miércoles, 31 de diciembre de 2014

Feliz Año Nuevo 2015.



Al finalizar este año 2014 elevemos esta acción de gracias a Dios, y compartamos esta oración para rezarla junto a nuestra familia y amigos antes de la medianoche del 31 de Diciembre:

“Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de Ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo Tú sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.
Amén.”

Fuente: Aciprensa

sábado, 27 de diciembre de 2014

San Vicente de Paul: Responder con mansedumbre.



“La mansedumbre no solamente nos hace excusar las afrentas e injurias que recibimos, sino que incluso pide que tratemos mansamente a quienes nos maltratan, con palabras amigables y, si llegasen incluso a darnos un bofetón, que lo suframos por Dios; es esta virtud la que produce este efecto. Sí, un siervo de Dios que la posea, cuando se sienta ultrajado por alguien, ofrecerá a su divina bondad este rudo trato y se quedará en paz.”

San Vicente de Paul

Y nos regala esta oración: 
Oh Salvador,
pon en nosotros las disposiciones
necesarias para sufrir,
de la manera que tú deseas,
las  persecuciones que tengas a bien enviarnos.
Afírmanos en ese estado bienaventurado
que has prometido a las personas
afligidas y perseguidas.
Haz que nos mantengamos
firmes en la persecución,
sin huir ni doblegarnos
ante  los ataques del mundo.
Te lo pido por el mérito de tus sufrimientos.

Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Fiesta de la Sagrada Familia.



Queridos amigos y amigas:
Desde la Nochebuena hemos venido centrando nuestra mirada en el Niño Dios, recién nacido. Hoy la iglesia nos pide mirar también a María y José y contemplar en conjunto la Sagrada Familia. Contemplarla tal como nos la propone el evangelio (Lc 2, 22-39), es decir, una familia religiosa y cumplidora, que va al templo de Jerusalén a cumplir todo lo prescrito por la Ley, (aunque a ellos no les obligara). Una familia que recibe la noticia sorpresiva y dolorosa de que el hijo será bandera de discordia para muchos y de que una espada atravesará el corazón de la madre. Y una familia en busca de casa -la vieja casa de Nazaret a la que María y José vuelven después de una odisea de 4 años- y en la que el niño crecerá sano, sabio y santo.
Ciertamente, por la santidad de sus miembros la Sagrada Familia es modelo para nuestras familias, pero lo es también por su manera de enfrentar, tratar y resolver los problemas de la vida. Si pese a todo, ellos pudieron llegar a ser una Familia Sagrada, ¿por qué no nosotros? Hay que ponerle voluntad y empeño. Y darle gracias a Dios, porque le plugo instituir la familia, basada en el matrimonio de un hombre con una mujer, para ser como el seno y el hábitat naturales de la vida del hombre. Él mismo, cuando decidió hacerse hombre, lo hizo en el seno de una familia.
Digamos un par de cosas sobre el fundamento y la razón de ser así de nuestras familias, para que no se crea que se originaron por costumbres sociales o por imposiciones religiosas. Digamos 1º que el fundamento de la familia (lo que la hace necesaria) es, ante todo, la conservación de la especie humana. Digamos 2º que el instinto de conservación de la especia humana es anterior, por milenios, a cualquier ley positiva natural (leyes humanas) o religiosa (religiones). Definitivamente, si no hay familia no hay garantía de supervivencia de la especie humana.
Querida por Dios y elevada a sacramento por Jesucristo (Mt 19, 4-9), la familia ha sido siempre y es sobre todo ahora bandera de lucha de la Iglesia. En la fiesta de la Sagrada Familia, se nos pide:
·        orar por la familia (empezando por la nuestra), para que sea siempre lo que Dios quiso que sea. Siempre en guardia ante los males de toda clase que la acechan.
·        poner de relieve sus bondades como “formadora de personas, educadora de la fe y promotora del bien social”, amén de ser santuario de la vida, iglesia doméstica y escuela de vida social.
·        estrechar lazos de unión en el amor y renovar compromisos, buscando la felicidad de todos sus miembros.

·        hacer y reforzar la Pastoral Familiar, empezando por la de nuestra parroquia, cuyo Equipo espera que otros matrimonios se le unan.
Fuente:P. Antonio Elduayen, CM

El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.



Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, [de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.]
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Evangelio: Lucas 2,22-40

Oración:
Sagrada Familia de Nazaret,
comunión de amor de Jesús, María y José,
modelo e ideal de toda familia cristiana,
a ti confiamos nuestras familias.
Haz de cada familia un santuario
en el que se acoja y se respete la vida:
una comunidad de amor abierta a la fe y a la esperanza,
un hogar en el que reinen la comprensión, la solidaridad;
y en el que se viva la alegría
de  la reconciliación y de la paz.
Concédenos que todas nuestras familias
tengan una vivienda digna
en la que nunca falten el pan suficiente
y  lo necesario para una vida verdaderamente humana.
Abre el corazón de nuestros hogares a la oración,
a la acogida de la Palabra de Dios
y al testimonio cristiano;
que cada una de nuestras familias sea
una auténtica Iglesia doméstica en la que se viva
y  se anuncie el Evangelio de Jesucristo.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Nos visitará el sol que nace de lo alto.



En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
"Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahám. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz."
Evangelio: (Lucas 1, vs 67-79)

Oración:
Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está,
la noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.
Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.
Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,
que el rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.
Los justos sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida en su vida, su Amor en su amor
serían un día su gracia y su don.
Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador.
Amén.

Fuente: Aciprensa

domingo, 21 de diciembre de 2014

Adviento: 4° Domingo.



“La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el acontecimiento histórico, que hace más de dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea de Judea. Es necesario comprender más bien que toda nuestra vida debe ser un «Adviento», una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo”.

San Juan Pablo II

Oración:
La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en el canto que brota jubiloso,
en  labios de María pronunciado.
El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno baja de los cielos,
con  nuestra débil carne se deposa.
¡Oh misterio que sólo la fe alcanza!,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz  nueva en su presencia misteriosa.
A Dios sea la gloria eternamente,
y al Hijo suyo amado, Jesucristo,
el que quiso nacer para vosotros
para  darnos su Espíritu divino.
Amén.

Fuente: Aciprensa

sábado, 20 de diciembre de 2014

Domingo 4° Adviento.



Queridos amigos y amigas:
Para esta última semana de preparación a la Navidad, la Iglesia nos propone como modelo a María. Miren a María, nos dice, y hagan lo que ella hizo. Con la seguridad, además, de que habrá de ayudarnos a hacerlo, si se lo pedimos con confianza. Ella es Ntra. Sra. del Adviento y de la Navidad y sabe muy bien lo que tenemos que hacer para pasar del Adviento (vivir en la Esperanza) a la Navidad (vivir con el Esperado). Lo sabe por propia experiencia y nos lo cuenta en el evangelio del día (Lc 1, 26-38), que es el evangelio que nosotros conocemos como el de la Anunciación de María y la Encarnación del Hijo de Dios.
Este misterio, que celebramos el 25 de marzo y que, después de nueve meses, concluye felizmente en la Navidad, nos dice cómo se preparó María para la llegada de Jesús. Lo veremos luego. Digamos ahora que contiene otras muchas cosas y mucho más importantes. Estas tres, por ejemplo:
1, que Dios cumple la gran promesa que hiciera en el Protoevangelio (Gen 3,15);
2, que cada una de las tres divinas Personas de la Santísima Trinidad establece con María una relación singular (única), pasando a ser Hija del Padre, Madre del Hijo y Convivium (esposa) del Espíritu Santo;
3, que, por pura gratuidad, Dios inicia en Jesucristo su Nuevo Plan para el mundo (el Reino de Dios), que cambiará por completo la historia del hombre.
Como modelo de nuestro Adviento, María nos enseña a:
1, aceptar plena y confiadamente la voluntad de Dios. María lo hizo con un SÍ (Fiat), que cambió por completo su plan de vida con José y que la embarcó en la aventura inédita de ser Madre de Dios. Y nosotros ¿en qué vamos a decirle SI (Fiat) al Señor? ¿Qué estamos dispuestos a cambiar en nosotros y/o en el entorno?
2, entregarnos por entero al Señor y acompañarlo en cuerpo, alma y espíritu. María hasta le consagró su virginidad (Lc 1, 34), cuando toda mujer israelita “se moría” por ser madre y tener muchos hijos, pensando que alguno de ellos podría ser el Mesías. Treinta de sus 33 años vivió María en Nazaret enteramente para su hijo Jesús, en función de Jesús y de su Misión.
3, darlo a conocer y amar a los demás, como la primera y más importante Discípula Misionera de Jesús, En efecto, María hizo suya y llevó en su seno la Palabra, cuando la hizo sentir en su visita a su pariente Isabel (Lc 2, 52), cuando se comprometió a llevarla a todos al aceptar el pedido de su Hijo en la cruz de ser Madre de todos los hombres, y cuando en Pentecostés dio su Sí al Espíritu Santo, que vino a lanzar la Iglesia a todos los pueblos del mundo (Hech 1,8) Acoger al Señor, ponernos a su disposición y darlo a conocer a los demás, es lo que podemos hacer con y como María.

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.



En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin."
Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.
Evangelio: (Lucas 1, vs 26-38)

Oración:
Señor, Dios nuestro,
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?
Has querido morar entre nosotros,
haciéndote  uno de los nuestros..
¡Cuántas veces hemos desilusionado tu amor
incapaces de corresponderte,
cuando  permanecemos lejanos del hermano!
Como María,
queremos hacernos disponibles en Adviento,
de tal manera que nuestra vida sea tu casa,
el lugar de tu morada,
el espacio de tu gloria.
Socorre nuestra miseria:
concédenos paz y cercanía,
de tal manera que nuestro gozo en Navidad
sea la profunda alegría de quien ya te posee.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Adviento: III Semana.



“Sería equivocada una interpretación que reconociera solamente el obrar exclusivo de Dios, como si Él no hubiera llamado al hombre a una libre respuesta de amor. Pero sería también errónea una interpretación moralizadora según la cual, por decirlo así, el hombre podría con su buena voluntad redimirse a sí mismo. Ambas cosas van juntas: gracia y libertad; el amor de Dios, que nos precede, y sin el cual no podríamos amarlo, y nuestra respuesta, que Él espera y que incluso nos ruega en el nacimiento de su Hijo. El entramado de gracia y libertad, de llamada y respuesta, no lo podemos dividir en partes separadas una de otra. Las dos están indisolublemente entretejidas entre sí. Así, esta palabra es promesa y llamada a la vez. 
Dios nos ha precedido con el don de su Hijo. Una y otra vez, nos precede de manera inesperada. No deja de buscarnos, de levantarnos cada vez que lo necesitamos. No abandona a la oveja extraviada en el desierto en que se ha perdido. Dios no se deja confundir por nuestro pecado. Él siempre vuelve a comenzar con nosotros. No obstante, espera que amemos con Él. Él nos ama para que nosotros podamos convertirnos en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra.”

Papa Benedicto XVI

Oración:
Alegría de nieve
por  los caminos.
Todo espera la gracia
del  Bien nacido.
En desgracia los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más  cielo cerca.
La tierra tan dormida
ya  se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se  despereza.
Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve  a la vida.
Amén.

Fuente: Aciprensa

sábado, 13 de diciembre de 2014

Desconocido.



Hay algo paradójico en la actitud de bastantes contemporáneos ante la figura de Jesucristo. Por una parte creen que lo conocen y no tienen mucho que aprender sobre él. Por otra, su ignorancia sobre la persona y el mensaje de Jesús es casi absoluta.
En realidad, lo que saben de él apenas supera unas vagas impresiones que conservan desde la infancia. Después no han sentido necesidad alguna de conocerlo más a fondo. ¿Cómo podrán encontrar en él algo interesante para sus vidas?
En algunos, su figura solo evoca episodios ingenuos y milagros irreales, representados mil veces por artistas, pero muy alejados de la trama de la vida moderna. Jesús puede, tal vez, aportar un poco de poesía, pero, si queremos ser eficaces, hemos de buscar por otros caminos.

¿Conocen mejor a Jesús los que se tienen por cristianos? Sorprende ver cómo los mismos practicantes reducen a menudo el evangelio a lo anecdótico y maravilloso, y cómo encierran el misterio de Jesús en imágenes simplistas, muy alejadas a veces de lo que realmente fue él.
«Entre vosotros hay uno que no conocéis». Estas palabras las pronuncia el Bautista refiriéndose a Jesús, su preocupación es «allanar el camino» para que aquella gente pueda creer en él.
Es cierto que en la Iglesia estamos siempre hablando de Jesús. En teoría, nada hay más importante para nosotros. Pero luego se nos ve girar tanto sobre nuestras ideas, proyectos y actividades que no pocas veces Jesús queda en un segundo plano. Somos nosotros mismos quienes, sin darnos cuenta, lo «ocultamos» con nuestro protagonismo.

Tal vez la mayor desgracia del cristianismo es que haya tantos hombres y mujeres que se dicen «cristianos», y en cuyo corazón Jesús está ausente. No lo conocen. No vibran con él. No los atrae ni seduce. Jesús es una figura inerte y apagada. Está mudo. No les dice nada especial que aliente sus vidas. Su existencia no está marcada por Jesús.
Estamos necesitados de Jesús. La figura del Bautista, abriéndole camino en medio del pueblo judío, nos anima a despertar hoy esta actitud tan necesaria. En medio de la oscuridad de esta sociedad necesitamos “testigos de la luz que nos llega desde Jesús. Creyentes que despierten el deseo de Jesús y hagan creíble su mensaje. Seguidores que lo rescaten del olvido para hacerlo más visible entre nosotros.

Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no se atribuyan ninguna función que centre la atención en su persona, robándole protagonismo a Jesús. Cristianos sostenidos y animados por él que dejen entrever tras sus gestos y sus palabras la presencia inconfundible de Jesús, vivo en medio de nosotros.
Los testigos de Jesús no hablan de sí mismos. Su palabra más importante es siempre la que le dejan decir a Jesús. En realidad, el testigo no tiene la palabra. Es solo «una voz» que anima a todos a «allanar» el camino que nos puede llevar a él. La fe en nuestro mundo se sostiene también hoy en la experiencia de esos testigos humildes y sencillos que, en medio de tanto desaliento y desconcierto, ponen luz, pues nos ayudan con su vida a sentir la cercanía de Jesús.
Por eso «el cristiano es un hombre o una mujer de esperanza», porque «sabe que el Señor vino, viene y vendrá».

Fuente: José Antonio Pagola

En medio de vosotros hay uno que no conocéis.



Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: "¿Tú quién eres?"
Él confesó sin reservas: "Yo no soy el Mesías."
Le preguntaron: "¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?"
El dijo: "No lo soy."
"¿Eres tú el Profeta?" Respondió: "No."
Y le dijeron: "¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?"
Él contestó: "Yo soy al voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías."
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?"
Juan les respondió: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia." Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Evangelio: (Juan 1,6-8.19-28)

Oración:
Se hace breve, oh Cristo,
el tiempo que falta a tu venida.
Sólo el temor de no reconocerte
nos hace hoy detenernos a suplicar:
Purifica nuestro corazón para encontrarte,
abre nuestras manos para socorrerte,
ensancha  nuestro amor para amarte.
En todos aquellos  a los que vendrás
en primer lugar como consolador y Salvador:
los pequeños de la tierra,
los olvidados de todos,
los que urgen con sus lágrimas tu retorno.
Y aviva esta alegría nuestra,
pues Tú llevarás a término para gloria del Padre
las horas que aún faltan para tu encuentro.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana 

Adviento: II Semana



“Que el Niño Jesús, al nacer entre nosotros, no nos encuentre distraídos o dedicados simplemente a decorar de luces nuestras casas. Decoremos más bien en nuestro espíritu y en nuestras familias una digna morada en la que Él se sienta acogido con fe y amor. Que nos ayuden la Virgen y San José a vivir el Misterio de la Navidad con una nueva maravilla y una serenidad pacificadora.”

Papa Benedicto XVI


Oración:
De luz nueva se viste la tierra,
porque el sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas las cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia la alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado.
Amén.

Fuente: Himnos de la Liturgia de las Horas.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Inmaculada Concepción.



Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin."
Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.
Evangelio: (Lucas 1, vs 26-38)


Señor, haznos como tu madre, inmaculados para ser testigos de tu palabra y poder responder a tu proyecto de ser verdaderamente personas de Dios.

Fuente: Ciclo B

sábado, 6 de diciembre de 2014

La buena noticia.



Los primeros creyentes han visto en Jesús, antes que nada, una buena noticia. Así ha titulado su pequeño escrito el primer redactor cristiano que ha recogido los dichos y la actuación de Jesús: «Buena noticia de Jesús el Cristo, el Hijo de Dios».
Una buena noticia trata siempre de un acontecimiento feliz que no es todavía conocido, aunque en el fondo, el ser humano lo espera y lo busca.
Pero, ¿qué ha anunciado y ofrecido Jesús, que todavía no es conocido por los creyentes aunque éstos lo esperan y buscan? ¿Hay todavía algo que toda persona seguimos anhelando y que podemos encontrar una respuesta en Jesucristo?

La mayor originalidad de Jesús consiste en anunciar de manera convencida que con él comienza ya a realizarse una utopía que estaba siempre viva en Israel y que es tan vieja como el corazón de toda persona de buena voluntad: la desaparición del mal, de la injusticia, el dolor y la muerte. Lo que Jesús llama el reino de Dios.
Este es el anuncio de Jesús: algo nuevo se ha puesto en marcha en la historia. La humanidad no camina sola, abandonada a sus propios recursos. Hay Alguien empeñado en la felicidad última de cada uno de sus hijos. En el fondo de la vida hay Alguien que es bondad, acogida, liberación, plenitud: Dios, nuestro Padre.
Esto lo cambia todo. Comienza una situación nueva en la que se nos invita a comprender y vivir nuestra existencia de una manera nueva: construyendo el reino del Padre, es decir, construyendo una convivencia fraterna, hecha de justicia, verdad y paz.

La llamada del Bautista es clara: «Preparadle el camino al Señor». Dios comienza a ser algo real en nuestra vida cuando la vivimos de manera más humana. Empezamos a escucharle cuando escuchamos lo mejor que hay en nosotros.
Es de gran importancia tomar conciencia de que la fe es un recorrido y no un sistema religioso. Y en un recorrido hay de todo: marcha gozosa y momentos de búsqueda, pruebas que hay que superar y retrocesos, decisiones ineludibles, dudas e interrogantes. Todo es parte del camino: también las dudas, que pueden ser más estimulantes que no pocas certezas y seguridades poseídas de forma rutinaria y simplista.

Cada uno ha de hacer su propio recorrido. Cada uno es responsable de la «aventura» de su vida. Cada uno tiene su propio ritmo. No hay que forzar nada. En el camino cristiano hay etapas: las personas pueden vivir momentos y situaciones diferentes. Lo importante es «caminar», no detenerse, escuchar la llamada que a todos se nos hace de vivir de manera más digna y dichosa. Este puede ser el mejor modo de «preparar el camino del Señor».

Fuente: José Antonio Pagola

Allanad los senderos del Señor.



Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.""
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaba sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."
Evangelio: (Marcos 1, vs 1-8)

Oración:
Oh Padre,
la palabra de tus profetas nos invita urgente:
“Preparen el camino del Señor”…
¿Qué caminos hemos de prepararte,
sino un corazón arrepentido y humilde?
Mientras caminamos por el desierto,
otórganos  el don de tu Espíritu Santo:
Para conocernos y conocerte,
para realizar en todo momento tu voluntad,
para no dejar, en fin, nada en nosotros
que  no te pertenezca en fidelidad.
Llena nuestros corazones de esperanza
por la paz, la justicia, la fraternidad y la vida
que  ahora tenemos y anhelamos.
Te lo pedimos por Aquel que, en bondad,
viene ya pronto, como rey humilde de pesebre,
para  hacernos ricos con su pobreza.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana