domingo, 7 de agosto de 2011

Jesús anda sobre las aguas del lago.






22 Inmediatamente después, Jesús obligó a sus discípulos a que se embarcaran y fueran a esperarlo al otro lado, mientras Él despedía a la muchedumbre.

23 Una vez que los despidió, subió solo a un cerro a orar. Al caer la noche, estaba allí solo.

24 Entre tanto, la barca estaba ya muy lejos de tierra, sacudida fuertemente por las olas, porque soplaba viento en contra.

25 De madrugada fue Jesús hacia ellos caminando sobre el mar.

26 Al verlo caminar sobre el mar, se asustaron y exclamaron: “¡Es un fantasma!” Y llenos de miedo comenzaron a gritar.

27 Jesús les dijo al instante: “¡Ánimo, no teman, soy Yo!”

28 Pedro contestó: “Señor, si eres Tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el agua”.

29 Jesús le dijo:”Ven”. Pedro bajó de la barca y caminaba sobre el agua para llegar a Jesús.

30 Pero, al fijarse en la violencia del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: “¡Sálvame, Señor!”

31 Al instante Jesús extendió la mano, diciendo: “Hombre de poca fe, ¿por qué vacilaste?”

32 Cuando subieron a la barca, cesó el viento, y los que estaban en la barca se postraron delante de Él, diciéndole:

33 “Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios”.

Evangelio: Mateo 14, 22-33

Hay veces en las que la Iglesia, la sociedad, la familia o el trabajo nos lanzan a complicadas tareas, arduos desafíos. Se nos pide mucho. No podemos emprender los trabajos sin confianza. Hay que lanzarse a las aguas con firmeza y Fe. Necesitamos del impulso confiado. Hay que tener claro el destino aunque , a veces, parezca complicado. Hoy el Señor renueva nuestra confianza a lanzarnos a los proyectos que nos pide, aunque sean difíciles. No hay que tener miedo. Él siempre está atento.

Fuente: Extractado desde Evangelio 2011 Ciclo A

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