aparentemente doble. En el número 5 nos dice, en efecto, que la obra de Dios son sus acciones históricas que nos traen la salvación, que culminan en la muerte y resurrección de Jesucristo; pero en el número 7, la misma Constitución define la celebración de la liturgia como ‘obra de Cristo’. Los dos significados están inseparablemente unidos. Si nos preguntamos quién salva al mundo y al hombre, la única respuesta es: Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, crucificado y resucitado".
"¿Y dónde está presente hoy para nosotros, para mí, el Misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, que trae la salvación? La respuesta es: en la acción de Cristo, a través de la Iglesia, en la liturgia, sobre todo en el Sacramento de la Eucaristía, que hace presente la ofrenda sacrificial del Hijo de Dios, quien nos ha redimido; en el Sacramento de la Reconciliación, en donde se pasa de la muerte del pecado a la vida nueva; y en los otros actos sacramentales que nos santifican. El Misterio Pascual de la Muerte y Resurrección de Cristo es el centro de la teología litúrgica del Concilio".
"Demos un paso más y preguntémonos: ¿cómo podemos hacer posible ésta actualización del Misterio Pascual de Cristo? El beato Papa Juan Pablo II, 25 años después de la Constitución Sacrosanctum Concilium, escribió: ‘para actualizar su Misterio Pascual, Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos. La Liturgia es, en consecuencia, el lugar privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con Aquel a quien Él envió, Jesucristo’".
Como recuerda la Sacrosanctum Concilium, "para garantizar la plena eficacia de la celebración ‘es necesario que los fieles se acerquen a la liturgia con una disposición de ánimo correcto, pongan su propia alma en consonancia con su propia voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla en vano’".
"Queridos amigos –prosiguió el Papa– celebramos y vivimos bien la liturgia sólo si permanecemos en actitud de oración, uniéndonos al misterio de Cristo y a su coloquio del Hijo con el Padre. Dios mismo nos enseña a orar, afirma San Pablo. Él mismo nos ha dado las palabras adecuadas para dirigirnos a Él, palabras que encontramos en el Salterio, en las grandes oraciones de la sagrada liturgia y en la Celebración eucarística".
Para concluir pidió rogar "al Señor para ser cada vez más conscientes del hecho de que la liturgia es acción de Dios y del hombre; la oración que viene del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con el Hijo de Dios hecho hombre".

Vaticano 26 Septiembre 2012
Fuente: Extractado ACI/EWTN Noticias

martes, 25 de septiembre de 2012

Oración por Chile 2012.




El Arzobispado de Santiago nos llama a unirnos en Oración y adoración al Santísimo a los pies de nuestra Virgen del Carmen, Reina y Madre de Chile, para pedir por la Iglesia, por las autoridades, por nuestras familias y por todos los que sufren.
Para que la Virgen del Carmen nos ayude, guíe y conduzca hacia la Paz que tanto necesitamos y, también, por la  hermandad entre todos los chilenos.
Invitamos a toda la familia Vicentina, a todos los Animadores de Salud, a todo el pueblo católico y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad  a participar en estos días de oración por Chile en:
Parroquia El Sagrario, ubicada en Plaza de Armas, al costado Sur de la Catedral Metropolitana.
La Oración por Chile se realizará desde el día Miércoles 26 al día Sábado 29 de Septiembre de 2012.
Esta iniciativa de la Iglesia de Santiago, contempla la Adoración al Santísimo, lectio divina, misas diarias, catequesis y momentos de reflexión y petición, organizadas en un programa continuo desde las 9 a las 21 hrs.

Fuente: Iglesia.cl

sábado, 22 de septiembre de 2012

Domingo 25° Tiempo Ordinario.




Queridos amigos:

El seguimiento de Jesús es lo esencial del cristiano y de la religión cristiana. Pues no se nos ha dado otro nombre por el cual ser salvados (Fil 2,10). Pero ¿en qué consiste el seguimiento de Jesús? En imitarle y seguir sus huellas, solemos decir. Pero se le puede imitar sólo como quien calca o actúa…, y se puede ir tras sus huellas, pero con el corazón y la mente soñando en otras cosas, que es lo que en esta ocasión pasó con algunos apóstoles, según nos cuenta el evangelio (Mc 9, 30-37). Resulta dramático que cuando Jesús está hablándoles de su pasión y muerte, ellos se pongan a discutir sobre quién es el más importante. Líbrenos el Señor de seguirle sólo físicamente, con el corazón puesto en otras cosas. Lo que, lamentablemente, a veces puede pasarnos
Seguir al Señor” es involucrarse y comprometerse con Él con todas las fuerza y a tiempo completo, sea cual sea nuestro estado de vida, soltero, casado, religioso… Es cooperar con Él en la construcción del Reino de Dios en este mundo: mejorando la creación y la calidad de vida (Gen 2,15), completando lo que falta a la pasión de Jesucristo (Col 1,24), instaurando en Cristo todas las cosas (Ef 1, 22; Col 1, 18-19). Y todo esto, cueste lo que cueste y hasta las últimas consecuencias. O, dicho con las palabras de Jesús, con nuestra cruz a cuestas: “el que quiera seguirme que tome su cruz y que me siga” (Mc 8, 34).
Como Jesús, todos venimos a este mundo con una misión que cumplir: la de ser felices y hacer felices a otros, lo que agrada mucho a Dios. Pero esta misión no se logra sin sacrificios y renuncias. Es lo que le pasó a Jesús y lo que nos pasa y nos seguirá pasando a nosotros. Claro que la misión de Jesús fue infinitamente superior a la nuestra, pero igual tenemos que cumplirla. El cumplimiento de la misión de Jesús incluía ser traicionado, ser entregado a sus contrarios, morir en la cruz (Mc 9, 31). Él lo sabía y lo aceptó voluntariamente. Pudo haber rehuido beber el cáliz de su pasión y muerte, pero no era su estilo y siguió adelante hasta el final. Es lo que quiso que comprendiesen y, llegado el caso, hiciesen sus discípulos, y hagamos nosotros. ¿Cómo meter en sus cabezas duras (y en las nuestras), que vale la pena darlo todo (hasta la propia vida) por ser alguien aquí y en el Reino de Dios?
“Si alguien quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos” (Mc 9, 35), Una paradoja, pero sobre todo un llamado a cambiarlo todo, a invertir los valores acostumbrados, a crear un orden nuevo con los valores del evangelio. A eso apunta cuanto hace Jesús y el llamado a seguirle. Y el proponer a un niño como símbolo de la nueva creación, porque mira el mundo con ojos nuevos, como criatura nueva, venida de Dios y aún no contaminada. Porque sabe ser feliz sin nada, sin darse importancia ni esperar que se la den. Y lo más grande de todo, porque el niño, por voluntad de Jesús. lo representa para todos los efectos (Mc 9, 37). ¿¡Dónde está el niño que fuimos!?

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM

Si alguno quiere ser el primero.




30  Al salir de allí atravesaron la Galilea sin detenerse. Jesús
      quería que nadie lo supiera,
31  ‘porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: “El Hijo
      del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo
      van a matar; y a los tres días de muerto, resucitará.”
32  Pero ellos no entendían lo que les decía y tenían miedo de
      preguntarle.
33  Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, Jesús les preguntó:
      “¿Qué venían discutiendo por el camino?
34  Ellos se quedaron callados, porque habían discutido entre sí
      cuál era el más importante de todos.
35  Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno
      quiere ser el primero, que se haga el último de todos y el
      servidor de todos.
36  Y tomando a un niño, lo puso entre ellos, lo estrechó entre
      sus brazos y les dijo:
37  “El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me
      recibe; y el que me recibe no me recibe a mí, sino al que me
      envió.

Evangelio: (Marcos 9, vs 30-37)


Oración:

Señor Jesús,
nos has mostrado tanto con tu vida,
y con tus enseñanzas,
que para ser el más importante de todos,
es cuestión de servir y darse a los demás,
de actuar de corazón y de vivir en actitud
de entrega y disponibilidad.
Por eso, Señor, te pedimos
que nos ayudes a asumir
y a adecuarnos a tu manera de ser,
a entender la dimensión de tu vida,
para amar como Tú,
y ser capaces de ser los últimos,
para mejor servir
y mejor darnos a los demás,
así como lo hiciste Tú,
Que así sea.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

jueves, 20 de septiembre de 2012

Te Deum Ecuménico 2012.




En un ambiente solemne se desarrolló el Te Deum Ecuménico 2012 el 18 de Septiembre en la Catedral de Santiago de Chile. La ceremonia de Acción de Gracias celebrada en el aniversario 202 de la patria fue presidida por Monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, y estuvieron presentes las máximas autoridades del país encabezadas por el Presidente de la República, Sebastián Piñera, y su esposa, Cecilia Morel. También asistieron el presidente del Senado, Camilo Escalona; el presidente de la Cámara de Diputados, Nicolás Monckeberg; el presidente de la Corte Suprema, Rubén Ballesteros, y otras autoridades.
Monseñor Ricardo Ezzati invitó en su Homilía a: “recuperar la confianza, pues ¡es imposible crecer en desconfianza! ¡Es imposible educar en desconfianza! ¡Es imposible amar con desconfianza! La desconfianza corta la trama del tejido humano y hace que se desplome la viga maestra que sostiene la polis, el templo y el hogar. Es urgente trabajar mancomunados, emprender una noble movilización nacional para recrear una atmósfera de Fe y de benevolencia que permita confianza mutua, en la palabra dada y en la colaboración que posibilite alcanzar el mayor bien común posible. El ambiente de insatisfacción que brota de la desconfianza social se presta para que aparezcan formas de violencia que, de manera real o simbólica, buscan destruir al adversario o simplemente al que no piensa como yo. Ese no es el mundo que queremos construir si es que, de verdad, queremos decir un sí incondicional al Dios de la Vida, de la Verdad, de la Justicia y de la Paz, que nos quiere hermanos y hermanas”.
Definió seis escenarios que desafían al país en torno a construir condiciones objetivas de confianza. Estos son el cultural, el político, el económico, el educacional, el comunicacional y, finalmente, el migratorio. Monseñor Ezzati enfatizó que:
“Desde el punto de vista cultural no se puede marginar a Dios de la vida de un pueblo, menos aún, para endiosar a la soberbia humana de algunos”. Explicó que se trata de “la tentación original que vuelve cíclicamente a la historia, disfrazada de diversas ideologías que preconizan la privatización de la religión y terminan exaltando el subjetivismo o el colectivismo, relativizando la verdad y condicionando la opción primordial por la Vida. A través de la imagen positiva de ‘liberación’ se quiere invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una mentalidad en la cual Dios está, de hecho, ausente. Dios no es obstáculo al crecimiento humano, muy por el contrario, lo estimula, bendice y garantiza”.
En lo político dijo existe una crisis de confianza en las instituciones y que está presente en las encuestas de opinión. Señaló que una mayor conciencia de ciudadanía y de respeto por los derechos de todos, expresada en los movimientos sociales, “interpelan las formas tradicionales de la política de partidos y nos desafían a pensar cómo construir hoy día la vida cívica de Chile. Lo nocivo es sembrar la desconfianza en las autoridades o en estos nuevos movimientos, o bien, en negarse a dialogar limitándose a exigir e imponer intereses parciales. Y, ciertamente, es nocivo el no-argumento de la anarquía, sobre todo en su expresión violenta, que es un signo potente de la desconfianza en todo lo que la sociedad organizada pueda construir. Es muy necesario ayudarnos a valorar las instituciones básicas del país, comenzando por la familia y la escuela, siguiendo por los Tribunales de Justicia, el Congreso y la Presidencia de la República. Para ello se necesita estar a la altura de las demandas sociales destacando en los hechos dos conceptos esenciales de la construcción de un pueblo: la búsqueda honesta del bien común, por sobre todos los bienes particulares, y el sentido de servicio en todos los quehaceres ciudadanos del país”.
Sobre la economía, a propósito de las crisis que vive Europa, dijo: “El agotamiento de la economía de bienestar que hoy sacude a gran parte de Europa y el endiosamiento de la economía de mercado, han llevado al mundo a una crisis muy aguda, de la cual nuestro país se ha librado, en parte, por la buena administración económica de las coaliciones que nos han gobernado. Sin embargo, hay un comprensible malestar ante la distribución inequitativa de la riqueza que produce desigualdades escandalosas, falta de oportunidades y hasta exclusiones de los beneficios logrados. La derrota de la pobreza extrema, en la que se han dado pasos significativos, debe seguir siendo prioridad en la agenda política”.
Apelando a su larga trayectoria en el mundo educativo, destacó que “es falsa la oposición entre educación pública y privada, por la simple razón que, independiente de quien la imparta, la educación como tal es un bien público que la sociedad y el Estado deben cautelar”.
Respecto de la reforma tributaria dijo que esperaba que los nuevos recursos recaudados “vayan en ayuda de los sectores más vulnerables, haciendo confianza tanto en la escuela municipalizada – potenciándola con verdadero interés – como en otras de iniciativa privada, sea de educación gratuita o de financiamiento compartido. Lo esencial, más que los aportes económicos, son los contenidos de la educación, la calidad de los pedagogos y la restauración de un clima de confianza en que todos los miembros de la comunidad escolar puedan hacer su aporte para la formación integral de los alumnos”.
A los medios de comunicación les invitó a servir para el entendimiento entre las personas. “Es de esperar que las personas y corporaciones que los dirigen nunca cedan a la lógica del lucro, desvirtuando su naturaleza esencial, ni que movidos por el impacto noticioso pasen a llevar la dignidad inalienable de cada ser humano”, expresó.
Finalmente los migrantes también estuvieron presentes en el mensaje del Arzobispo, quien manifestó que “nuestras raíces judeocristianas nos han legado como mandato de Dios la acogida al hermano cuando es forastero” y que espera que este mandato se haga vida y que los extranjeros “jamás sean explotados aprovechando la vulnerabilidad de su situación migratoria”.
De la Fe nace la esperanza
Evidenció que en el mundo de la educación como en el eclesial han existido casos de pedofilia y abuso sexual. “Esta es una realidad que nos duele profundamente sobre todo cuando estos casos involucran a personas consagradas a Dios y al servicio de los hermanos. Por esa razón, la Iglesia universal y la Iglesia local ha tomado medidas muy serias para enfrentar estos delitos, cuando se trata de menores, y para investigar los actos impropios y faltas a la probidad requerida en el ministerio consagrado”. Dijo esperar que “la misma energía que se ha usado para denunciar se utilice también para reconocer y divulgar los procedimientos y las medidas adoptadas por la jerarquía de la Iglesia y los establecimientos educacionales. Gracias a Dios, la vida de la Iglesia es mucho más que estos hechos estridentes. Hay en ella una vitalidad entusiasmante basada en la confesión de la Fe en Jesús”.
El Arzobispo no dudó en sostener que “sin Fe, sin confianza, no se puede recomponer la vecindad ni la convivencia en el barrio, en el foro, en el Congreso o en la Escuela. Sin Fe, sin confianza, se deshacen las lealtades, se destruyen los pactos y hasta se aprueban leyes transeúntes sin un serio arraigo en quienes las discuten y las aprueban. Sin Fe, sin confianza, no se puede sanar la convivencia herida, generándose la dispersión de las mejores propuestas y un aislamiento fatídico de cada cual con su verdad, carente de toda credibilidad”. En este mismo sentido apuntó a que el Año de la Fe, propuesto por el Papa para celebrar los 50 años del comienzo del Concilio Vaticano II, se propone como un tiempo para ponerse “al servicio de todos para ayudar a fortalecer la confianza mutua y en que, con humildad, esperamos también ser dignos de la confianza de quienes se han alejado de nosotros”.
“Junto a la Fe nace la esperanza, esa virtud humilde y necesaria, que invocamos cuando no encontramos el camino o desconfiamos de la ruta que quisiéramos seguir. Así como en el corazón de la Fe se encuentra la certeza y la verdad, en el corazón de la esperanza habita el amor en plenitud. La realidad siempre posible del amor. Es verdad que solemos decir esperanza cuando pensamos en el futuro. No dejemos de lado el corazón de la esperanza que nos habla del presente. Eso es esencial pues, en medio de las dificultades y vicisitudes del presente, la esperanza nos asegura el hecho de poder amar y ser amados hoy día, mañana y siempre. De esa manera, y junto a la Fe, ella se transforma en la virtud de la confianza”, finalizó.

Fuente:  extractado  www.iglesiadesantiago.cl


sábado, 15 de septiembre de 2012

Tomar en serio a Jesús.




El episodio de Cesarea de Filipo ocupa un lugar central en el Evangelio de Marcos. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: "¿Quién decís que soy yo?". En nombre de todos, Pedro le contesta sin dudar: "Tú eres el Mesías". Por fin parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios y los discípulos lo siguen para colaborar con él.
Jesús sabe que no es así. Todavía les falta aprender algo muy importante. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo de cerca compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús "empezó a instruirlos". No es una enseñanza más, sino algo fundamental que los discípulos tendrán que ir asimilando poco a poco.
Desde el principio les habla "con toda claridad". No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento lo acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final, será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado violentamente. Sólo al resucitar se verá que Dios está con él.
Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Su reacción es increíble. Toma a Jesús consigo y se lo lleva aparte para "increparlo". Había sido el primero en confesarlo como Mesías. Ahora es el primero en rechazarlo. Quiere hacer comprender a Jesús que lo que está diciendo es absurdo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.
Jesús reacciona con una dureza desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartar a las personas de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos e increpa literalmente a Pedro con estas palabras:"Ponte detrás de mí, Satanás": vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. "Tú piensas como los hombres, no como Dios".
Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen bien sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No las han de olvidar jamás. "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga".
Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas. Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa.

Fuente: Jose Antonio Pagola

¿Quién dice la gente que soy yo?




27  Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea
      de Filipo, y por el camino preguntó a éstos: “¿Quién dicen los
      hombres que soy yo?”
28  Ellos contestaron: “Algunos dicen que eres Juan Bautista;
      otros, que Elías; otros, que eres alguno de los profetas.”
29  El, entonces, les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy
      yo?” Pedro le contestó: “Tú eres el Cristo.”
30  Pero Jesús le dijo con firmeza: “No se lo digas a nadie.”
31  Luego comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía
      sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de
      los sacerdotes y los maestros de la Ley; que iba a ser
      condenado a muerte y que resucitaría después de tres días.
32  Hablaba con mucha claridad.
33  Debido a eso, Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.
      En cierto momento Jesús se dio vuelta y vio a sus
      discípulos. Entonces se puso a reprender a Pedro con estas
      palabras: “¡Detrás de mí Satanás! Tú piensas como los
      hombres y no como Dios.
34  Luego llamó no solamente a sus discípulos sino que a toda
      la gente, y les dijo: “Si alguno quiere seguirme, que se niegue
      a sí mismo, tome su cruz y sígame.
35  Porque el que quiere asegurar su vida la perderá; en cambio,
      el que pierda su vida por mí y por el Evangelio se salvará.

Evangelio: (Marcos 8, vs 27-35)

Oración:

Señor Jesús,
así como Tú te diste a conocer
revelándonos tu identidad,
así como te manifestaste
dándote a conocer como el Señor,
como el Dios con nosotros,
como el Mesías esperado,
de la misma manera Señor,
ayúdanos a conocerte cada vez más,
sintiendo y experimentando
que Tú eres el Dios vivo y verdadero,
el prometido y el esperado,
y así te tengamos como sentido de la vida,
porque eres nuestro Dios Y Señor.
Aquel que da sentido a todo lo que somos,
a todo lo que esperamos y buscamos,
porque Tu eres el que nos das plenitud en ti,
dándonos vida y salvación.
Que así sea.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

No hay oraciones inútiles.




En su Catequesis de la Audiencia General de hoy realizada en el Aula Pablo VI ante miles de fieles presentes, el Santo Padre prosiguió con su reflexión sobre la Oración en el libro del Apocalipsis, y resaltó que:
“Las oraciones son como incienso cuya dulce fragancia se ofrece (…) a Dios. Debemos estar seguros que no hay oraciones superfluas, inútiles; ninguna se pierde. Y éstas encuentran respuesta, aunque a veces misteriosa, porque Dios es Amor y Misericordia infinita.
El incienso en el Apocalipsis, es un simbolismo que nos dice cómo todas nuestras oraciones –con todas las limitaciones, la pobreza, la fatiga, la sequedad, las imperfecciones que puedan tener– son purificadas y alcanzan el corazón de Dios. Dios no es indiferente a nuestras súplicas, interviene y hace sentir su poder y su voz en la tierra, hace temblar y altera el sistema del Maligno.
A menudo, frente al mal se tiene la sensación de no poder hacer nada, pero es precisamente nuestra oración la respuesta primera y más efectiva que podemos dar y que hace más fuerte nuestro compromiso diario en la difusión del bien. El poder de Dios hace fecunda nuestra debilidad. El Apocalipsis nos dice que la oración alimenta en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades esta visión de luz y de profunda esperanza: nos invita a no dejarnos vencer por el mal, sino a vencer el mal con el bien, a mirar a Cristo Crucificado y Resucitado que nos asocia a su victoria.
La Iglesia vive en la historia, no se cierra sobre sí misma, sino que afronta con valentía su camino en medio de las dificultades y el sufrimiento, afirmando con fuerza que el mal que no es definitivo no vence al bien, que la oscuridad no oculta el esplendor de Dios.
Como cristianos no podemos ser nunca pesimistas; sabemos que en el camino de nuestra vida a menudo encontramos violencia, mentira, odio, persecución, pero eso no nos desanima. Especialmente, la oración nos enseña a ver los signos de Dios, su presencia y acción. Es más, nos enseña a ser nosotros mismos luces de bien, que difunden esperanza e indican que la victoria es de Dios.
Uno de los símbolos del Apocalipsis, un personaje de tal belleza que no es descrito por San Juan, representa a Dios Todopoderoso, que no se ha quedado encerrado en su cielo, sino que se ha acercado al hombre, estableciendo una alianza con él; Dios hace escuchar en la historia, de forma misteriosa pero real, su voz simbolizada por rayos y truenos.
Otros dos símbolos son el libro que contiene el plan de Dios y el Cordero que representa a Jesús Resucitado, que es el único capaz de abrir el texto e iluminarlo (…) Y es precisamente el Cordero, Cristo muerto y Resucitado, que poco a poco abre los sellos y revela el plan de Dios, el sentido profundo de la historia.
La oración es como una ventana abierta que nos permite mantener nuestra mirada dirigida hacia Dios, no sólo para recordarnos la meta hacia la cual nos dirigimos, sino también para permitir que la voluntad de Dios ilumine nuestro camino terrenal y nos ayude a vivirlo con intensidad y compromiso. ¿Cómo guía el Señor a la comunidad cristiana para una lectura más profunda de la historia? En primer lugar, invitándola a que considere con realismo el presente que estamos viviendo.
Hay males que el hombre cumple, como la violencia, que nace del deseo de poseer, de prevalecer los unos sobre los otros, hasta llegar a matarse (…), o la injusticia, porque los hombres no respetan las leyes que se han dado (…). A estos se añaden los males que el hombre tiene que sufrir, como la muerte, el hambre, las enfermedades (…). Ante estas realidades, muchas veces dramáticas, la comunidad eclesial está invitada a no perder nunca la esperanza, a creer firmemente que la aparente omnipotencia del Maligno se choca con la verdadera omnipotencia que es la de Dios”.
El Papa afirma también que: “el Libro del Apocalipsis, a pesar de la complejidad de los símbolos, nos sumerge en una oración muy rica, a través de la cual oímos, alabamos, agradecemos, contemplamos al Señor, le pedimos perdón. Su estructura, de gran oración litúrgica, concluye, es también un fuerte llamado a redescubrir la carga extraordinaria y el poder transformador que tiene la Eucaristía. En particular, me gustaría invitar con fuerza a ser fieles a la Santa Misa del Domingo, en el Día del Señor. ¡El Domingo, es el verdadero centro de la semana! Gracias".

Vaticano, 12 Sep. 2012
Fuente: Extractado ACI/EWTN Noticias