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En un ambiente solemne se desarrolló el Te Deum
Ecuménico 2012 el 18 de Septiembre en la Catedral de Santiago de Chile. La
ceremonia de Acción de Gracias celebrada en el aniversario 202 de la patria fue
presidida por Monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, y estuvieron
presentes las máximas autoridades del país encabezadas por el Presidente de la
República, Sebastián Piñera, y su esposa, Cecilia Morel. También asistieron el
presidente del Senado, Camilo Escalona; el presidente de la Cámara de
Diputados, Nicolás Monckeberg; el presidente de la Corte Suprema, Rubén
Ballesteros, y otras autoridades.
Monseñor Ricardo Ezzati invitó en su Homilía a: “recuperar la confianza, pues
¡es imposible crecer en desconfianza! ¡Es imposible educar en desconfianza! ¡Es
imposible amar con desconfianza! La desconfianza corta la trama del tejido
humano y hace que se desplome la viga maestra que sostiene la polis, el templo
y el hogar. Es urgente trabajar mancomunados, emprender una noble movilización
nacional para recrear una atmósfera de Fe y de benevolencia que permita
confianza mutua, en la palabra dada y en la colaboración que posibilite
alcanzar el mayor bien común posible. El ambiente de insatisfacción que brota
de la desconfianza social se presta para que aparezcan formas de violencia que,
de manera real o simbólica, buscan destruir al adversario o simplemente al que
no piensa como yo. Ese no es el mundo que queremos construir si es que, de
verdad, queremos decir un sí incondicional al Dios de la Vida, de la Verdad, de
la Justicia y de la Paz, que nos quiere hermanos y hermanas”.
Definió seis escenarios que desafían al país en torno
a construir condiciones objetivas de confianza. Estos son el cultural, el
político, el económico, el educacional, el comunicacional y, finalmente, el
migratorio. Monseñor Ezzati enfatizó que:
“Desde el punto de vista cultural no se puede
marginar a Dios de la vida de un pueblo, menos aún, para endiosar a la soberbia
humana de algunos”. Explicó que se trata de “la tentación original que vuelve
cíclicamente a la historia, disfrazada de diversas ideologías que preconizan la
privatización de la religión y terminan exaltando el subjetivismo o el
colectivismo, relativizando la verdad y condicionando la opción primordial por
la Vida. A través de la imagen positiva de ‘liberación’ se quiere
invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una mentalidad en la
cual Dios está, de hecho, ausente. Dios no es obstáculo al crecimiento
humano, muy por el contrario, lo estimula, bendice y garantiza”.
En lo político dijo
existe una crisis de confianza en las instituciones y que está presente en las
encuestas de opinión. Señaló que una mayor conciencia de ciudadanía y de
respeto por los derechos de todos, expresada en los movimientos sociales,
“interpelan las formas tradicionales de la política de partidos y nos desafían
a pensar cómo construir hoy día la vida cívica de Chile. Lo nocivo es sembrar
la desconfianza en las autoridades o en estos nuevos movimientos, o bien, en negarse
a dialogar limitándose a exigir e imponer intereses parciales. Y, ciertamente,
es nocivo el no-argumento de la anarquía, sobre todo en su expresión violenta,
que es un signo potente de la desconfianza en todo lo que la sociedad
organizada pueda construir. Es muy necesario ayudarnos a valorar las
instituciones básicas del país, comenzando por la familia y la escuela,
siguiendo por los Tribunales de Justicia, el Congreso y la Presidencia de la
República. Para ello se necesita estar a la altura de las demandas sociales
destacando en los hechos dos conceptos esenciales de la construcción de un
pueblo: la búsqueda honesta del bien común, por sobre todos los bienes
particulares, y el sentido de servicio en todos los quehaceres ciudadanos del
país”.
Sobre la economía,
a propósito de las crisis que vive Europa, dijo: “El agotamiento de la economía
de bienestar que hoy sacude a gran parte de Europa y el endiosamiento de la
economía de mercado, han llevado al mundo a una crisis muy aguda, de la cual
nuestro país se ha librado, en parte, por la buena administración económica de
las coaliciones que nos han gobernado. Sin embargo, hay un comprensible
malestar ante la distribución inequitativa de la riqueza que produce
desigualdades escandalosas, falta de oportunidades y hasta exclusiones de los
beneficios logrados. La derrota de la pobreza extrema, en la que se han dado
pasos significativos, debe seguir siendo prioridad en la agenda política”.
Apelando a su larga trayectoria en el mundo
educativo, destacó que “es falsa la oposición entre educación pública y
privada, por la simple razón que, independiente de quien la imparta, la
educación como tal es un bien público que la sociedad y el Estado deben
cautelar”.
Respecto de la reforma tributaria dijo que esperaba
que los nuevos recursos recaudados “vayan en ayuda de los sectores más
vulnerables, haciendo confianza tanto en la escuela municipalizada –
potenciándola con verdadero interés – como en otras de iniciativa privada, sea
de educación gratuita o de financiamiento compartido. Lo esencial, más que los
aportes económicos, son los contenidos de la educación, la calidad de los
pedagogos y la restauración de un clima de confianza en que todos los miembros
de la comunidad escolar puedan hacer su aporte para la formación integral de
los alumnos”.
A los medios de comunicación les invitó a servir para
el entendimiento entre las personas. “Es de esperar que las personas y
corporaciones que los dirigen nunca cedan a la lógica del lucro, desvirtuando
su naturaleza esencial, ni que movidos por el impacto noticioso pasen a llevar
la dignidad inalienable de cada ser humano”, expresó.
Finalmente los migrantes también estuvieron presentes en el mensaje del Arzobispo,
quien manifestó que “nuestras raíces judeocristianas nos han legado como
mandato de Dios la acogida al hermano cuando es forastero” y que espera que
este mandato se haga vida y que los extranjeros “jamás sean explotados
aprovechando la vulnerabilidad de su situación migratoria”.
De la Fe nace la esperanza
Evidenció que en el mundo de la educación como en el
eclesial han existido casos de pedofilia y abuso sexual. “Esta es una realidad
que nos duele profundamente sobre todo cuando estos casos involucran a personas
consagradas a Dios y al servicio de los hermanos. Por esa razón, la Iglesia
universal y la Iglesia local ha tomado medidas muy serias para enfrentar estos
delitos, cuando se trata de menores, y para investigar los actos impropios y
faltas a la probidad requerida en el ministerio consagrado”. Dijo esperar que
“la misma energía que se ha usado para denunciar se utilice también para
reconocer y divulgar los procedimientos y las medidas adoptadas por la
jerarquía de la Iglesia y los establecimientos educacionales. Gracias a Dios,
la vida de la Iglesia es mucho más que estos hechos estridentes. Hay en ella
una vitalidad entusiasmante basada en la confesión de la Fe en Jesús”.
El Arzobispo no dudó en sostener que “sin Fe, sin
confianza, no se puede recomponer la vecindad ni la convivencia en el barrio,
en el foro, en el Congreso o en la Escuela. Sin Fe, sin confianza, se deshacen
las lealtades, se destruyen los pactos y hasta se aprueban leyes transeúntes
sin un serio arraigo en quienes las discuten y las aprueban. Sin Fe, sin
confianza, no se puede sanar la convivencia herida, generándose la dispersión
de las mejores propuestas y un aislamiento fatídico de cada cual con su verdad,
carente de toda credibilidad”. En este mismo sentido apuntó a que el Año de la
Fe, propuesto por el Papa para celebrar los 50 años del comienzo del Concilio
Vaticano II, se propone como un tiempo para ponerse “al servicio de todos para
ayudar a fortalecer la confianza mutua y en que, con humildad, esperamos
también ser dignos de la confianza de quienes se han alejado de nosotros”.
“Junto a la Fe nace la esperanza, esa virtud humilde y
necesaria, que invocamos cuando no encontramos el camino o desconfiamos de la
ruta que quisiéramos seguir. Así como en el corazón de la Fe se encuentra la
certeza y la verdad, en el corazón de la esperanza habita el amor en plenitud.
La realidad siempre posible del amor. Es verdad que solemos decir esperanza
cuando pensamos en el futuro. No dejemos de lado el corazón de la esperanza que
nos habla del presente. Eso es esencial pues, en medio de las dificultades y
vicisitudes del presente, la esperanza nos asegura el hecho de poder amar y ser
amados hoy día, mañana y siempre. De esa manera, y junto a la Fe, ella se
transforma en la virtud de la confianza”, finalizó.
Fuente:
extractado www.iglesiadesantiago.cl