martes, 19 de febrero de 2013

Jesús nos enseña a orar.




7  Al orar no multipliquen las palabras, como hacen los paganos
    que piensan que por mucho hablar serán atendidos.
8  Ustedes no recen de ese modo, porque antes que pidan, el
    Padre sabe lo que necesitan.
9  Ustedes, pues, oren de esta forma:
    Padre nuestro que estás en los cielos,
    ¡Santificado sea tu Nombre!
10 Venga tu reino.
     Que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy el pan que debemos esperar.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos
     a nuestros deudores.
13 y no nos pongas a prueba, sino que líbranos del Malo.
14 Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los
     hombres, también el Padre celestial los perdonará.
15 En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres,
     tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Evangelio: (Mateo 6, vs 7-15)

Meditación:

"Nuestra oración es muy a menudo, una petición de ayuda en momentos de necesidad. Y esto es normal para el hombre porque necesitamos ayuda, necesitamos de los demás, necesitamos de Dios. Así es que para nosotros es normal pedirle algo a Dios, buscar su ayuda; y debemos tener en cuenta que la oración que el Señor nos enseñó: el "Padre nuestro" es una oración de petición, y con esta oración el Señor nos enseña la importancia de nuestra oración, limpia y purifica nuestros deseos, y de este modo limpia y purifica nuestro corazón. Así es que, si de por sí es algo normal que en la oración pidamos alguna cosa, no debería ser siempre así.
Hay también ocasión para dar gracias, y si estamos atentos, veremos que recibimos de Dios tantas cosas buenas: es tan bueno con nosotros que conviene, es necesario darle gracias. Y esta debe ser también una oración de alabanza: si nuestro corazón está abierto, a pesar de todos los problemas, apreciamos también la belleza de su creación, la bondad que nos muestra en su creación."

Papa Benedicto XVI, 20 de Junio de 2012.

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