domingo, 1 de abril de 2012

Domingo de Ramos.



Pasión de nuestro Señor Jesucristo

33 Llegado el mediodía, se oscureció todo el país hasta las tres de la tarde,

34 Y, a esa hora, Jesús gritó con voz fuerte:

Eloí, Eloí, ¿lamá sabactani?”,

Que significa:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

35 Entonces algunos de los que estaban allí dijeron: “Está llamando a Elías.”

36 Uno de ellos corrió a mojar una esponja en vino agridulce, la puso en la punta de una caña, y le ofreció de beber, diciendo: “Déjenme, a ver si viene Elías a bajarlo.”

37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Evangelio: (Marcos 14,1-15,47)

(Sería bueno reflexionar el texto entero)


San Vicente contempla la humildad de Cristo, ve la humildad del Señor como algo que envuelve toda la vida de Jesús, quien nos dejó como “monumento” el crucifijo:

“Padres, ¿qué otra cosa es su vida (la de Jesús) sino una serie de ejercicios de humildad? Es una humillación continua, activa, pasiva; él la amó tanto que no se apartó de ella en la tierra; y no sólo la amó mientras vivía, sino incluso después de su preciosa muerte, ya que nos dejó como un monumento inmortal de las humillaciones de su persona divina, un Crucifijo, para que lo recordáramos como criminal y ajusticiado, y quiso que la Iglesia nos lo presentara ante los ojos en ese estado de ignominia, muerto así por nosotros…” (XI, 485)

Oración

Oh Cristo,

Tú entras hoy bajo el clamor de las gentes

al escenario mismo de tu pasión salvadora...

Tú, rodeado por todos,

no desechas la falsa acusación y condena

que ha de salvarnos a todos:

Atráenos hoy con el poder de tu pasión,

para que seamos en verdad discípulos tuyos,

dispuestos a acompañar toda pasión y dolor,

sufridos en inocencia e injusticia,

entregados a consolar todo tormento

y toda agonía del mundo...

Haznos aclamarte en verdad, hosanna,

Hijo de David, y salvador de los hombres,

ten piedad de nosotros.

Y por tu camino de cruz,

redímenos con tu entrega y humillación,

Oh Cristo, que mueres abandonado por todos,

¡Oh siervo fiel de la voluntad del Padre!

Fuente: Lectio Divina

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