sábado, 16 de agosto de 2014

Mujer, qué grande es tu fe.



En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo."
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando."
Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel."
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme." Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos."
Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.
Evangelio: (Mateo 15, vs 21-28)

Oración:
Señor Jesús
danos una fe tan grande y firme
como la de la mujer cananea,
que sepamos confiar y esperar en ti,
creer y perseverar invocándote,
que sepamos insistir sin desanimarnos
con una confianza plena y total en ti,
sabiendo que Tú siempre nos oyes
y que siempre estás a nuestro lado,
que estás dispuesto a ayudarnos siempre.
Ayúdanos Señor, a esperar en ti contra toda esperanza,
a no desfallecer sino a tener nuestra seguridad en ti.
Danos Señor la gracia de tener  
la convicción y la certeza de que Tú nos ayudas
y nos das todo lo que necesitamos,
porque Tú siempre dispones todo para nuestro bien
y buscas siempre darnos todo lo que necesitamos.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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