San
Vicente exalta la pobreza de Jesús y de todos aquellos que quieren seguirle:
“...Bienaventurados los pobres de corazón y de afecto, porque su herencia es
el reino de los cielos. Esa es la primera razón que el Salvador del mundo alega
para llevar a los hombres al amor de la pobreza: los pobres son
bienaventurados. ¡Qué gran razón para amar la pobreza, pues es ella la que nos
da la felicidad! Pero ¿en qué consiste esa bienaventuranza? Hela aquí, como una
segunda razón para confirmar la primera: porque de ellos es el reino de los
cielos. Y después de estas razones, nos enseña lo que es la pobreza. Cuando
aquel joven fue a buscar a nuestro Señor para que le dijera lo que tenía que
hacer para asegurar su salvación, Jesús le dijo: véndelo todo, no te reserves
nada. Así dice y explica perfectamente en qué consiste la pobreza: en una
perfecta renuncia a todas las cosas de la tierra; una renuncia completa...
Indica también los medios para conseguirlo, cuando les dice un poco más tarde a
los discípulos: es más difícil..., perdón, es más fácil que pase un camello por
el agujero de una aguja que hacer entrar a un rico en el cielo; la puerta es
muy estrecha, y esas gentes inflamadas y cargadas de bienes no podrán pasar. ¡Poderoso
medio, poderoso medio, que arrastra detrás de sí a los espíritus! Él fuerza,
arrastra la necesidad de la salvación; no hay medio, si se tiene el corazón
apegado a las riquezas. ¡Qué medio tan poderoso para hacer que se abrace la
pobreza! (XI,171)
Fuente: Lectio Divina Vicenciana
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