Escuchemos la recomendación de San Vicente de
Paul a un misionero:
“Le pido a Nuestro Señor que podamos morir a
nosotros mismos para resucitar con él, que sea él la alegría de nuestros
corazones, el objeto y el alma de sus acciones y su gloria en el cielo.
Así será si nos humillamos ahora como él se
humilló, si renunciamos a nuestras propias satisfacciones para seguirle,
llevando nuestras pequeñas cruces, y si entregamos voluntariamente nuestras
vidas, como dio él la suya, por nuestro prójimo, a quien él ama tanto y quiere
que nosotros amemos como a nosotros mismos.” (III,584)
Fuente: Lectio Divina Vicenciana
No hay comentarios:
Publicar un comentario