Durante la Audiencia General de
este Miércoles, y ante miles de peregrinos reunidos en el Aula Paulo VI, el Papa
Benedicto XVI invitó a los fieles:
“A practicar la oración constante
porque con ella nos abrimos a la contemplación del gran misterio que es el plan
de amor de Dios para la historia humana y de cada persona. Reflexionó sobre el
primer capítulo de la Carta de San Pablo a los Efesios que comienza con una oración, que es un himno
de bendición, una expresión de gratitud y alegría. En ese sentido, indicó que es
normal que el ser humano ore para pedir la ayuda de Dios. Para ello, el Señor
nos ha enseñado el Padre Nuestro con el cual nos muestra las prioridades de nuestra oración. Limpia,
purifica nuestros deseos, y así limpia y purifica nuestros corazones.
Si es normal que pidamos en la
oración alguna cosa, también es normal que la oración sea una ocasión para dar
gracias. Si prestamos un poco de
atención, vemos que de Dios recibimos tantas cosas buenas. Es tan bueno con
nosotros, que conviene que le demos las gracias. Y debe ser también una oración
de alabanza.
En su carta a los Efesios, San
Pablo bendice a Dios porque en Cristo nos hizo ‘conocer el misterio de su
voluntad’. El misterio de su voluntad ‘Mysterion’, es un término que
se repite con frecuencia en la Sagrada Escritura y en la Liturgia. Si bien para
el lenguaje común el misterio es lo que no se puede conocer, el himno que abre
la Carta a los Efesios nos lleva de la mano hacia un significado más profundo
de este término y de la realidad que nos muestra. Para los creyentes,
‘misterio’ no es tanto lo desconocido, cuanto la voluntad misericordiosa de
Dios, su designio de amor que en Jesucristo se revela plenamente y nos ofrece
la posibilidad de ‘comprender con todos los santos, cuál es la anchura, la
longitud, la altura y profundidad, y conocer el amor de Cristo’. El misterio
desconocido de Dios se revela, y es que Dios nos ama y nos ama desde el
principio, desde la eternidad.
El Apóstol también recurre a la
oración para agradecer y alabar a Dios, pero también reflexiona sobre las
razones de esta alabanza, de este agradecimiento, presentando los elementos
clave del plan divino y sus etapas.
En primer lugar tenemos que
bendecir a Dios Padre, porque según San Pablo, ‘Dios nos ha elegido en Él,
antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su
presencia, por el amor’.
San Pablo continúa: Dios nos ha
predestinado, nos ha elegido a ser ‘hijos adoptivos por medio de Jesucristo’, a
ser incorporados a su Hijo Unigénito. El Apóstol pone de relieve la gratuidad
de este maravilloso plan de Dios para la humanidad. Dios nos escoge a nosotros
no porque somos buenos, sino porque Él es bueno. En ese sentido, en el centro
de la oración de bendición, el Apóstol muestra la forma en que se lleva a cabo
el plan de salvación del Padre en Cristo, en su Hijo amado, por cuya sangre se
redimió a la humanidad de sus pecados. El sacrificio de la cruz de Cristo es el
acontecimiento único e irrepetible con el que el Padre ha mostrado de manera
luminosa su amor por nosotros, no sólo de palabra, sino de manera concreta.
San Pablo nos invita a considerar
qué tan profundo es el amor de Dios que transforma la historia, que ha
transformado su propia vida de perseguidor de los cristianos a Apóstol
incansable del Evangelio. Hagámonos eco una vez más, de las tranquilizadoras
palabras de la Epístola a los Romanos: ‘Si Dios está con nosotros, ¿quién
estará contra nosotros?’.
Finalmente, San Pablo cierra la
bendición divina con una referencia al Espíritu Santo que ha sido derramado en
nuestros corazones y que es el anticipo de nuestra herencia y prepara la
redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria. Tenemos
que aceptar que el camino de la redención es también un camino nuestro, porque
Dios quiere criaturas libres, que digan ‘sí’ libremente. Pero ante todo éste
fue su camino. Ahora estamos en sus manos y tenemos la libertad de proseguir
por el camino abierto por Él. Vamos en este camino de la redención y avanzando
con Cristo percibimos que la redención se realiza.”
Haciendo un resumen, el Papa dijo
que la visión presentada por San Pablo "en esta gran oración de bendición
nos ha conducido a contemplar la acción de las tres Personas de la Santísima
Trinidad: el Padre, quien nos escogió antes de la creación del mundo, que nos
pensó y creó; el Hijo que nos redimió mediante su sangre y el Espíritu Santo,
anticipo de nuestra redención y de la gloria futura".
"En la oración nos abrimos a
la contemplación de este gran misterio, que es el plan divino de amor en la
historia humana, en nuestra historia personal. En la oración constante, en la
relación diaria con Dios, aprendemos también nosotros, como san Pablo, a
vislumbrar cada vez más claramente los signos de este diseño y esta acción: en
la belleza del Creador que emerge en sus criaturas", afirmó.
"Queridos amigos, cuando la
oración alimenta nuestra vida espiritual nos volvemos capaces de conservar lo
que san Pablo llama ‘el misterio de la Fe’ en una conciencia pura. La
oración - como manera de acostumbrarse a estar con Dios – genera hombres y
mujeres animados, no por el egoísmo, el afán de poseer, la sed de poder, sino
por la gratuidad, el anhelo de amar, la sed de servir, animados por Dios, y
sólo así, se puede llevar la luz a la oscuridad del mundo", añadió. Finalmente,
invitó también a dar "gloria a Dios, porque nos ha dicho todo acerca de sí
mismo en Jesucristo y nos ha donado el Espíritu de la verdad".
Durante la Audiencia, el Papa
también dirigió unas palabras a "los peregrinos de lengua española, en
particular a los grupos venidos de España, Honduras, Colombia, Argentina,
Chile, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a alimentar
vuestra vida espiritual con una oración constante, para crecer en el amor de
Dios y llevar al mundo la luz de su claridad.”
Vaticano, 20 de Junio de 2012
Fuente:
(ACI/EWTN Noticias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario