miércoles, 11 de abril de 2012

Los discípulos de Emaús.



13 Ese mismo día, dos discípulos iban de camino a un pueblecito llamado Emaús, a unos treinta kilómetros de Jerusalén,

14 ‘conversando de todo lo que había pasado’.

15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó

y se puso a caminar a su lado,

16 ‘pero algo les impedía reconocerlo’. Jesús les dijo:

17 “¿Que es lo que van conversando juntos por el camino?” Ellos se detuvieron, con la cara triste.

18 Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: “¿Cómo, así que tú eres el único peregrino en Jerusalén que no sabe lo que pasó en estos días?”

19 “¿Qué pasó?, preguntó Jesús. Le contestaron: “Todo ese asunto de Jesús Nazareno. Este hombre se manifestó como un profeta poderoso en obras y en palabras, aceptado tanto por Dios como por el pueblo entero.

20 Hace unos días, los jefes de los sacerdotes y los jefes de nuestra nación lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz.

21 Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel; pero a todo esto van dos días que sucedieron estas cosas.

22 En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron sorprendidos.

23 Fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron a contarnos que se les habían aparecido unos ángeles que decían que estaba vivo.

24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.”

25 Entonces Jesús les dijo: “¡Qué poco entienden ustedes y cuánto les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!

26 ¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera para entrar en su gloria?

27 Y comenzando por Moisés y recorriendo todos los profetas, les interpretó todo lo que las Escrituras decían sobre él.

28 Cuando ya estaban cerca del pueblo al que ellos iban, él aparentó seguir adelante.

29 Pero ellos le insistieron, diciéndole: “Quédate con nosotros, porque cae la tarde y se termina el día.” Entró entonces para quedarse con ellos.

30 Una vez que estuvo a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.

31 En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero ya había desaparecido.

32 Se dijeron uno al otro: “¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”

33 Y en ese mismo momento se levantaron para volver a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo.

34 Estos les dijeron: “¡Es verdad! El Señor resucitó y se dejó ver por Simón.”

35 Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Evangelio: (Lucas 24, vs 13-35)


Quédate Señor con nosotros mientras vamos de camino, es el anhelo de todo corazón creyente. La presencia de Jesucristo resucitado se hace cotidianidad en nuestra celebración eucarística. Pan de vida en el misterio que se celebra en nuestro diario acontecer. Es allí en la sencillez del partir el pan donde él se nos revela.

Fuente: Fragmento Evangelio Ciclo B

No hay comentarios: