domingo, 9 de junio de 2013

San Vicente de Paul: el espíritu compasivo y misericordioso de Jesús.



“El Hijo de Dios, al no poder tener sentimientos de compasión en el estado glorioso que posee desde toda la eternidad en el cielo, quiso hacerse hombre y pontífice nuestro, para compadecer nuestras miserias. Para reinar con él en el cielo, hemos de compadecer, como él, a sus miembros que están en la tierra.

 Los misioneros, más que los demás sacerdotes, deben estar llenos de este espíritu de compasión, ya que están obligados, por su estado y su vocación, a servir a los más miserables, a los más abandonados y a los más hundidos en miserias corporales y espirituales. Y en primer lugar, han de verse tocados en lo más vivo y afligidos en sus corazones por las miserias del prójimo.

 Segundo, es menester que esta compasión y misericordia aparezca en su exterior y en su rostro, a ejemplo de nuestro Señor, que lloró sobre la ciudad de Jerusalén, por las calamidades que la amenazaban.

Tercero, hay que emplear palabras compasivas que le hagan ver al prójimo cómo nos interesamos por sus penas y sufrimientos. Finalmente, hemos de socorrerle y asistirle, en la medida en que podamos, en todas sus necesidades y miserias, procurando librarle de ellas en todo o en parte, ya que la mano tiene que hacer todo lo posible por conformarse con el corazón.” (XI,771)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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