sábado, 10 de marzo de 2012

Urge silencio para oír a Dios en la oración.



En la catequesis de la audiencia general de hoy, dedicada al tema del silencio de Jesús, el Papa Benedicto XVI señaló:

“El silencio interior y exterior es imprescindible para abrir la profundidad del ser de cada uno a Dios, que siempre acompaña especialmente en la oscuridad del dolor. Este tema de hoy es la dinámica de la palabra y el silencio, que marca toda la oración de Jesús, y concierne también a nuestra vida de plegaria en dos direcciones".

"La primera es la disposición para acoger la Palabra de Dios. Es necesario favorecer el silencio interior y exterior para que dicha Palabra pueda ser escuchada. Con frecuencia, los Evangelios nos presentan al Señor que se retira solo a un lugar apartado para orar". El silencio tiene la capacidad de abrir en la profundidad de nuestro ser un espacio interior, para que Dios habite, para que permanezca su mensaje, y nuestro amor por Él penetre la mente, el corazón, y aliente toda la existencia".

“En segundo lugar, en nuestra oración nos encontramos ante el silencio de Dios, en el que puede advertirse un sentido de abandono o la sensación de que Él no nos escucha, ni responde. Pero este silencio, como le sucede a Jesús, no es señal de ausencia".

"El cristiano sabe que el Señor está presente y escucha, aun en la oscuridad del dolor, del rechazo y de la soledad". Describió la experiencia en la cruz, en la que el Hijo de Dios es obediente también en el silencio. "La cruz de Cristo no sólo muestra el silencio de Jesús como su última palabra al Padre, sino que también revela que Dios habla a través del silencio (…) Continuando en la obediencia hasta el último aliento de vida, en la oscuridad de la muerte, Jesús ha invocado al Padre. A Él se ha confiado en el momento del pasaje, a través de la muerte, a la vida eterna. La experiencia de Jesús en la cruz es profundamente reveladora de la situación del hombre que reza y de la culminación de la oración: después de haber escuchado y reconocido la Palabra de Dios, debemos mesurarnos con el silencio de Dios, expresión importante de la misma Palabra divina".

Al referirse a la necesidad del silencio, el Papa reconoce que esto es complicado en nuestro tiempo. "De hecho, la nuestra es una época que no favorece el recogimiento; es más a veces se tiene la impresión de que haya miedo a salirse, aunque sea por un instante, del río de palabras e imágenes que marcan y llenan los días. Este principio de que sin el silencio no se oye, no se escucha, no se recibe una palabra, este principio vale para la oración personal, especialmente, pero también para nuestras liturgias: para facilitar una escucha auténtica, éstas deben también estar llenas de momentos de silencio y de acogida no verbal".

Al referirse al silencio de Dios en la oración, señaló: “a menudo probamos casi una sensación de abandono, nos parece que Dios no escucha y no responde. Pero este silencio de Dios, como pasó con Jesús, no marca su ausencia. Un corazón atento, silencioso, abierto, es más importante que muchas palabras. Jesús nos asegura que Dios conoce nuestras necesidades; nos conoce en lo más íntimo y nos ama: saber esto debería ser suficiente".

Benedicto XVI recordó luego la historia de Job, que lo perdió todo y sin embargo nunca desconfió de la providencia divina.

"Esta extrema confianza que se abre al encuentro profundo con Dios ha madurado en el silencio. San Francisco Javier rezaba diciendo al Señor: yo te amo, no porque puedes darme el cielo o condenarme al infierno, sino porque eres mi Dios. Te amo porque Tú eres Tú".

“Es el mismo Señor quien nos enseña a orar, como amigo, interlocutor y maestro. "En Jesús se revela la novedad de nuestro diálogo con Dios: la oración filial, que el Padre espera de sus hijos. Y de Jesús aprendemos cómo la oración constante nos ayuda a interpretar nuestra vida, a cumplir nuestras opciones, a reconocer y a aceptar nuestra vocación, a descubrir los talentos que Dios nos ha dado, a cumplir cotidianamente su voluntad, único camino para realizar nuestra existencia".

El Papa indicó luego: "a nosotros, a menudo preocupados por la eficacia operativa y por los resultados concretos que podemos lograr, la oración de Jesús nos indica que tenemos necesidad de detenernos, de vivir momentos de intimidad con Dios, ‘desconectándonos’ del ruido de cada día, para escuchar, para llegar a la ‘raíz’ que sostiene y alimenta la vida". Recordó "las palabras de San Pablo sobre la vida cristiana en general (que) valen también para nuestra oración: ‘porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor’".

En español y para concluir, el Papa alentó a "todos a aprender de Cristo el modo que tiene de dirigirse a Dios, para comprender mejor su voluntad y así llevarla a la práctica. Muchas gracias".

Vaticano, 07/Marzo/2012

Fuente: ACI/EWTN Noticias

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