sábado, 30 de junio de 2012

La Fe de la mujer.




La escena es sorprendente. El evangelista Marcos presenta a una mujer desconocida como modelo de Fe para las comunidades cristianas. De ella podrán aprender cómo buscar a Jesús con Fe, cómo llegar a un contacto sanador con él y cómo encontrar en él la fuerza para iniciar una vida nueva, llena de paz y salud.
A diferencia de Jairo, identificado como "jefe de la sinagoga"  y  hombre importante en Cafarnaún, esta mujer no es nadie. Solo sabemos que padece una enfermedad secreta, típicamente femenina, que le impide vivir de manera sana su vida de mujer, esposa y madre.
Sufre mucho física y moralmente. Se ha arruinado buscando ayuda en los médicos, pero nadie la ha podido curar. Sin embargo, se resiste a vivir para siempre como una mujer enferma. Está sola. Nadie le ayuda a acercarse a Jesús, pero ella sabrá encontrarse con él.
No espera pasivamente a que Jesús se le acerque y le imponga sus manos. Ella misma lo buscará. Irá superando todos los obstáculos. Hará todo lo que puede y sabe. Jesús comprenderá su deseo de una vida más sana. Confía plenamente en su fuerza sanadora.
La mujer no se contenta solo con ver a Jesús de lejos. Busca un contacto más directo y personal. Actúa con determinación, pero no de manera alocada. No quiere molestar a nadie. Se acerca por detrás, entre la gente, y le toca el manto. En ese gesto delicado se concreta y expresa su confianza total en Jesús.
Todo ha ocurrido en secreto, pero Jesús quiere que todos conozcan la Fe grande de esta mujer. Cuando ella, asustada y temblorosa, confiesa lo que ha hecho, Jesús le dice: "Hija, tu Fe te ha curado. Vete en paz y con salud". Esta mujer, con su capacidad para buscar y acoger la salvación que se nos ofrece en Jesús, es un modelo de Fe para todos nosotros.
¿Quién ayuda a las mujeres de nuestros días a encontrarse con Jesús? ¿Quién se esfuerza por comprender los obstáculos que encuentran en la Iglesia actual para vivir su Fe en Cristo "en paz y con salud"? ¿Quién valora la Fe y los esfuerzos de las teólogas que, sin apenas apoyo alguno y venciendo toda clase de resistencias y rechazos, trabajan sin descanso por abrir caminos que permitan a la mujer vivir con más dignidad en la Iglesia de Jesús?
 Las mujeres no encuentran entre nosotros la acogida, la valoración y la comprensión que encontraban en Jesús. No sabemos mirarlas como las miraba él. Sin embargo, con frecuencia, ellas son también hoy las que con su Fe en Jesús y su aliento evangélico sostienen la vida de nuestras comunidades cristianas.


Fuente: José Antonio Pagola

Jesús resucita a la hija de Jairo.




21  Jesús, pues, atravesó el lago en la barca y de nuevo se juntó mucha gente  alrededor de él en la orilla.
22  Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, que se llamaba Jairo y, cuando vio a Jesús se postró a sus pies.
23  Le rogaba: “Mi hija está agonizando; ven, pon tus manos sobre ella para que  sane y viva.”
24  Jesús se fue con Jairo en medio de un gentío que lo apretaba.
25  Se encontraba allí una mujer que estaba padeciendo durante doce años de una hemorragia.
26  Había sufrido mucho en manos de varios médicos y gastado en ello todo lo que tenía sin ningún resultado. Al contrario, cada vez  estaba peor.
27  Como había oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás, en medio  de la gente, y le tocó la ropa.
28  La mujer pensaba: “Si logro tocar aunque sea su ropa, sanaré.”
29  Al momento cesó su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba sana.
30  Pero también Jesús se dio cuenta del poder que había salido de él y, dándose  vuelta, preguntó: “¿Quién me tocó el manto?
31  Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo que la gente te aprieta y preguntas: ¿Quién me ha tocado?”
32  Pero él seguía mirando a su alrededor para saber.
33  Entonces la mujer, que sabía muy bien lo ocurrido, asustada y temblando, se postró ante él y le contó toda la verdad.
34  Jesús le dijo: “Hija, tu Fe te ha salvado, vete en paz y queda sana de tu enfermedad.
35  Jesús estaba todavía hablando, cuando se acercaron algunos de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: “Tu hija ya murió, ¿para qué molestas ahora  al Maestro?”
36  Jesús se hizo el desentendido y dijo al jefe de la sinagoga: “No tengas miedo, solamente ten Fe.
37  Pero no dejó que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, hermano  de Santiago.
38  Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, había gran bulla: unos gritaban, otros lloraban.
39  Jesús dijo: “¿Por qué esta bulla?, la niña no ha muerto sino que duerme.
40  Ellos se burlaron de él. Pero Jesús los hizo salir a todos y entró donde estaba  la niña con el padre, la madre y los que venían con él.
41  Tomando la mano de la niña, le dijo: “Talita kum”, que quiere decir: “Niña, a ti te lo digo, levántate.
42  Y ella se levantó al instante y empezó a corretear, pues tenía unos doce años. Había que ver el estupor que esto produjo.
43  Pero Jesús les ordenó severamente que no lo contaran a nadie, y además  mandó que dieran de comer a la niña.

Evangelio: (Marcos 5, vs 21-43)
Domingo, 01 de Julio de 2012

Oración:

Señor, te pedimos que nos ayudes,
a que nuestra Fe crezca
y madure cada vez más,
para que como la mujer del Evangelio,
te busquemos y esperemos todo de ti,
sabiendo que Tú puedes darnos
todo lo que necesitamos,
si lo pedimos con total confianza.
Derrama Señor
tu gracia en nuestra vida,
y danos una  Fe firme y plena
esperando todo de ti,
creyendo en ti y creyéndote a ti,
en todos los momentos
y circunstancias de nuestra vida,
teniendo la certeza y la seguridad
que Tú actuarás en nuestra vida
cuando recurrimos a ti,
y  cuando ponemos en ti nuestra vida.
Que así sea.
Amén.

Fuente: Lectio Divina


El hombre se realiza plenamente cuando hace la voluntad de Dios.




Esta mañana, durante la Audiencia General de los Miércoles, el Papa Benedicto XVI lamentó que en ocasiones el hombre crea tener el poder de Dios, pero recordó que la plena realización está en hacer la voluntad del Padre sirviendo con caridad a los demás.
“A menudo la lógica humana intenta la realización de sí mismo en el poder, en el dominio, en los medios poderosos. El hombre sigue queriendo construir con sus propias fuerzas la torre de Babel para llegar a la altura de Dios, para ser como Dios. La Encarnación y la Cruz nos recuerdan que la realización plena está en conformar la voluntad humana a la del Padre, en el desapego total de uno mismo, del propio egoísmo, para llenarse del amor y de la caridad de Dios y, así, llegar a ser verdaderamente capaces de amar a los demás.
Dios no quiere sólo la grandeza, Dios es amor que da, ya desde la Trinidad y luego en la Creación. Imitar a Dios significa salir de sí mismo y entregarse en el amor, sólo si logramos salir de nosotros, nos encontramos. En este sentido, en la oración, en la relación con Dios, debemos abrir  la mente, el corazón y la voluntad a la acción del Espíritu Santo, para entrar en esta misma dinámica de vida.
 Nuestra oración está hecha, de silencio y de palabras, de canto y de gestos que implican a toda la persona: desde la boca hasta la mente, del corazón a todo el cuerpo. Es una característica que encontramos en la oración judía, especialmente en los Salmos, uno de los cantos o himnos más antiguos de la tradición cristiana, que San Pablo nos presenta en lo que, en cierto sentido, es su testamento espiritual: la Carta a los Filipenses. San Pablo escribe esta carta mientras está en la cárcel condenado a muerte, y  expresa la alegría de ser discípulo de Cristo, de poder ir a su encuentro, hasta el punto de ver la muerte no como una pérdida, sino como una ganancia.
San Pablo, a través de su carta invita a la alegría,  una característica fundamental, de nuestro ser cristianos y de nuestra orar. ‘Estad siempre alegres en el Señor, lo repito de nuevo: ¡Alegraos!’. Pero, ¿cómo puede regocijarme frente a una sentencia de muerte ya inminente? ¿De dónde, o mejor dicho, de quién San Pablo recoge la serenidad, la fuerza, el coraje de ir hacia su martirio y al derramamiento de sangre?.
La respuesta está en el canto para Cristo, más conocido como el himno cristológico,  un canto que centra toda la atención en los sentimientos de Cristo, es decir, en su modo de pensar y su actitud concreta vivida. Estos sentimientos son el amor, la generosidad, la humildad, la obediencia a Dios, y el darse a uno mismo,  no se trata simplemente de seguir el ejemplo de Jesús como algo moral, sino de volcar toda la existencia en su propia manera de pensar y actuar. La oración  debe llevar hacia un conocimiento y una unión en el amor cada vez más profunda con el Señor, para poder pensar, actuar y amar como Él, en Él y por Él; ejercitarse en eso, aprender los sentimientos de Jesús es el camino de la vida cristiana.
Este canto condensa todo el itinerario divino y humano del Hijo de Dios, que abarca toda la historia humana: del ser en la condición de Dios, a la encarnación, a la muerte en una cruz y a la exaltación en la gloria del Padre, y en parte también el comportamiento de Adán, del hombre desde el principio.
El verdadero Dios y verdadero hombre, no vive su ‘ser como Dios’ para triunfar o para imponer su supremacía, no lo considera como una posesión, un privilegio, un tesoro al qué aferrarse. Sino que ‘se desnudó’, se vació de sí mismo tomando –como dice el texto griego, la ‘morphe Doulos’, la ‘forma de siervo, de esclavo’, una realidad humana marcada por el sufrimiento, la pobreza, y la muerte.
Cristo  se asemejó en todo a los hombres excepto en el pecado, comportándose como un servidor dedicado completamente al servicio de los demás, y en este sentido  tomó sobre sí las fatigas junto a los miembros que sufren. Hizo suyas nuestras humildes enfermedades, y sufrió tormentos por amor a nosotros: esto en conformidad con su gran amor por la humanidad. El Hijo de Dios  se hizo verdaderamente hombre y cumplió un camino en completa obediencia y fidelidad a la voluntad del Padre, hasta el supremo sacrificio de su vida, y  se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y la muerte de cruz. En la cruz Jesucristo alcanzó el mayor grado de humillación, ya que la crucifixión era el castigo reservado a los esclavos y no a las personas libres.
En la cruz de Cristo, el hombre es redimido, y la experiencia de Adán se modifica, dándose la vuelta completamente: Adán, creado a imagen y semejanza de Dios, pretendía ser como Dios, con sus propias fuerzas, ocupar el lugar de Dios, y así perdió la dignidad original que se le había dado. Jesús, sin embargo, aun estando en la condición divina, se rebajó, se sumergió en la condición humana, en total fidelidad al Padre, para redimir al Adán que llevamos dentro para volverle a dar al hombre la dignidad que había perdido. De este modo, el Santo Padre reiteró su llamado a imitar a Jesús, que volvió a dar a la naturaleza humana a través de su humanidad y obediencia, lo que se había perdido por la desobediencia de Adán.
Finalmente, en su saludo a los peregrinos de lengua española, el Santo Padre los invitó a fijar durante la oración la mirada en el Crucifijo, a detenerse más a menudo para la adoración Eucarística y así entrar en el amor de Dios, que se ha rebajado con humildad para elevarnos hacia Él.

Vaticano, 27 Junio 2012
Fuente: (ACI/EWTN Noticias)






domingo, 24 de junio de 2012

Solemnidad de San Juan Bautista.




Queridos amigos

Qué irá a ser de este niño, se preguntaba la gente cuando nació Juan, de sobrenombre el Bautista (Lc 1, 66). Y es que habían pasado tantas “cosas extraordinarias” entorno a su concepción y nacimiento, que era visible la mano de Dios sobre él. Tan visible que sus padres lo llamaron Juan -yohanan, en hebreo, que significa Yavé es compasivo- , es decir regalo de Dios. Regalo de Dios es todo niño que viene a este mundo, aunque sus papás y familiares tengan que preguntarse muchas veces ¿qué irá a ser de este niño?
Nosotros sabemos muy bien lo que llegó a ser el niño Juan y cómo llegó a terminar su vida. Llegó a ser el precursor de Jesús el Mesías (Lc 1,76) y terminó decapitado, presentada su cabeza en una bandeja para satisfacer las pasiones y los caprichos de un rey y su amante (Mc 6, 14-29). Dicho así, lo que fue (precursor) suena pobre y su muerte una desgracia. Pero visto desde lo que Jesús dijo de él y lo que su muerte significó, la cosa cambia. “Es más que un profeta…”, es “el mayor de los hombres nacidos de mujer” (Jn 7, 26, 28). En cuanto a su muerte, trágica y absurda a los ojos del mundo, es la de un mártir a los ojos de Dios, de la historia y de la Iglesia, que hoy lo celebra con solemnidad.
Incidiendo en la importancia de Juan, los cuatro evangelistas hablan de él, presentándolo cada uno desde su particular visión: Para Mateo es sobre todo el Bautista (Mt 3, 13-17); para Marcos es un Profeta y actúa como tal (Mc 1,1-8); para Lucas es el Precursor (Lc 3, 1-19); y para Juan es el Testigo, que da testimonio de Jesús (Jn 1,15, 19-34; 3, 22-36). De todos estos aspectos, ¿con cuál se quedarían ustedes? Yo me quedaría con el de Precursor, pero completado con el de facilitador, porque le facilitó a Jesús su misión de muchas maneras, por ejemplo, invitando a varios de sus discípulos a pasarse a Jesús (Jn 1,36-37).
Todo eso y mucho más fue Juan Bautista. Hoy diríamos que tenía “ángel”, pues no obstante su ruda apariencia externa y su fuerte personalidad, -¿o quizá por eso?- , le seguían multitudes, fascinadas y dispuestas a hacer lo que él les mandara. ¡Y vaya que sí les mandaba! (Lc 10, 3-14). Entre sus muchas virtudes cabe destacar dos, que a muchos les parecerán contradictorias: la humildad y la hombría. Juan era ante todo un hombre humilde, es decir, sincero, auténtico, íntegro y veraz. Pudo fácilmente haberse presentado y haber sido aceptado como el Mesías, pero no lo hizo… En esto mostró la misma hombría que exhibió cuando denunció al rey por su conducta inmoral (Mc 6, 17-29)
Me pregunto qué haría hoy entre nosotros el Profeta Juan. Aunque quizá sea más difícil saber qué haríamos nosotros con él. ¿Qué piensan ustedes de las dos preguntas? ¿Y no creen que el mundo de hoy  necesita  a gritos hombres como él?  Hay sin duda unos cuantos, pero pidamos al Señor que nos envíe algunos más.

Fuente: P. Antonio  Elduayen, CM


Primeros pasos de Juan Bautista.




57  Cuando a Isabel le llegó su día, dio a luz a un hijo.
58  Sus vecinos y parientes supieron que el Señor había
      manifestado su compasión por ella y la felicitaban.
59  Y al octavo día vinieron para cumplir con el niño el rito de la
      circuncisión.
60  Querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su
      Padre, ‘pero la madre dijo: “No, se llamará Juan.”
61  Los otros dijeron: “Pero si no hay nadie en tu familia que se
      llame así.” Preguntaron con señas al padre cómo quería que le
      pusieran.
63  Zacarías entonces pidió una tablilla y escribió: “Su nombre es
      Juan”, por lo que todos quedaron extrañados.
64  En ese mismo instante se le soltó la lengua y sus primeras
      palabras fueron para alabar a Dios.
65  Lo que dejó impresionado a todo el vecindario, y en toda la
      región montañosa de Judea se comentaban estos
      acontecimientos. Y al oírlo la gente se ponía a pensar y decía:
66  “¿Qué llegará a ser este niño? ¿No se ve la mano del Señor en
      él?”
80  Y el niño crecía y su espíritu se fortalecía. Permaneció en el
      desierto hasta el día en que se presentó a los israelitas.

Evangelio: (Lucas 1, vs 57-66.80)

Oración:

Pastor que, sin ser pastor,
al buen Cordero nos muestras,
precursor que, sin ser luz, nos dices por dónde llega,
enséñanos a enseñar la fe desde la pobreza.
Tú que traes un bautismo
que es poco más que apariencia
y al que el Cordero más puro
baja buscando pureza,
enséñame a difundir amor desde mi tibieza.
Tú que sientes como yo que la ignorancia no llega
ni a conocer al Señor ni a desatar sus correas,
enséñame a propagar
la fe desde mi torpeza.
Tú que sabes que no fuiste
la Palabra verdadera y que sólo eras la voz
que en el desierto vocea,
enséñame, Juan, a ser profeta sin ser profeta.
Amén.

Fuente: Lectio Divina






sábado, 23 de junio de 2012

Con la oración contemplamos el plan de amor de Dios para los hombres.




Durante la Audiencia General de este Miércoles, y ante miles de peregrinos reunidos en el Aula Paulo VI, el Papa Benedicto XVI invitó a los fieles:
“A practicar la oración constante porque con ella nos abrimos a la contemplación del gran misterio que es el plan de amor de Dios para la historia humana y de cada persona. Reflexionó sobre el primer capítulo de la Carta de San Pablo a los Efesios  que comienza con una oración, que es un himno de bendición, una expresión de gratitud y alegría. En ese sentido, indicó que es normal que el ser humano ore para pedir la ayuda de Dios. Para ello, el Señor nos ha enseñado el Padre Nuestro con el cual nos muestra  las prioridades de nuestra oración. Limpia, purifica nuestros deseos, y así limpia y purifica nuestros corazones.
Si es normal que pidamos en la oración alguna cosa, también es normal que la oración sea una ocasión para dar gracias. Si prestamos un poco de atención, vemos que de Dios recibimos tantas cosas buenas. Es tan bueno con nosotros, que conviene que le demos las gracias. Y debe ser también una oración de alabanza.
En su carta a los Efesios, San Pablo bendice a Dios porque en Cristo nos hizo ‘conocer el misterio de su voluntad’. El misterio de su voluntad ‘Mysterion’, es un término que se repite con frecuencia en la Sagrada Escritura y en la Liturgia. Si bien para el lenguaje común el misterio es lo que no se puede conocer, el himno que abre la Carta a los Efesios nos lleva de la mano hacia un significado más profundo de este término y de la realidad que nos muestra. Para los creyentes, ‘misterio’ no es tanto lo desconocido, cuanto la voluntad misericordiosa de Dios, su designio de amor que en Jesucristo se revela plenamente y nos ofrece la posibilidad de ‘comprender con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y profundidad, y conocer el amor de Cristo’. El misterio desconocido de Dios se revela, y es que Dios nos ama y nos ama desde el principio, desde la eternidad.
El Apóstol también recurre a la oración para agradecer y alabar a Dios, pero también reflexiona sobre las razones de esta alabanza, de este agradecimiento, presentando los elementos clave del plan divino y sus etapas.
En primer lugar tenemos que bendecir a Dios Padre, porque según San Pablo, ‘Dios nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor’.
San Pablo continúa: Dios nos ha predestinado, nos ha elegido a ser ‘hijos adoptivos por medio de Jesucristo’, a ser incorporados a su Hijo Unigénito. El Apóstol pone de relieve la gratuidad de este maravilloso plan de Dios para la humanidad. Dios nos escoge a nosotros no porque somos buenos, sino porque Él es bueno. En ese sentido, en el centro de la oración de bendición, el Apóstol muestra la forma en que se lleva a cabo el plan de salvación del Padre en Cristo, en su Hijo amado, por cuya sangre se redimió a la humanidad de sus pecados. El sacrificio de la cruz de Cristo es el acontecimiento único e irrepetible con el que el Padre ha mostrado de manera luminosa su amor por nosotros, no sólo de palabra, sino de manera concreta.
San Pablo nos invita a considerar qué tan profundo es el amor de Dios que transforma la historia, que ha transformado su propia vida de perseguidor de los cristianos a Apóstol incansable del Evangelio. Hagámonos eco una vez más, de las tranquilizadoras palabras de la Epístola a los Romanos: ‘Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?’.
Finalmente, San Pablo cierra la bendición divina con una referencia al Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones y que es el anticipo de nuestra herencia y prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria. Tenemos que aceptar que el camino de la redención es también un camino nuestro, porque Dios quiere criaturas libres, que digan ‘sí’ libremente. Pero ante todo éste fue su camino. Ahora estamos en sus manos y tenemos la libertad de proseguir por el camino abierto por Él. Vamos en este camino de la redención y avanzando con Cristo percibimos que la redención se realiza.”
Haciendo un resumen, el Papa dijo que la visión presentada por San Pablo "en esta gran oración de bendición nos ha conducido a contemplar la acción de las tres Personas de la Santísima Trinidad: el Padre, quien nos escogió antes de la creación del mundo, que nos pensó y creó; el Hijo que nos redimió mediante su sangre y el Espíritu Santo, anticipo de nuestra redención y de la gloria futura".
"En la oración nos abrimos a la contemplación de este gran misterio, que es el plan divino de amor en la historia humana, en nuestra historia personal. En la oración constante, en la relación diaria con Dios, aprendemos también nosotros, como san Pablo, a vislumbrar cada vez más claramente los signos de este diseño y esta acción: en la belleza del Creador que emerge en sus criaturas", afirmó.
"Queridos amigos, cuando la oración alimenta nuestra vida espiritual nos volvemos capaces de conservar lo que san Pablo llama ‘el misterio de la Fe’ en una conciencia pura. La oración - como manera de acostumbrarse a estar con Dios – genera hombres y mujeres animados, no por el egoísmo, el afán de poseer, la sed de poder, sino por la gratuidad, el anhelo de amar, la sed de servir, animados por Dios, y sólo así, se puede llevar la luz a la oscuridad del mundo", añadió. Finalmente, invitó también a dar "gloria a Dios, porque nos ha dicho todo acerca de sí mismo en Jesucristo y nos ha donado el Espíritu de la verdad".
Durante la Audiencia, el Papa también dirigió unas palabras a "los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, Honduras, Colombia, Argentina, Chile, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a alimentar vuestra vida espiritual con una oración constante, para crecer en el amor de Dios y llevar al mundo la luz de su claridad.”

Vaticano, 20 de Junio de 2012
Fuente: (ACI/EWTN Noticias)

miércoles, 20 de junio de 2012

Jornada Especial 35 años.



Editorial

“Que la Paz y la Alegría que nos regala el Señor Jesús esté con cada uno de nosotros.”
El Domingo 03 de Junio, celebramos nuestros 35 años de vida como Animadores de Salud. Fue un día muy hermoso, la Eucaristía celebrada por el P. Fernando Macías fue muy festiva y muy participativa.
Sor Julia vino a saludarnos y a entregarnos su mensaje para continuar trabajando, cada vez con más fuerza, por y para nuestro prójimo y a orar intensamente por las vocaciones, que tanto se necesitan.
El P. Fernando Macías  nos entregó, por la tarde, un Tema sobre “El espíritu del servicio”, que fue muy maravilloso, y del cual hemos expuesto para ustedes, y  como un buen recuerdo de esta Jornada, un pequeño video.
Agradecemos a todos y a todas su participación: Incahuasi, Chungungo, Concepción, Valparaíso, Rancagua, Batuco, Nuestra Señora del Pilar, San Gregorio, San Francisco de Borja, El Salvador, Pincoya, Santa Familia antiguo y nuevo y Santa Luisa de Marillac de Santiago. Los testimonios entregados de distintos lugares nos conmovieron fuertemente, damos gracias al Señor por sus capacidades y entrega amorosa.
La Eucaristía debe impregnar toda la vida cotidiana, ya que es el Sacramento del Amor de Cristo; preparémonos para renovarnos, para ser multiplicadores, verdaderos discípulos y misioneros de Jesús. ¡Ánimo, que el Señor está muy fuerte con nosotros, para que realicemos su Obra misericordiosa!
Tengan la seguridad de mis oraciones por cada uno de ustedes y sus familias, los abraza con cariño

Sor Francisca Martínez G.
Hija de la Caridad


domingo, 17 de junio de 2012

San Vicente de Paul.




San Vicente en una conferencia a los misioneros sobre el Reino de Dios, afirma con seguridad:

“… buscad el reino de Dios antes que todo lo demás. Pero, padre, hay tantas cosas que hacer, tantas tareas en la casa, tantas ocupaciones en la ciudad, en el campo; trabajo por todas partes; ¿habrá que dejarlo todo para no pensar más que en Dios? No, pero hay que santificar esas ocupaciones buscando en ellas a Dios, y hacerlas más por encontrarle a él allí que por verlas hechas. Nuestro Señor quiere que ante todo busquemos su gloria, su reino, su justicia, y para eso que insistamos sobre todo en la vida interior, en la Fe, la confianza, el amor, los ejercicios de religión, la oración, la confusión, las humillaciones, los trabajos y las penas, con vistas a Dios, nuestro señor soberano; que le presentemos continuas oblaciones de servicio y de anhelos por ganar reinos para su bondad, gracias para su Iglesia y virtudes para la compañía. Si por fin nos asentamos firmemente en la búsqueda de la gloria de Dios, podemos estar seguros de que lo demás vendrá después.
Nuestro Señor nos ha prometido que atenderá a todas nuestras necesidades, sin que tengamos que preocuparnos de ellas; no obstante, hay que atender a los asuntos temporales y velar por ellos en la medida en que Dios lo desea, pero sin hacer de eso nuestra preocupación principal. Dios espera que así lo hagamos y la compañía hará bien en preocuparse de las cosas exteriores; pero si se ocupa en buscar esas cosas perecederas, descuidando las interiores y divinas, dejará de ser Misión; será un cuerpo sin alma; y este lugar será, como ha sido otras veces, un motivo de pena para las buenas personas y de abandono de Dios. (XI, 429)

Fuente: Lectio Divina.

La semilla que crece por sí sola.




26 Jesús dijo además: “Escuchen esta comparación del Reino de
     Dios. Un hombre echa la semilla en la tierra;
27 esté dormido o despierto, de noche o de día, la semilla brota
     de cualquier manera y crece sin que él se dé cuenta.
28 La tierra da fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga y
     por último la espiga bien granada de trigo.
29 Y cuando el fruto esté maduro, mandan a recogerlo porque ha
     llegado el día de la cosecha.
30 Y les dijo también: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Qué
     comparación podríamos dar de él?
31 Es semejante a una semilla de mostaza. Cuando se la siembra
     es la más pequeña de todas las semillas de la tierra.
32 Pero una vez sembrada crece y se hace más grande que todas
     las plantas del huerto. Entonces echa ramas tan grandes que
     los pájaros del cielo pueden refugiarse bajo su sombra.
33 Jesús usaba muchos ejemplos de este tipo para entregar su
     enseñanza, adaptándose a la capacidad de la gente.
34 Todo se lo decía por medio de ejemplos, pero a sus  discípulos
     Se lo explicaba todo en privado.

Evangelio: (Marcos 4, vs 26-34)

Oración:

Tuyo, Señor, es el Reino
y el poder y la gloria…
Tu misericordia ha querido asociarnos a tu obra
como humildes colaboradores tan solo,
de lo que es tu misterio y la maravilla de tus manos.
Oh Padre que guías la historia de tu reino:
concédenos la esperanza en tus cuidados;
la humildad en la entrega a tu Reino;
la constante vigilancia del amor por tu obra…
De manera que nuestra ansia sea paciente,
nuestro compromiso constante,
nuestro cuidado lleno de fe,
y podamos difundir el deseo de conocerte
y adorarte a Ti,
que haces de la pequeña semilla un árbol grande,
y de tu Iglesia peregrina del tiempo
el inicio del Reino eterno.
Amén.

Fuente: Lectio Divina

sábado, 16 de junio de 2012

Sala de Lectura: Estampas Populares de Chile –Crónicas.(1)




“No se puede dudar. Hay algo de profundamente heroico en la geografía y el alma humanas de Chile. Bajemos desde el Altiplano, donde el derrumbe de las serranías nos muestra, entre las brumas que ocultan o develan la cabeza agresiva del Tacora, un espectáculo de melancolía y fortaleza  poderosos. Aquella mula que trae sobre su lomo las carnaduras y los tapujos de una hembra y su crío, de pura cepa aimará o quechua, mientras el hombre, de igual caradura racial, camina a su flanco, ¿no son parte de la tierra, de la roca, del aire, de la puna mismos? Entre el pedrerío nacen la llareta y la queñua, y esta suerte musculosa de vegetales es también confluencia física y espiritual hacia una sensación de poesía que se bandea en esta lucha grandiosa que es el paisaje. No hablemos del sonido entrañable de la quena, venido como desde el origen de los siglos o desde las tripas volcánicas de la tierra, y que nace de los pulmones del meditativo pastor de llamos y vicuñas, y del alma inasible de la caña, cortada seguramente en las inmediaciones mismas del Titicaca.
Todo esto, mientras en las alturas y cuencas cordilleranas del Andes escabroso se abisman en la búsqueda de un mar que se alcanza a ver, pero cuyo resoplar infinito se siente igual que caricia en los primeros tramos del peregrinaje telúrico que se llama territorio chileno. Y si hay que evocar el mar, no hablemos solamente del azul, de los horizontes luminosos del Pacífico, ni de espumas. Hay por  estos lados una raza tostada de hombres muy buenos para cantar victoria sobre la huidiza albacora: es el pescador, que se enseñorea desde el Morro de Arica hasta los témpanos de la Antártica, a cuero mondo muchas veces, picando el agua brava con sus embarcaciones, igual que el minero pica la piedra para que largue sus maravillas de metales.
Y si seguimos diciendo mar, hay que seguir diciendo cordilleras, lomajes, magia de espejismos, en medio de los cuales el hombre apostó  permanentemente su aguerrida condición. Hay en el norte chileno un vaivén fascinante que es vaivén de océano que va hacia la tierra y tierra que se confunde con el mar. Y si aquí la belleza es trabajada, de una alquimia más misteriosa y transparente que el corazón del salitre y el cobre que florecen en las zonas de Tarapacá y Antofagasta, no descuidemos por motivo alguno al hombre que ha hecho florecer esta tierra, a costa de estampidos, si no de flores y arboledas, de vitales riquezas minerales. Y hablando de hombres, así casi en tono de conseja, vamos alguna vez a las fiestas religiosas de La Tirana. Aquí es donde unos romeros, de uno y de otro sexo, pequeños y mayores, de todos los portes y de todos los trajes más pintorescos, de todos los lugares, le bailan a la Virgen del Carmen, a pleno desierto apenas resarcidos por los tamarugos, los molles o los algarrobos tan heroicos como los hombres.”

Libro:  Estampas Populares de Chile –Crónicas.
           Extracto desde Crónica: Repujado geográfico y humano de
           Chile.
Autor: Nicomedes Guzmán (1914-1964)
Nacionalidad: Chilena

Contemplar a Cristo en la oración no aleja de la realidad.




El Papa Benedicto XVI explicó en la Audiencia General de esta mañana que la contemplación de Cristo, especialmente en la oración, no aleja de la realidad sino que permite a la persona ser más partícipes de las vicisitudes humanas.
Según señala Radio Vaticana, así lo indicó el Papa en su catequesis de hoy ante miles de personas provenientes de distintas partes del mundo reunidas en el Aula Pablo VI. Ante ellos reflexionó sobre la oración de contemplación del Apóstol San Pablo de la que habla en la Segunda Carta a los Corintios. El Santo Padre dijo:
"La contemplación de Cristo en nuestra vida no nos hace extraños de la realidad, como ya dicho, más bien nos hace aun más participes de las vicisitudes humanas porque el Señor, atrayéndonos a sí en su oración, nos permite hacernos presentes y cercanos a cada hermano en su amor. El encuentro diario con el Señor y la frecuencia en los sacramentos puede abrir nuestras mentes y nuestros corazones a su presencia, a sus palabras, a su acción. La oración no es sólo el respiro del alma, sino que –para usar una imagen– también es un oasis de paz, en el que podemos encontrar el agua que alimenta nuestra vida espiritual y transforma nuestra existencia. Y Dios nos atrae hacia sí, nos hace subir la montaña de la santidad, para que nos acerquemos cada vez más a Él, ofreciéndonos a lo largo del camino sus luces y consuelos”.
Reflexionando sobre la profundidad de la oración de San Pablo, que hacen que se pueda hablar de él como un místico, el Papa indicó que: "la mística de San Pablo no se funda sólo en los eventos excepcionales por él vividos, sino también en la cotidiana e intensa relación con el Señor que lo ha sostenido siempre con su Gracia. La mística no lo ha alejado de la realidad, al contrario, le ha dado la fuerza para vivir cada día por Cristo y de construir la Iglesia hasta el fin del mundo de aquel tiempo. La unión con Dios no aleja del mundo, sino que nos da la fuerza de estar realmente, de hacer cuánto se debe hacer en el mundo. También en nuestra vida de oración podemos tener quizás momentos de particular intensidad, en los que sentimos más viva la presencia del Señor, pero es importante la constancia, la fidelidad de la relación con Dios, sobre todo en las situaciones de aridez, de dificultad, de sufrimiento, de aparente ausencia de Dios. Solamente, si somos aferrados por el amor de Cristo, estaremos en condiciones de enfrentar toda adversidad como Pablo, convencidos que todo podemos en Aquel que nos da fuerza.
Por lo tanto cuanto más espacio damos a la oración, veremos que nuestra vida se transformará más y será animada por la fuerza concreta del amor de Dios. Así ocurrió por ejemplo, con la bienaventurada Madre Teresa de Calcuta, que en la contemplación de Jesús y justamente también en tiempos de larga aridez encontraba la razón última y la fuerza increíble para reconocerlo en los pobres y en los abandonados, no obstante su frágil figura.
Así como con el Apóstol, "el Señor no libera de los males, pero nos ayuda a madurar en los sufrimientos, en las dificultades, en las persecuciones. La Fe, por lo tanto, nos dice que si permanecemos en Dios ‘aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día, precisamente en las pruebas’.
El Apóstol comunica a los cristianos de Corinto –y también a nosotros– que ‘nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que supera toda medida’. En realidad, humanamente hablando, no era un peso ligero el de las dificultades, era gravísimo. Sin embargo, en comparación con el amor de Dios, con la grandeza de ser amados por Dios, se vuelve ligero, sabiendo que la cantidad de la gloria será inconmensurable.
Así que, en la medida en que crecemos en nuestra unión con el Señor y en que nuestra oración se vuelve intensa, también nosotros vamos a lo esencial y comprendemos que no es el poder de nuestros medios, de nuestras virtudes, nuestras capacidades, el que realiza el Reino de Dios, sino que es Dios el que obra maravillas, justo a través de nuestra propia debilidad, de nuestro no estar a la altura del cargo. Por lo tanto, debemos tener la humildad de no confiar simplemente en nosotros mismos, sino de trabajar con la ayuda del Señor en la viña del Señor, encomendándonos a Él como ‘frágiles recipientes de barro’.
Solo la fe, el confiar en la acción de Dios, en la bondad de Dios que no nos abandona es la garantía de no trabajar en vano. Así la Gracia del Señor ha sido la fuerza que ha acompañado a San Pablo en las tremendas fatigas para difundir el Evangelio y su corazón ha entrado en el corazón de Cristo, volviéndose capaz de conducir a los otros hacia Aquel que murió y resucitó por nosotros.
En la oración abrimos por tanto nuestro ánimo al Señor para que Él venga a habitar nuestra debilidad, transformándola en fuerza para el Evangelio. Y es rico de significado también el verbo griego con el que Pablo describe este morar del Resucitado Señor en su frágil humanidad; usa episkenoo, que podremos interpretar con ‘poner la propia tienda’. El Señor, continúa poniendo su tienda en nosotros, en medio a nosotros: es el Misterio de la Encarnación. El mismo Verbo divino, que ha venido a morar en nuestra humanidad, quiere habitar en nosotros, plantar en nosotros su tienda, para iluminar y trasformar nuestra vida y el mundo".
Contemplar al Señor es, al mismo tiempo, fascinante y tremendo: fascinante porque Él nos atrae a si y rapta nuestro corazón hacia lo alto, llevándolo a su altura donde experimentamos la paz, la belleza de su amor; tremendo porque desnuda nuestra debilidad humana, nuestra inadecuación, la fatiga de vencer al Maligno que insidia nuestra vida, aquella espina clavada también en nuestra carne. En la oración, en la contemplación cotidiana del Señor, recibimos la fuerza del amor de Dios y sentimos que son verdaderas las palabras de San Pablo a los cristianos de Roma cuando ha escrito: ‘porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor’.
El Papa Benedicto XVI afirmó también que "de una manera en la que arriesgamos de confiar solamente en la eficiencia y la potencia de los medios humanos, en este mundo, estamos llamados a redescubrir y a testimoniar la potencia de Dios que se transmite, se comunica en la oración, con la cual crecemos cada día en el conformar nuestra vida a aquella de Cristo".

Vaticano, 13 Junio 2012
Fuente: (ACI/EWTN Noticias)

sábado, 9 de junio de 2012

Eucaristía y Crisis.




Todos los cristianos lo sabemos. La Eucaristía dominical se puede convertir fácilmente en un "refugio religioso" que nos protege de la vida conflictiva en la que nos movemos a lo largo de la semana. Es tentador ir a misa para compartir una experiencia religiosa que nos permite descansar de los problemas, tensiones y malas noticias que nos presionan por todas partes.
A veces somos sensibles a lo que afecta a la dignidad de la celebración, pero nos preocupa menos olvidarnos de las exigencias que entraña celebrar la cena del Señor. Nos molesta que un sacerdote no se atenga estrictamente a la normativa ritual, pero podemos seguir celebrando rutinariamente la misa, sin escuchar las llamadas del Evangelio.
El riesgo siempre es el mismo: Comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón, sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la Eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro.
En los próximos años se van a ir agravando los efectos de la crisis mucho más de lo que nos temíamos. La cascada de medidas que se nos dictan de manera inapelable e implacable irán haciendo crecer entre nosotros una desigualdad injusta. Iremos viendo cómo personas de nuestro entorno más o menos cercano se van empobreciendo hasta quedar a merced de un futuro incierto e imprevisible.
 Conoceremos de cerca inmigrantes privados de asistencia sanitaria, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación, familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas por el desahucio, gente desasistida, jóvenes sin un futuro nada claro... No lo podremos evitar. O endurecemos nuestros hábitos egoístas de siempre o nos hacemos más solidarios.
La celebración de la Eucaristía en medio de esta sociedad en crisis puede ser un lugar de concienciación. Necesitamos liberarnos de una cultura individualista que nos ha acostumbrado a vivir pensando solo en nuestros propios intereses, para aprender sencillamente a ser más humanos. Toda la Eucaristía está orientada a crear fraternidad.
No es normal escuchar  todos los domingos a lo largo del año el Evangelio de Jesús, sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre "el pan nuestro de cada día" sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin estar dispuestos a tender una mano a quienes están más solos e indefensos ante la crisis.

Fuente:  José Antonio Pagola