miércoles, 30 de mayo de 2012

La Visitación de la Virgen María.




39  Por esos días, María partió apresuradamente a una ciudad ubicada en los cerros de Judá.
40  Entró a la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41  Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo
42  ‘y exclamó en alta voz: “Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.
43  ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? 
44  Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas.
45  ¡Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!”
      María dijo entonces:
46  Celebra todo mi ser
      la grandeza del Señor
      y mi espíritu se alegra
      en el Dios que me salva
47  porque quiso mirar la condición
      humilde de su esclava,
48  en adelante, pues, todos los
      hombres  dirán que soy feliz.
49  En verdad el Todopoderoso
      hizo grandes cosas para mí
      reconozcan que Santo es su nombre
50  que sus favores alcanzan
       a todos los que le temen
      y  prosiguen en sus hijos.
51  Su brazo llevó a cabo hechos heroicos
      arruinó a los soberbios
      con  sus maquinaciones.
52  Sacó a los poderosos de sus tronos
      y puso en su lugar a los humildes
53  repletó a los hambrientos
      de todo lo que es bueno
      y despidió vacíos a los ricos
54  de la mano tomó a Israel, su siervo
      demostrándole  así su misericordia.
55  Esta fue la promesa
      que ofreció a nuestros  padres
      y que reservaba a Abraham
      y a sus descendientes para siempre.
56   María se quedó cerca de tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.

Evangelio: (Lucas 1, vs 39-56)
Jueves 31 de Mayo 2012.

“Mis queridas hermanas, nunca ceso de implorar sobre
vosotras la bendición de Dios, ni de rogarle que os dé la
gracia de perseverar en la vocación para que le sirváis en
cualquier  forma que Él desee. Esforzaos mucho por servir a
los pobres y, especialmente, vivid en grande y cordial unión
de unas con otras, amándoos mutuamente e imitando la
unión y vida de Nuestro Señor. Y rogad a la bienaventurada
Virgen con fervor que sea ella vuestra única Madre”.

Santa Luisa de Marillac  
Fuente: Extractado Libro Sirvienta de los Pobres
Autor: Martiniano León Renedo, C.M.

Oración a la familia.




Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.

Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.

Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.

Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Beato Juan Pablo II
Fuente: Aciprensa



Indulgencia plenaria desde casa y en familia.




El Papa Benedicto XVI dispuso conceder la Indulgencia Plenaria a los católicos en cualquier lugar del mundo que recen en Familia y cumplan algunos requisitos adicionales, con motivo del Encuentro Mundial de las Familias que se realizará del 30 de mayo al 3 de junio en Milán (Italia).
Como suele suceder en estas grandes celebraciones, el Santo Padre concede la indulgencia a los participantes del evento. La novedad esta vez está en que este don puede ser ahora obtenido desde cualquier parte del planeta.
La Indulgencia Plenaria puede ser obtenida por quienes, sin estar en Milán, se unan espiritualmente a los fieles en esa ciudad italiana y recen, en familia, las oraciones del Padre Nuestro y el Credo, además de "otras devotas oraciones", especialmente cuando se transmitan por radio o televisión las palabras del Papa en el evento. Esto debe ir acompañado de las habituales condiciones generales: confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa.
Así lo señala el decreto publicado hoy en latín e italiano por el Penitenciario Mayor de la Santa Iglesia Romana, Cardenal Manuel Monteiro de Castro.
El decreto indica que: "se concede Indulgencia Plenaria bajo las habituales condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre) a los fieles que, con el ánimo de separarse de cualquier pecado, participen devotamente en alguna función durante el mencionado Encuentro Mundial de las Familias, así como en su solemne conclusión".
"Además se concede la Indulgencia Parcial a los fieles que en las mismas condiciones, con el corazón arrepentido, oren en el tiempo indicado por el bien de la familia", indica el texto.
El decreto señala también que el Papa ha decidido otorgar estas indulgencias para que las personas "verdaderamente arrepentidas y estimuladas por la caridad se dediquen a la santificación de la familia, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Jesús, María y José".
El 7º Encuentro Mundial de las Familias se celebra este año bajo el tema "La familia, el trabajo y la fiesta".

Vaticano, 25 Mayo 2012
Fuente: Extractado ACI/EWTN Noticias

sábado, 26 de mayo de 2012

Recibid el Espíritu.




Poco a poco, vamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y alimentarnos solo de pan. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven Espíritu Santo y libéranos del vacío interior.
Ya sabemos vivir sin raíces y sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo y libéranos de la desorientación.
Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos hemos hecho más escépticos pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser inteligentes y lúcidos. ¿Por qué no encontramos sosiego y paz?... ¿Por qué nos visita tanto la tristeza?... Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad interior.
Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero ¿vivir qué?... Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué?... Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos contentamos solo con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente?... Ven Espíritu Santo y enséñanos a vivir.
Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo le llamamos "amor" y al placer "felicidad", pero ¿quién saciará nuestra sed?... Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.
 En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer.
Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes, así  peregrinamos  todos  muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del Espíritu Santo a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos exhalando sobre ellos su aliento: "Recibid el Espíritu Santo". Ese Espíritu que sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil Fe puede penetrar en nosotros por caminos que solo él conoce.

Fuente: José Antonio Pagola

Pentecostés.




19  La tarde de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban a puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús se hizo presente allí, de pie en medio de ellos.
20  Les dijo: “La paz sea con ustedes.” Después de saludarlos así, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo al ver al Señor.
21  Él les volvió a decir: “La paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
22  Dicho esto, sopló sobre ellos: “Reciban el Espíritu Santo,
23  ‘a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados, queden atados.

Evangelio: (Juan 20, vs 19-23)

Oración:
      El paso de la oración se puede ver iluminado por una antigua oración cristiana al Espíritu Santo llamada “Secuencia de Pentecostés”. La transcribimos para que pueda “alimentar” nuestra oración y devoción al Espíritu Santo:

Secuencia de Pentecostés

Ven, Espíritu divino,
manda  tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente  del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y  reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina  luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando  no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía  al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la Fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.

Fuente: Lectio Divina  Lectionautas.com

viernes, 25 de mayo de 2012

Cristianismo no es religión del miedo sino de confianza y amor.




En la Audiencia General de esta mañana, en su catequesis habitual y ante miles de peregrinos en la Plaza de San Pedro, el Papa hizo una profunda reflexión sobre el sentido de llamar Padre a Dios, teniendo como ejemplo a Cristo en la cruz que le dice "¡Abbá! ¡Padre!".
“Desde el comienzo de su camino, la Iglesia ha aceptado esta invocación y la ha hecho suya, sobre todo en la oración del Padre Nuestro, donde todos los días decimos: ‘Padre... Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo’.
El cristianismo no es una religión del miedo, sino de la confianza y del amor al Padre que nos ama. Estas dos densas afirmaciones nos hablan del envío y de la acogida del Espíritu Santo, el don del Resucitado, que nos hace hijos en Cristo, el Hijo Unigénito, y nos pone en una relación filial con Dios, relación de profunda confianza, como la de los niños; una relación filial similar a la de Jesús, aunque si el origen es distinto y diferente es también la importancia. Jesús, es el Hijo eterno de Dios que se hizo carne, nosotros en cambio nos convertimos hijos en Él, en el tiempo, mediante la Fe y los sacramentos del Bautismo y la Confirmación; gracias a estos dos sacramentos estamos inmersos en el misterio pascual de Cristo.
Tal vez el hombre moderno no percibe la belleza, la grandeza y el gran consuelo que contiene la palabra ‘padre’ con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque la figura paterna a menudo hoy en día no está suficientemente presente y a menudo no es lo suficientemente positiva en la vida diaria. Ante ello, del mismo Jesús, de su relación filial con Dios, podemos aprender qué significa padre exactamente, sea cual sea la verdadera naturaleza del Padre que está en los cielos.
Podríamos decir que en Dios el ser Padre asume dos dimensiones:
En primer lugar, Dios es nuestro Padre, porque Él es nuestro Creador. Cada uno de nosotros, cada hombre y cada mujer es un milagro de Dios, es querido por Él, y es conocido personalmente por Él. Cuando en el libro del Génesis se dice que el ser humano es creado a imagen de Dios, se quiere expresar precisamente esta realidad: Dios es nuestro Padre, por medio de Él no somos seres anónimos, impersonales, sino que tenemos un nombre.

El Espíritu de Cristo nos abre a una segunda dimensión de la paternidad de Dios, más allá de la creación, porque Jesús es el ‘Hijo’ en el sentido pleno, ‘de la misma substancia del Padre’, como profesamos en el Credo. Convirtiéndose en un ser humano como nosotros, con la Encarnación, Muerte y Resurrección, Jesús, a su vez, nos recibe en su humanidad y su propio ser de Hijo, para poder entrar también nosotros en su específica y especial pertenencia a Dios.
Desde que existe el homo sapiens, está siempre en la búsqueda de Dios, intenta hablar con Dios porque Dios se ha inscrito a sí mismo en nuestros corazones, por lo que la primera iniciativa es de Dios y con el bautismo Dios vuelve a actuar de nuevo en nosotros. El Espíritu Santo actúa en nosotros como primer iniciador de la oración, para que podamos luego hablar realmente con Dios y decirle Abbà a Dios. Por lo tanto su presencia da inicio a nuestra oración y a nuestra vida,  abre a los horizontes de la Trinidad y de la Iglesia. Cuando nos dirigimos al Padre nuestro en nuestra celda interior, en el silencio y en el recogimiento, nunca estamos solos. El que habla con Dios nunca está solo. Estamos en la gran oración de la Iglesia, formamos parte de una gran sinfonía que la comunidad cristiana esparcida en toda la tierra y en todo tiempo eleva a Dios; ciertamente los músicos y los instrumentos son distintos –éste es un elemento de riqueza– pero la melodía de alabanza es única y armoniosa".
Al hablar sobre la diversidad de carismas en la Iglesia, el Santo Padre resalta que "la oración guiada por el Espíritu Santo, que nos hace clamar ‘¡Abbá! ¡Padre!’ con Cristo y en Cristo, nos inserta en el único gran mosaico de la Familia de Dios, en la que cada uno tiene un lugar y un rol importante, en profunda unidad con todo el conjunto".
"Una nota más para terminar: nosotros aprendemos a clamar ‘¡Abbá!, ¡Padre!’ con María, la Madre del Hijo de Dios. El cumplimiento de la plenitud del tiempo, de la que habla San Pablo en la Carta a los Gálatas, sucede en el momento del ‘sí’ de María, de su adhesión plena a la voluntad de Dios: ‘He aquí, la esclava del Señor’"
 "Queridos hermanos y hermanas, aprendamos a saborear en nuestra oración la belleza de ser amigos, aún más hijos de Dios, de poderlo invocar con la familiaridad y confianza que tiene un niño hacia sus padres que lo aman", concluyó.
En español el Papa saludó a "los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, Argentina, El Salvador, México y otros países latinoamericanos" e hizo votos para "que Dios, nuestro Padre, aliente nuestro coloquio frecuente y devoto con él. Muchas gracias".

Vaticano, 23 Mayo 2012
Fuente: Extractado ACI/EWTN Noticias.-

sábado, 19 de mayo de 2012

Nuevo comienzo.




Los evangelistas describen con diferentes lenguajes la misión que Jesús confía a sus seguidores. Según Mateo, han de "hacer discípulos" que aprendan a vivir como él les ha enseñado. Según Lucas, han de ser "testigos" de lo que han vivido junto él. Marcos lo resume todo diciendo que han de "proclamar el Evangelio a toda la creación".
Quienes se acercan hoy a una comunidad cristiana no se encuentran directamente con el Evangelio. Lo que perciben es el funcionamiento de una religión envejecida, con graves signos de crisis. No pueden identificar con claridad en el interior de esa religión la Buena Noticia proveniente del impacto provocado por Jesús hace veinte siglos.
Por otra parte, muchos cristianos no conocen directamente el Evangelio. Todo lo que saben de Jesús y su mensaje es lo que pueden reconstruir de manera parcial y fragmentaria escuchando a catequistas y predicadores. Viven su religión privados del contacto personal con el Evangelio.
¿Cómo podrán proclamarlo si no lo conocen en sus propias comunidades? El Concilio Vaticano II ha recordado algo demasiado olvidado en estos momentos: "El Evangelio es, en todos los tiempos, el principio de toda su vida para la Iglesia". Ha llegado el momento de entender y configurar la comunidad cristiana como un lugar donde lo primero es acoger el Evangelio de Jesús.
Nada puede regenerar el tejido en crisis de nuestras comunidades como la fuerza del Evangelio. Solo la experiencia directa e inmediata del Evangelio puede revitalizar a la Iglesia. Dentro de unos años, cuando la crisis nos obligue a centrarnos solo en lo esencial, veremos con claridad que nada es más importante hoy para los cristianos que reunirnos a leer, escuchar y compartir juntos los relatos evangélicos.
Lo primero es creer en la fuerza regeneradora del Evangelio. Los relatos evangélicos enseñan a vivir la Fe, no por obligación sino por atracción. Hacen vivir la vida cristiana, no como deber sino como irradiación y contagio. Es posible introducir ya en las parroquias una dinámica nueva. Reunidos en pequeños grupos, en contacto con el Evangelio, iremos recuperando nuestra verdadera identidad de seguidores de Jesús.
Hemos de volver al Evangelio como nuevo comienzo. Ya no sirve cualquier programa o estrategia pastoral. Dentro de unos años, escuchar juntos el Evangelio de Jesús no será una actividad más entre otras, sino la matriz desde la que comenzará la regeneración de la fe cristiana en las pequeñas comunidades dispersas en medio de una sociedad secularizada.


Fuente: José Antonio Pagola

La Ascensión del Señor.





15  Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación.
16  El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará.
17  Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas,
18  ‘tomarán con sus manos las serpientes, y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”.
19  Así, pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
20  Y los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor, el cual confirmaba su mensaje con las señales que lo acompañaban.

Evangelio: (Mc. 16, vs 15-20)

Oración

Señor, Jesús,
Vayan…anuncien la Buena Nueva…
fue tu orden,
fue la misión que nos dejaste,
el compromiso que todos debemos tener
al ser tus discípulos, tus seguidores.
Tú que anduviste siempre predicando,
anunciando la Buena Nueva del Reino,
ahora vuelves junto al Padre,
y nos dejas a cada uno de nosotros,
la tarea y la misión de ser nosotros,
los que te anunciemos
y te demos a conocer.
A ti que nos pides que demos testimonio de ti,
te pedimos que seas Tú mismo el que nos ayudes,
dándonos tu gracia y la sabiduría del Espíritu
para anunciarte a tiempo y destiempo,
para que todos te encuentren
por medio de nuestras palabras,
de nuestro testimonio, de nuestra vida,
de nuestra manera de ser y de actuar.
Amén.

Fuente: Lectio Divina

viernes, 18 de mayo de 2012

Jornada Mundial de la Juventud. (3)


Libertad

Queridos jóvenes:
La gracia y la paz de Nuestro Señor Jesucristo  esté con todos vosotros siempre.
Me siento feliz de recibiros hoy en el Vaticano que ha sido la meta de vuestra marcha. Habéis venido libremente a demostrar vuestro amor a Cristo y a su Iglesia, y reunirnos en su nombre.
La libertad es un gran don que habéis recibido de Dios. Quiere decir que tenéis el poder de decir sí a Cristo. Pero vuestro sí no significaría nada si no pudiérais decir también no. Diciendo sí a Cristo, os entregáis a Él; le ofrecéis el corazón, reconocéis su puesto en vuestra vida, ya que por ser hijos de Dios, hermanos y hermanas en Cristo, habéis sido creados para decir sí al amor de Dios. Fue Cristo quien os compró la libertad. Murió para hacernos libres. Sólo Jesús os hace libres. Nos dice Él mismo en el Evangelio de San Juan: "Si el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8, 36).
El mayor obstáculo de vuestra libertad es el pecado que significa decir no a Dios. Pero Jesucristo Hijo de Dios esta pronto a perdonar todo pecado, y esto es lo que hace en la confesión, en el sacramento de la penitencia. Es el mismo Jesús quien perdona vuestros pecados en la confesión y os devuelve la libertad que perdisteis  cuando  dijisteis  no a Dios. Queridos jóvenes: Amad vuestra libertad y ejercedla diciendo sí a Dios; no la enajeneis. Recobradla cuando la hayáis perdido y reforzadla en la confesión cuando flaquea. Acordaos de las palabras de Jesús: "Si el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres".

Jubileo de los Jóvenes, Abril de 1984

Autor: Beato Juan Pablo II
Fuente: Aciprensa

La oración es un don.




Al reflexionar en la Audiencia General de esta mañana, ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, sobre la oración en las cartas de San Pablo, el Papa Benedicto XVI señaló que:
 “La oración es fundamentalmente la obra de Dios en cada uno, que permite el diálogo profundo e íntimo con el Señor a través del Espíritu Santo. En la oración, nosotros experimentamos, más que en otras dimensiones de la existencia, nuestra debilidad, nuestra pobreza, nuestro ser criaturas, porque nos encontramos ante la omnipotencia y la trascendencia de Dios.  Cuanto más avanzamos en la escucha y en diálogo con Dios, para que la oración se convierta en el aliento cotidiano de nuestra alma, tanto más se percibe también el sentido de nuestras limitaciones, no sólo frente a las situaciones concretas de cada día, sino también en nuestra propia relación con el Señor.
El Papa explicó tres consecuencias en la vida cristiana cuando dejamos que obre en nosotros no el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Cristo como principio interior de todas nuestras acciones.
En primer lugar, con la oración animada por el Espíritu se nos da la posibilidad de abandonar y de superar toda forma de miedo o de esclavitud, viviendo la auténtica libertad de los hijos de Dios. Sin la oración que alimenta cada día nuestro estar en Cristo, en una intimidad que crece progresivamente, nos encontramos en la condición descrita por  San Pablo, en la Carta a los Romanos: no hacemos el bien que queremos, sino el mal que no queremos.
La libertad del Espíritu -añade san Pablo- nunca se identifica ni con el libertinaje, ni con la posibilidad de elegir el mal, sino con ‘el fruto del Espíritu que es: amor, alegría,  paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre,  y dominio de sí’.

La segunda consecuencia es que la misma relación con Dios llega a ser tan profunda, que nunca se ve afectada  por cualquier hecho o situación. Entonces comprendemos que con la oración no quedamos liberados de pruebas o de sufrimientos, sino que podemos vivirlos en unión con Cristo, con sus sufrimientos, con la perspectiva de participar  también en su gloria.

Muchas veces, en nuestra oración, le pedimos a Dios que nos libere del dolor físico y espiritual  y lo hacemos con gran confianza.  Sin embargo, a menudo tenemos la impresión de no ser escuchados, por lo que corremos el riesgo de desalentarnos y de no perseverar. En realidad, no hay ningún grito humano que no sea escuchado por Dios. La oración no nos exime de la prueba y del sufrimiento, aún más –dice San Pablo– que ‘gemimos interiormente aguardando la adopción como hijos y anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo’. Por medio de la cruz y de la muerte, Dios ha respondido con la resurrección del Hijo y con la vida nueva. La oración animada por el Espíritu Santo nos lleva también a nosotros a vivir cada día el camino de la vida, con sus pruebas y sufrimientos, con plena esperanza y confianza en Dios, que nos responde como le respondió al Hijo.
La tercera consecuencia, es que la oración del creyente se abre también a las dimensiones de la humanidad y de la creación entera, haciéndose cargo de que ‘en efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios’.
Esto significa que la oración, sostenida por el Espíritu de Cristo que habla en lo más profundo de nosotros mismos, nunca se queda encerrada en sí misma –nunca es sólo rezar por mí– sino que se abre al compartir los sufrimientos de nuestro tiempo y de los demás.
De esa forma, la oración  se vuelve intercesión por los demás, y, por lo tanto, liberación de mí mismo, canal de esperanza para toda la creación, expresión de ese amor de Dios que se derrama en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado.  Y precisamente  ello es un signo de verdadera oración, que nunca se finaliza sobre mi mismo yo, sino que se abre a los demás. De forma que me libera y ayuda a redimir al mundo.
San Pablo nos enseña que en nuestra oración, tenemos que abrirnos a la presencia del Espíritu Santo, que ora en nosotros con gemidos inefables, para  llevarnos a adherirnos a Dios con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser. Así, el Espíritu de Cristo se vuelve la fuerza de nuestra oración 'débil', la luz de nuestra oración 'apagada', el fuego de nuestra oración 'árida', donándonos la verdadera libertad interior, enseñándonos a vivir afrontando las pruebas de la existencia, con la certeza de que no estamos solos, y abriéndonos a los horizontes de la humanidad y de la creación que ‘gime y sufre dolores de parto’.
En su saludo en español, el Papa invitó a todos a "pedir al Señor, que su Espíritu sea nuestra fuerza para afrontar las pruebas con la esperanza de estar radicados en Dios. Muchas gracias".

Vaticano, 16  Mayo 2012
Fuente: Extractado ACI/EWTN  Noticias


sábado, 12 de mayo de 2012

Al estilo de Jesús.




Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ha querido apasionadamente. Los ha amado con el mismo amor con que lo ha amado el Padre. Ahora los tiene que dejar. Conoce su egoísmo. No saben quererse. Los ve discutiendo entre sí por obtener los primeros puestos. ¿Qué será de ellos?.
Las palabras de Jesús adquieren un tono solemne. Han de quedar bien grabadas en todos: "Éste es mi mandato: que os améis unos a otros como yo os he amado". Jesús no quiere que su estilo de amar se pierda entre los suyos. Si un día lo olvidan, nadie los podrá reconocer como discípulos suyos.
De Jesús quedó un recuerdo imborrable. Las primeras generaciones resumían así su vida: "Pasó por todas partes haciendo el bien". Era bueno encontrarse con él. Buscaba siempre el bien de las personas. Ayudaba a vivir. Su vida fue una Buena Noticia. Se podía descubrir en él la cercanía buena de Dios.
Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. Al entrar un día en la pequeña aldea de Naín, se encuentra con un entierro: una viuda se dirige a dar tierra a su hijo único. A Jesús le sale desde dentro su amor hacia aquella desconocida: "Mujer, no llores". Quien ama como Jesús, vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas.
Los evangelios recuerdan en diversas ocasiones cómo Jesús captaba con su mirada el sufrimiento de la gente. Los miraba y se conmovía: los veía sufriendo, o abatidos o como ovejas sin pastor. Rápidamente, se ponía a curar a los más enfermos o a alimentarlos con sus palabras. Quien ama como Jesús, aprende a mirar los rostros de las personas con compasión.
 Es admirable la disponibilidad de Jesús para hacer el bien. No piensa en sí mismo. Está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer lo que pueda. A un mendigo ciego que le pide compasión mientras va de camino, lo acoge con estas palabras: "¿Qué quieres que haga por ti?". Con esta actitud anda por la vida quien ama como Jesús.
Jesús sabe estar junto a los más desvalidos. No hace falta que se lo pidan. Hace lo que puede por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar confianza en Dios. Pero no puede resolver todos los problemas de aquellas gentes.
Entonces se dedica a hacer gestos de bondad: abraza a los niños de la calle: no quiere que nadie se sienta huérfano; bendice a los enfermos: no quiere que se sientan olvidados por Dios; acaricia la piel de los leprosos: no quiere que se vean excluidos. Así son los gestos de quien ama como Jesús.

Fuente: José Antonio Pagola

Produzcan frutos en mí.



9    Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí: permanezcan    en mi amor.
10  Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo permanezco en el amor de mi Padre, guardando sus mandatos.
11  Yo les he dicho todas estas cosas para que participen en mi alegría y sean plenamente felices.
12  Ahora les doy mi mandamiento: Ámense unos con otros, como yo los amo a ustedes.
13  No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos.
14  Ustedes son mis amigos si cumplen lo que les mando.
15  Ya no les diré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les digo: amigos, porque les he dado a conocer  todo lo que aprendí de mi Padre.
16  Ustedes no me escogieron a mí. Soy yo quien los escogí a ustedes y los he puesto para que produzcan fruto, y ese fruto permanezca. Entonces todo lo que pidan al Padre en mi nombre, se lo dará.
17  Yo les ordeno esto: que se amen unos a otros.

Evangelio: (Juan 15, vs 9-17)
6° Domingo de Pascua

Oración:

Has sido Tú quien  nos ha amado primero,
Oh Cristo, que también nos llamas amigos…
Ahora en tu presencia,
como piedras vivas en tus manos te pedimos:
úsanos en la construcción del reino de amor,
en la construcción de un templo
donde haya lugar para todos,
en  donde sólo se pida amar.
Únenos a Ti…únenos en la caridad:
del amor que no excluye, sino acepta;
del amor que no ofende, sino que perdona;
del  amor que no hiere, sino que cura las heridas.
Mándanos, en fin, solamente amar;
al hermano más pobre olvidado;
a quien no es como nosotros;
a quien rechaza, quizás, nuestro amor.
Y seremos verdaderamente tus amigos,
misioneros  de tu presencia amorosa en el mundo.
Amén.

Fuente: Lectio Divina



viernes, 11 de mayo de 2012

En momentos difíciles me sostienen vuestras oraciones.





En la audiencia general de este Miércoles y ante unos 10 mil peregrinos, el Papa reflexionó sobre un pasaje de los Hechos de los Apóstoles que narra la prisión de Pedro que es finalmente liberado por la intervención de un ángel del Señor.  
"La oración constante y unánime es un instrumento precioso también para superar las pruebas que puedan surgir en el camino de la vida, porque estando profundamente unidos a Dios, nos permite también estar profundamente unidos a los demás.  Yo, también, desde el primer momento de mi elección como Sucesor de San Pedro, me he sentido siempre sostenido por vuestras oraciones y por la oración de la Iglesia, sobre todo en los momentos más difíciles, os agradezco de corazón.
El episodio de Pedro muestra el poder de la oración. Y el Apóstol, aun estando encadenado, se siente tranquilo, confiado en la certeza de no estar nunca solo: la comunidad está orando por él, el Señor está a su lado, aún más, sabe que ‘el poder de Cristo se manifiesta plenamente en la debilidad’. Ante la prisión de Pedro ´la comunidad congregada ora ante el peligro y la persecución. El Apóstol, encadenado, se halla tranquilo y confiado, con la certeza de no estar solo: la Iglesia reza por él; el Señor le acompaña; y sabe que la fuerza de Cristo se realiza en la debilidad. Experimenta que en el seguimiento de Jesús se encuentra la verdadera libertad, y por ello dará testimonio hasta el martirio, confirmando que el Señor es el Resucitado y lo ha salvado.
Este hecho que es narrado por Lucas, nos advierte que la Iglesia, cada uno de nosotros, cuando atraviesa la noche de la prueba se ve confortado por la oración vigilante, perseverante y confiada en el Señor, que nos sostiene y libera de las cadenas, nos da la serenidad del corazón y ayuda para hacer frente a las dificultades de la vida, aun ante el rechazo, la oposición y la persecución.
Pueden existir  problemas en la comunidad de los creyentes, como sucedió con los primeros cristianos: Santiago nos habla de ello en su Carta. Es una comunidad en crisis, en dificultades, no tanto por las persecuciones, sino porque en su interior hay celos y contiendas. El Apóstol se pregunta la razón de esta situación. Y encuentra dos razones principales: la primera es la de dejarse dominar por las pasiones, por la dictadura de sus propios deseos, por el egoísmo. Y la segunda es la falta de oración (…) o la presencia de una oración que no puede ser definida como tal: ‘piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones’.
Según Santiago, esta situación podía cambiar si toda la comunidad hablara con Dios, rezando verdaderamente de forma asidua y unánime. En efecto, incluso todo lo que se dice sobre Dios, corre el riesgo de perder su fuerza interior y el testimonio se vuelve árido si no están animados, apoyados y acompañados por la oración, por la continuidad de un diálogo vivo con el Señor.
Es un recordatorio importante también para nosotros y para nuestras comunidades, tanto las pequeñas como la familia, así como las más grandes como la parroquia, la diócesis, la Iglesia entera. Me hace pensar que en la comunidad de Santiago, había rezado pero habían rezado mal, sólo por sus propias pasiones. Tenemos que aprender siempre de nuevo a orar bien, a orar realmente, orientándonos hacia Dios y no hacia nuestro propio bien”.
Sobre la liberación de Pedro y la alegría de la comunidad de los cristianos al verlo libre, el Santo Padre señala que: “el Primer Papa experimenta que la verdadera libertad estriba en seguir a Jesús, envueltos por la luz radiante de la Resurrección y, por ello, puede testimoniar hasta el martirio que el Señor es el Resucitado, y que ‘realmente el Señor envió a su Ángel y lo libró de las manos de Herodes’. Luego, el martirio que iba a sufrir en Roma lo unirá definitivamente a Cristo, que le había dicho: cuando seas viejo, otro te llevará a donde no quieras, indicándole con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios”.
En sus palabras finales en castellano, el Papa Benedicto XVI invitó a "todos a experimentar cómo la oración constante y de la comunidad unida es un precioso instrumento para superar las dificultades que surgen en el camino de la vida, porque cuando estamos profundamente unidos a Dios, estamos también unidos a los hermanos. Muchas gracias".

Vaticano, 09 Mayo 2012
Fuente:  Extractado ACI/EWTN Noticias