46 Llegaron a Jericó. Y, al salir Jesús de allí,
acompañado de
sus discípulos y de una gran multitud, el
hijo de Timeo
(Bartimeo), un limosnero ciego estaba
sentado a la orilla del
camino.
47 Cuando supo que era Jesús de Nazaret, se puso
a gritar:
“¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de
mí!”
48 Varias personas trataron de hacerlo callar.
Pero él gritaba
mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión
de mí!”
49 Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo.” Llamaron al ciego,
diciéndole: “¡Párate, hombre!, te está
llamando.”
50 Y él, arrojando su manto, de un salto se puso
de pie y llegó
hasta Jesús.
51 Jesús le preguntó: “¿Qué
quieres que te haga?” El ciego
respondió: “Maestro, que yo vea.” Entonces
Jesús le dijo:
“Puedes irte;
tu Fe te ha salvado.”
52 Y al instante vio, y se puso a caminar con
Jesús.
Evangelio: (Marcos 10, vs 46-52)
Oración:
Permite que te
sigamos por el camino
Oh Cristo, que has
librado nuestra vida
de las sombras del
pecado y la muerte...
permite que
dejando todo aquello
en lo que hemos
confiado ciegamente,
seamos en el mundo
presencia amorosa
de tu Reino entre
las personas.
Y continua
abriendo nuestros ojos
ante los signos de
tu paso;
que podamos
decirte en medio de todos:
“Piedad de
nosotros, Hijo de David,
llena nuestras
vidas de tu Gracia”.
Para llevar a los
pobres y a los pequeños
esta noticia
gozosa de tu cercanía…
Para llevarte a
ti, oh Cristo,
luz, camino y
aspiración verdadera
de todo hombre que
viene a este mundo.
Amén.
Fuente: Lectio Divina Vicenciana
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