sábado, 19 de enero de 2013

Las bodas de Caná.




1    A los tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea,
      y la madre de Jesús era de la fiesta.
2   También fue invitado a las bodas Jesús con sus discípulos.
3   El vino se acabó y la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino.”
4   Jesús respondió: “Mujer, ¿cómo se te ocurre? Todavía no ha
     llegado mi Hora.”
5   Su madre, empero, dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que
     Él les mande.”
6   Había allí seis jarrones de piedra, de los que sirven para los
     ritos de la purificación de los judíos, de unos cien litros de
     capacidad cada uno.
7   Jesús indicó a los sirvientes: “Llenen de agua esas tinajas.”
     Y las llenaron hasta el borde.
8   “Saquen ahora, les dijo, y llévenle al mayordomo para que lo
     pruebe.” Y ellos se lo llevaron.
9   El mayordomo probó el agua cambiada en vino, sin saber de
     dónde lo habían sacado; los sirvientes sí que lo sabían, pues
     habían sacado el agua.
10 Llamó al esposo ‘y le dijo: “Todo el mundo pone al principio
     el vino mejor, y cuando todos han bebido bastante, se sirve un
     vino inferior; pero tú has dejado el mejor vino para el final.”
11 Este fue el principio de las señales milagrosas que hizo Jesús.
     Lo hizo en Caná de Galilea: Así manifestó su gloria y sus
     discípulos creyeron en él.

Evangelio: (Juan 2, vs. 1-11)

Oración:

María, señora nuestra,
así como en Caná,
fuiste sensible a la necesidad de esos esposos,
y buscaste una solución al problema que tenían,
haciendo que tu Hijo se manifestara y actuara,
te pido que hoy mires mi vida, la de mi familia,
la de mi comunidad, la de mi parroquia,
e intercedas por cada uno de nosotros ante tu Hijo,
pues en muchas ocasiones también se nos acaba
el vino de la esperanza, de la ilusión,
de las fuerzas para luchar, para seguir esperando;
por eso, Señora, como lo hiciste entonces,
llévanos a tu Hijo,
porque Él manifiesta su amor
en lo que somos y en lo que hacemos.
Hoy, nuevamente dile a tu Hijo
lo que estamos viviendo,
y pídele que nos llene de su amor y de su paz,
para que hoy podamos experimentar
su gracia y su bendición.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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