Ante miles de fieles reunidos en la Catequesis de esta
mañana en el Aula Pablo VI, el Santo Padre resaltó que:
"La Fe lleva a descubrir que el encuentro con
Dios valoriza, perfecciona y eleva lo que es verdadero, bueno y bello en el
hombre. De este modo, se da la circunstancia de que, mientras Dios se revela y
se deja conocer, el hombre llega a saber quién es Dios y, conociéndolo, se
descubre a sí mismo, su origen y su destino, así como la grandeza y la dignidad
de la vida humana.
La Fe permite un conocimiento auténtico sobre Dios,
que implica a toda la persona humana: se trata de un ‘saber’, un
conocimiento que le da sabor a la vida, un nuevo sabor a la existencia, una
forma alegre de estar en el mundo. La Fe, permite abrir los ojos para conocer
toda la realidad, más allá de las estrechas perspectivas del individualismo y
del subjetivismo, que desorientan las conciencias. El conocimiento de Dios es,
por tanto, la experiencia de la Fe, e implica, al mismo tiempo, un camino
intelectual y moral: marcados en lo profundo por la presencia del Espíritu de
Jesús en nosotros, podemos superar los horizontes de nuestros egoísmos y nos
abrimos a los verdaderos valores de la vida.
La tradición católica ha rechazado desde el principio
el denominado fideísmo, que es la voluntad de creer en contra de la razón. Credo
quia absurdum (creo porque es absurdo) es la fórmula que interpreta la Fe
católica. De hecho, Dios no es absurdo, en todo caso es misterio. El misterio,
a su vez, no es irracional, sino sobreabundancia de sentido, de significado y
de verdad. Si contemplando el misterio, la razón ve oscuro, no es porque en el
misterio no haya luz, sino más bien porque hay demasiada luz.
Al igual que cuando los ojos del hombre se dirigen a
mirar directamente al Sol y sólo ven tinieblas ¿quién podría decir que el Sol
no es brillante? Aún más, es la fuente de la luz. La Fe le permite ver el ‘Sol’
de Dios, porque es acogida de su revelación en la historia y, por así decirlo,
recibe verdaderamente toda la luminosidad del misterio de Dios, reconociendo el
gran milagro: Dios se ha acercado al hombre y se ha ofrecido a su conocimiento,
condescendiendo al límite de la criatura de la razón humana.
Es falso el prejuicio de algunos pensadores modernos,
que aseveran que la razón humana quedaría como bloqueada por los dogmas de la Fe.
En realidad, es todo lo contrario, como han demostrado los grandes maestros de
la tradición católica. San Agustín, antes de su conversión, busca con tanta
inquietud la verdad, a través de todas las filosofías disponibles y las
encuentra todas insatisfactorias. Su fatigosa búsqueda racional es para él una
pedagogía significativa para el encuentro con la Verdad de Cristo.
Cuando dice, ‘comprende para creer y cree para
comprender’, es como si estuviera contando su propia experiencia de vida.
Ante la revelación divina, el intelecto y la Fe no son extraños o antagonistas,
sino que ambas son condiciones para comprender su sentido, para recibir su
mensaje auténtico, acercándose al umbral del misterio".
Benedicto XVI habló también sobre el nexo entre
ciencia y Fe: "la investigación científica conduce al conocimiento de
verdades siempre nuevas sobre el hombre y el cosmos. El verdadero bien de la
humanidad, accesible en la Fe, abre el horizonte en el que se debe mover su
camino de descubrimiento. Por ello, debe fomentarse, por ejemplo, las
investigaciones puestas al servicio de la vida y que tienen como objetivo
erradicar las enfermedades. También son importantes las investigaciones para
descubrir los secretos de nuestro planeta y del universo, a sabiendas de que el
hombre está en la cima de la creación, no para explotarla de manera insensata,
sino para custodiarla y hacerla habitable.
Así, la Fe, vivida realmente, no está en conflicto con
la ciencia, más bien coopera con ella, ofreciendo criterios básicos que
promuevan el bien de todos, pidiéndole que renuncie sólo a los intentos que
-oponiéndose al plan original de Dios- pueden producir efectos que se vuelvan
contra el mismo hombre. También por ello es razonable creer: si la ciencia es
un aliado valioso de la Fe para la comprensión del plan de Dios en el universo,
la Fe permite al progreso científico realizarse siempre por el bien y la verdad
del hombre, fiel a este mismo diseño".
Para concluir, el Papa dijo que "es razonable
creer, está en juego nuestra existencia. Vale la pena darse por Cristo, sólo
Cristo satisface los deseos de verdad y de bien arraigados en el alma de cada
hombre: ahora, en el tiempo que pasa, y en el día sin fin de la bendita
eternidad".
Vaticano, 21 Nov. 2012
Fuente:
Extractado ACI/EWTN Noticias
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