domingo, 9 de junio de 2013

Jesús resucita al hijo de la viuda.



En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:
- No llores.
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
- ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo:
- Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Evangelio: (Lc. 7, vs 11-17)

Oración:
¿Cómo no agradecerte tu paso por el mundo,
Oh Cristo, vida y resurrección nuestra?
has escuchado nuestros lamentos,
has visto nuestra aflicción,
has obrado en nosotros nuevamente
el milagro de renacer y del gozo.
Continúa visitando nuestra tierra,
cambia en alegría nuestras penas:
las penas de nuestros hermanos
que como Tú, Señor misericordioso
queremos hacer nuestras,
en cercanía, compasión y esperanza.
¡Oh Cristo, a cuya voz volvemos a vivir!
restaura toda humanidad doliente,
y envíanos al mundo
para testimoniar a los hombres
el evangelio que nos da la dicha.
Tú que vives y reinas por los siglos eternos
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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