sábado, 27 de octubre de 2012

El ciego de Jericó.




46  Llegaron a Jericó. Y, al salir Jesús de allí, acompañado de
      sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo
      (Bartimeo), un limosnero ciego estaba sentado a la orilla del
      camino.
47  Cuando supo que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:
      “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”
48  Varias personas trataron de hacerlo callar. Pero él gritaba
      mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
49  Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo.” Llamaron al ciego,
      diciéndole: “¡Párate, hombre!, te está llamando.”
50  Y él, arrojando su manto, de un salto se puso de pie y llegó
      hasta Jesús.
51  Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego
      respondió: “Maestro, que yo vea.” Entonces Jesús le dijo:
      “Puedes irte; tu Fe te ha salvado.
52  Y al instante vio, y se puso a caminar con Jesús.

Evangelio: (Marcos 10, vs 46-52)

Oración:

Permite que te sigamos por el camino
Oh Cristo, que has librado nuestra vida
de las sombras del pecado y la muerte...
permite que dejando todo aquello
en lo que hemos confiado ciegamente,
seamos en el mundo presencia amorosa
de tu Reino entre las personas.
Y continua abriendo nuestros ojos
ante los signos de tu paso;
que podamos decirte en medio de todos:
“Piedad de nosotros, Hijo de David,
llena nuestras vidas de tu Gracia”.
Para llevar a los pobres y a los pequeños
esta noticia gozosa de tu cercanía…
Para llevarte a ti, oh Cristo,
luz, camino y aspiración verdadera
de todo hombre que viene a este mundo.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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