sábado, 28 de julio de 2012

Domingo 17º Tiempo Ordinario.




Queridos amigos:

El milagro de la multiplicación de los panes que nos cuenta Juan (6, 1-15) tiene varias lecturas. La más obvia es la de que Jesús, movido a compasión, sació el hambre del gentío que le seguía. La compasión de Jesús es de nuevo aquí la razón de ser del milagro, como lo fue de cuanto Él hizo y dijo, según les comenté en mi carta del domingo pasado. Pero veamos estas otras posibles lecturas: la eucarística, que está en el propósito de Juan, para quien el milagro de Jesús, siendo tan grande, importa sólo como signo de otra multiplicación: la de la eucaristía. Jesús se multiplicará a sí mismo por millones, cada día, para darse a comer a millones… La lectura sociológica, que gusta mucho a los socialistas y comunistas, para quienes lo único importante del relato es el hambre del pueblo y la cuestión social que plantea.

Para mí, el milagro de la multiplicación de los panes plantea varias interesantes preguntas. Esta, por ejemplo: ¿hubiera hecho Jesús el milagro si no hay el muchacho que aporta los cinco panes y los dos peces? No lo sé. Probablemente sí, pero lo cierto es que sólo lo hizo cuando contó con la colaboración del muchacho. Como Dios que era, no hubiera necesitado de nadie ni de nada para hacer el milagro, pero sólo lo hizo cuando alguien le ofreció algo. La conclusión del hecho es obvia: para hacer las cosas Dios cuenta con nosotros, con nuestra colaboración. Fue así en el milagro y es así en todo, incluidos el cuidado del mundo y el desarrollo humano. Será bueno que lo recordemos.

Después de la compasión de Jesús, la colaboración fue el otro elemento indispensable en la realización del milagro. El tercer elemento fue la distribución o reparto de los panes entre la gente, previamente sentados en grupos de 50 (Lc 9,14). La distribución de la ayuda (y de la riqueza), es casi siempre un problema muy difícil, tanto que un gran economista llegó a decir que el problema del hambre en el mundo es sobre todo un problema de distribución. En el caso de Jesús, se contó con la colaboración de los apóstoles -(de nuevo la colaboración!)- , y de la misma gente, que supo mantenerse ordenada, (quizá choqueada por el milagro que estaban presenciando). Sin duda todos nosotros tenemos experiencias de lo difícil que es y se hace un buen reparto de cosas.

El recojo y acopio de las sobras es otro elemento importante. Se llenaron 12 canastas, observa Juan. Lo curioso es que la orden de recoger las sobras procedió de Jesús: que nada se desperdicie, dijo. Una buena lección, sobre todo en nuestros días, para quienes viven en abundancia y despilfarro. ¿Te sobra algo? Date un tiempo, haz un esfuerzo, recoge lo que te sobra y envíalo a tu parroquia o a los Traperos de Emaús. Casi ya no queda espacio para comentar el elemento final del milagro. Es la naturalidad (humildad, sencillez, etc.) de Jesús, sobre todo cuando la gente intenta proclamarlo Rey (Jn 6, 15). ¿Cuál de estos 5 elementos suelen faltarles, que es por lo que no hacen todo el bien que podrían hacer?
Fuente: P. Antonio Elduayen, CM



El pan de vida.




1    Después, Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, 
      cerca de  Tiberíades.
2    Lo acompañaba muchísima gente a causa de las señales
      milagrosas que lo veían hacer en los enfermos.
3    Jesús subió a un cerro y se sentó allí con sus discípulos.
4    Se acercaba la Pascua, fiesta de los judíos.
5    Jesús, levantando los ojos, vio todo ese pueblo que estaba
      subiendo hacia él, y dijo a Felipe:
6    “¿Dónde podremos conseguir pan para que coman?”  Esto
      lo decía Jesús para ponerlo a prueba, porque él sabía bien 
      lo que  iba a hacer.
7    Felipe respondió:”Doscientas monedas de plata no
      alcanzarían para dar a cada uno un pedazo de pan.”
8    Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo:
9    “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y
      dos  pescados. Pero ¿qué es esto para tanta gente?”
10  Jesús les dijo: “Hagan que se sienten los hombres.” Pues
      había mucho pasto en este lugar. Se sentaron entonces los
      hombres en número de unos cinco mil.
11  Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a
      todos los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los
      pescados, y todos recibieron cuanto quisieron.
12  Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
      “Recojan los pedazos que sobran para que no se pierda
      nada.”
13  Y llenaron doce canastos  con los pedazos que sobraron de
      los cinco panes de cebada.
14  Al ver esta señal que hizo Jesús, los hombres decían: “Este
      es ciertamente el Profeta que ha de venir al mundo.”
15  Pero cuando Jesús vio que querían tomarlo por la fuerza
      para proclamarlo rey, huyó  de nuevo solo a la montaña.

Evangelio: ( Juan 6, vs 1-15 )

Oración:

Tú, Padre bondadoso,
no cesas de enriquecernos con tus dones.
Tú eres la fuente de la vida,
y la otorgas a todos tus hijos
en el pan cotidiano que nos fortalece.
Tú escuchas el grito de la humanidad
y generoso, derramas de mil formas
la bondad de tu mano sobre todos.
Aliméntanos también con el pan del cielo,
con la palabra que hecha carne
se dona a nosotros hecha pan:
para que buscando a Cristo,
por sobre todas las cosas
aprendamos a realizar el milagro
de compartir nuestro propio pan,
con todo aquel que espera por nosotros
el paso de gracia salvadora.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

domingo, 22 de julio de 2012

Domingo 16° Tiempo Ordinario.




Querido amigo:
¿Se considera usted una persona compasiva? Se lo pregunto porque es el tema del evangelio de hoy (Mc 6, 30-34), que nos habla de la compasión de Jesús. Jesús tiene compasión de sus apóstoles, que regresan cansados después de la misión, y tiene compasión de la gente, que viene a su encuentro y que anda como ovejas sin pastor. Sin duda mucha de esa gente venía de los pueblos misionados por los apóstoles, conmocionada por lo que habían visto y oído (Mc 6, 7-13). La compasión de Jesús para con los apóstoles, le lleva a buscar un sitio tranquilo donde puedan descansar un rato. Su compasión para con la gente le lleva a volver a hablarles del Reino y a curar a cuantos lo necesitan (Lc 9,11). Con equitativa caridad, empezó por compartir con los apóstoles y terminó atendiendo al pobre pueblo…
La compasión, en cuanto expresión del amor misericordioso, es lo máximo en Dios y en Jesucristo. Cara a nosotros, claro. Es la virtud de la que Dios hace más gala en el Antiguo Testamento, siempre compasivo con su pueblo. Hasta que un buen día, en un exceso de su compasión, decidió hacerse hombre en Jesucristo para hacer suyo el dolor de los que sufren y compadecerse de nuestras miserias. Es lo que muestran las parábolas de la misericordia del evangelio de S. Lucas (Vean en especial las dos del c.5). Obviamente la compasión debe ser también lo máximo en el cristiano. En nosotros, que seremos tanto más y mejores cristianos cuanto mayor sea nuestra compasión.-Sin compasión, nos volvemos egoístas, inhumanos y estériles. Con compasión, nos abrimos a los demás y somos humanos y creativos. Es el caso de San Vicente.
De la compasión se han dicho cosas bellas y verdaderas. Por ejemplo, que es la flor de la misericordia, y que su fruto es el amor afectivo (ternura) y efectivo (hechos). Yo prefiero referirme a los siguientes elementos que conforman la compasión, a saber, la atención, la comprensión, la aceptación, la ayuda y la búsqueda de colaboración. Sabiendo que cuanto mejor los practicamos más compasivos somos y viceversa. ¿Va usted por la vida siempre atento a las necesidades de los demás? ¿Las comprende y hace suyas entrando en sus sentimientos y sufrimientos? Si la respuesta es SI, entonces usted está en vías de tener un corazón compasivo.
Tendrá un corazón compasivo si, a lo anterior, junta la ayuda y la búsqueda de colaboración. Ante todo la ayuda, pues, como decía S. Vicente de Paul: “la mano tiene que hacer todo lo posible por conformarse con el corazón”. Su compasión será perfecta si, al mismo tiempo que actúa, busca reforzar su acción de ayuda haciendo que otros muchos entren en el problema. Entonces, la compasión, además de ser efectiva se torna eficaz y duradera o permanente. Es lo más difícil, pero también lo mejor, el grado más perfecto de la compasión. Y es lo que hizo Jesús, cuando, compadecido del pobre pueblo que andaba como ovejas sin pastor, pidió colaboradores (Mt 9, 32-36).
Fuente: P. Antonio Elduayen, CM


Vamos a descansar.




30  Al volver los apóstoles donde estaba Jesús, le contaron 
      todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
31  Entonces él les dijo: “Vamos aparte a un lugar tranquilo 
      para descansar un poco.” Porque eran tantos los que 
      iban y venían que no les quedaba tiempo ni para comer.
32  Y se fueron solos en una barca a un lugar despoblado.
33  Pero la gente, al verlos partir, adivinó hacia donde iban. 
      Y salieron por tierra de todos los pueblos, con tanta prisa 
      que llegaron antes que ellos.
34  Al bajar Jesús de la barca, vio todo ese pueblo y sintió
      compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor, 
      y se puso a enseñarles largamente.

Evangelio: ( Marcos 6, vs 30-34 )

Oración:

Señor Jesús,
Tú que has sentido compasión de la gente
que estaba contigo y que te buscaba;
Tú que los veías como ovejas sin pastor,
ven hoy a nosotros,
regálanos tu amor y tu misericordia,
haz que hoy nuevamente,
experimentemos tu presencia viva,
para que conociéndote y viviendo
lo que Tú nos pides
y lo que Tú quieres,
podamos encontrar en ti,
a Aquel que nos llena de su amor y paz.
Danos Señor, la gracia de encontrar en ti,
el sentido y la razón de nuestra vida,
para así tener el corazón lleno de ti,
 viviendo en plenitud,
el gozo, la alegría y la paz,
que Tú nos das.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina


sábado, 21 de julio de 2012

Día de Reyes.


Deseo que continúen asistiendo a los más pobres y necesitados.

Esta actividad es todo un estímulo para los Animadores de Salud de Rancagua, y de todo Chile.
Es un amor afectivo y efectivo el que están realizando. San Vicente de Paul y Santa Luisa de Marillac nos están mirando sonrientes desde el Cielo: ¡qué bien han aprendido el servicio!
Todo hecho en un espíritu de servicio sencillo, humilde y caritativo. El fin es el servicio a los más humildes, anunciando el Evangelio de Jesucristo, desde cada campo de actividades que realizamos.
Muchas felicitaciones por su trabajo, realizado con tanto esfuerzo y dedicación; que el Señor premie todos estos actos porque solo los ve Él. Al mismo tiempo, que crezca este amor misericordioso y comprometido; así pues, no se cansen de evangelizar por este medio.
San Vicente decía: “Primero alimentar el cuerpo, para así después alimentar el alma.”
Nos unimos a la alegría de ustedes y a su bendición, para que cada día crezca más la caridad de Cristo crucificado.
Saludos para todos.

Sor Francisca Martínez G.
Hija de la Caridad

sábado, 14 de julio de 2012

Domingo 15º Tiempo Ordinario.




Queridos amigos:
Buscar, formar y enviar misioneros, fue una tarea fundamental y constante de Jesús. Como lo es de la Iglesia. Y tenía y tiene que ser así si queremos establecer el Reinado del Padre Dios en el mundo. Es por ello que la primera cosa que hizo el Señor, junto con presentarse Él mismo como misionero, fue buscar discípulos y prepararlos como misioneros (Mc 1, 14-20), a 12 de los cuales constituyó en apóstoles. Pero tuvo otros muchos, que quedaron como discípulos misioneros. Por ejemplo, los 144 que Jesús envió por los pueblos a proclamar la Buena Nueva de su cercano arribo (Lc 10, 1-23). A Dios gracias y como ustedes saben, hoy la Iglesia que está en América Latina y el Caribe, ha retomado la práctica de Jesús y quiere que todos los bautizados seamos y nos llamemos discípulos misioneros. Es lo que nos dice y pide todo el Documento de “Aparecida”.

En relación con la Misión, Jesús tuvo ciertamente una visión y plan misioneros de largo alcance y plazo, pero tuvo también y llevó a cabo un plan misionero de corto alcance y plazo. Como el que recoge Marcos en el evangelio de hoy (Mc 1, 7-13), repetido en (Lc 9, 1-11); y ampliado en (Mt 10, 1-42). Para llevar a cabo el Plan de Largo Plazo, Jesús fundó la Iglesia a la que le dio el mandato de evangelizar el mundo entero (Mt 28, 19-20), Para llevar a cabo el Plan de Corto Plazo, casi de emergencia, Jesús envió a sus 12 apóstoles, a quienes había preparado y capacitado a lo largo de varias meses (Mc 3, 13-14).

Las indicaciones y las facultades que Jesús dio a los apóstoles para su primera misión son interesantes, pero lo son más, leyendo entre líneas, la urgencia y la necesidad, que para Jesús tiene la Misión. De las indicaciones, quiero mencionar sólo dos: la de ir de dos en dos y la de ungir con óleo a los enfermos para sanarlos (Mc 6,13; Stgo 5,14), que es lo que hoy hacemos en el sacramento de la unción de los enfermos. ¡Miren si no es antigua esta práctica de la unción! De las facultades, quiero mencionar estas tres: predicar, curar y exorcizar o expulsar demonios… “¡Ay de mi si no evangelizo!”, dirá más tarde Pablo haciéndose eco de la necesidad y urgencia de misionar (1 Cor 9,16)

Y ¡ay de mí si no evangelizo!, nos ha dicho la Iglesia que está en nuestro Continente, al mismo tiempo que lanzaba la Misión Continental en cada país, en cada diócesis y en cada parroquia. Algo nuevo y grande está pasando y tiene que notarse, se dijo Jesús cuando envió sus apóstoles al pobre pueblo, que andaba como ovejas sin pastor (Mc 6,34). Ser “discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos tengan vida en Él” (Jn 14, 6), es lo que nos pidieron los Obispos de América, al lanzar la Nueva Evangelización del Continente, que incluye la misión permanente de las parroquias. 

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM





Jesús envía a los Doce.




7    Jesús iba predicando por todos los pueblos de esta
      Región. Reunió a los Doce y comenzó a enviarlos de 
      dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos.
8    Les ordenó que no llevaran nada para el camino fuera
      de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero;
9    que fueran con calzado corriente y con un solo manto.
10  Y les decía: “Quédense en la primera casa en que les
      den alojamiento, hasta que se vayan de ese pueblo.
11  Si en algún lugar no los reciben y no los escuchan, 
      dejen a esa gente y sacudan el polvo de sus pies 
      como protesta contra ellos.”
12  Fueron a predicar invitando a la conversión.
13  Echaban a muchos espíritus malos, y sanaban a
      numerosos enfermos con una unción de aceite.

Evangelio: ( Marcos 6, vs 7-13 )
Domingo 15 de Julio de 2012.



Oración:

Señor Jesús,
Tú que has enviado a tus discípulos
para que fueran a anunciar tu Palabra,
para darte a conocer,
para invitar a la conversión,
y les has pedido total confianza en ti,
abandono pleno en ti,
te pedimos que ahora que nosotros
que estamos profundizando tu Palabra,
y que queremos vivir y actualizar
de manera más viva tus enseñanzas,
que nos ayudes a ser más conscientes
de lo que implica seguirte a ti,
y así salir al encuentro de los otros,
llevando tu mensaje de salvación,
sabiendo que Tú actúas en y por nosotros.
Danos Señor, la gracia de que Tú,
actúes en nuestra vida
y que nosotros te demos a conocer,
hoy y siempre
confiando y esperando todo de ti.
Que así sea.
Amén.


Fuente: Lectio Divina Vicentina

Virgen del Carmen: Todo tuyo




Oración

Virgen Madre de mi Dios,
haz que sea todo tuyo,
tuyo en la vida
tuyo en la muerte,
tuyo en el sufrimiento,
tuyo en el miedo
y en la miseria,
tuyo en la cruz
y en el doloroso desaliento.
Tuyo en el tiempo
y en la eternidad.
Virgen Madre de mi Dios,
¡Haz  que sea todo tuyo!
Amén.

Beato Juan Pablo II


sábado, 7 de julio de 2012

Rechazado entre los suyos.




Jesús no es un sacerdote del Templo, ocupado en cuidar y promover la religión. Tampoco lo confunde nadie con un maestro de la Ley, dedicado a defender la Torá de Moisés. Los campesinos de Galilea ven en sus gestos curadores y en sus palabras de fuego la actuación de un profeta movido por el Espíritu de Dios.
Jesús sabe que le espera una vida difícil y conflictiva. Los dirigentes religiosos se le enfrentarán. Es el destino de todo profeta. No sospecha todavía que será rechazado precisamente entre los suyos, los que mejor lo conocen desde niño.
El rechazo de Jesús en su pueblo de Nazaret era muy comentado entre los primeros cristianos. Tres evangelistas recogen el episodio con todo detalle. Según Marcos, Jesús llega a Nazaret acompañado de un grupo de discípulos y con fama de profeta curador. Sus vecinos no saben qué pensar.

Al llegar el Sábado, Jesús entra en la pequeña sinagoga del pueblo y "empieza a enseñar". Sus vecinos y familiares apenas le escuchan. Entre ellos nacen toda clase de preguntas. Conocen a Jesús desde niño: es un vecino más. ¿Dónde ha aprendido ese mensaje sorprendente del reino de Dios? ¿De quién ha recibido esa fuerza para curar? Marcos dice que todo "les resultaba escandaloso". ¿Por qué?
Aquellos campesinos creen que lo saben todo de Jesús. Se han hecho una idea de él desde niños. En lugar de acogerlo tal como se presenta ante ellos, quedan bloqueados por la imagen que tienen de él. Esa imagen les impide abrirse al misterio que se encierra en Jesús. Se resisten a descubrir en él la cercanía salvadora de Dios.
Pero hay algo más. Acogerlo como profeta significa estar dispuestos a escuchar el mensaje que les dirige en nombre de Dios. Y esto puede traerles problemas. Ellos tienen su sinagoga, sus libros sagrados y sus tradiciones. Viven con paz su religión. La presencia profética de Jesús puede romper la tranquilidad de la aldea.
Los cristianos tenemos imágenes bastante diferentes de Jesús. No todas coinciden con la que tenían  los que lo conocieron de cerca y lo siguieron. Cada uno nos hacemos nuestra idea de él. Esta imagen condiciona nuestra forma de vivir la Fe. Si nuestra imagen de Jesús es pobre, parcial o distorsionada, nuestra Fe será pobre, parcial o distorsionada.
¿Por qué nos esforzamos tan poco en conocer a Jesús? ¿Por qué nos escandaliza recordar sus rasgos humanos? ¿Por qué nos resistimos a confesar que Dios se ha encarnado en un Profeta? ¿Tal vez intuimos que su vida profética nos obligaría a transformar profundamente su Iglesia?


Fuente: José Antonio Pagola

¿No es éste el carpintero?




1   Jesús  se fue de allí y volvió a su tierra acompañado de sus
     discípulos.
2   Cuando llegó  el  Sábado, se puso a enseñar  en la sinagoga  y
     mucha  gente lo escuchó con asombro. Se preguntaban: “¿De
     dónde  le viene todo esto? ¿Qué pensar de su sabiduría? ¿Y 
     cómo  explicar  este poder milagroso que tiene en sus manos?
3   ¿No  es éste el carpintero, el hijo de María, y el  hermano de
     Santiago, José, Judas y Simón?  Y sus hermanos, ¿no viven aquí
     entre  nosotros?”
     Y no creían en él, todo lo contrario.
4   Jesús les dijo: “A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, en su
     barrio y en su familia.
5   Y no pudo hacer  allí  ningún milagro. A lo más, sanó unos pocos
     enfermos, con una  imposición  de las manos,            
6   pero se admiraba  al verlos tan ajenos a la Fe.

Evangelio: (Marcos  6, vs 1-6)


Oración:

Perdón por las veces
que  dudamos y desconfiamos…
que  no nos abrimos a tu acción en nosotros…
que  no te buscamos de corazón…
que  somos indiferentes a ti…
que  no hacemos nuestro camino de Fe…
que  no gastamos tiempo para las cosas del corazón…
que  buscamos pretextos para no creer…
que  miramos la vida solo con nuestros ojos y
no  con los ojos de Dios…
que  Dios no ocupa el centro de nuestra vida…
que  no seguimos las enseñanzas del Señor…
que  no tomamos a Jesús como camino, verdad y vida…
Señor, no permitas que la dureza de nuestro corazón
impida  que te encontremos.
Ven Señor, en nuestra ayuda
y  danos la gracia de creer siempre en ti.
Que así sea.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina



Carta Apostólica PORTA FIDEI. (4)




En forma de Motu Proprio
Del Sumo Pontífice
BENEDICTO XVI
Con la que se convoca el Año de la Fe.

7. «Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la Fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La Fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos. Como afirma San Agustín, los creyentes «se fortalecen creyendo»[12]. El santo Obispo de Hipona tenía buenos motivos para expresarse de esta manera. Como sabemos, su vida fue una búsqueda continua de la belleza de la Fe hasta que su corazón encontró descanso en Dios.[13]Sus numerosos escritos, en los que explica la importancia de creer y la verdad de la Fe, permanecen aún hoy como un patrimonio de riqueza sin igual, consintiendo todavía a tantas personas que buscan a Dios encontrar el sendero justo para acceder a la «puerta de la Fe».

Así, la Fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios.


8. En esta feliz conmemoración, deseo invitar a los hermanos Obispos de todo el Orbe a que se unan al Sucesor de Pedro en el tiempo de gracia espiritual que el Señor nos ofrece para rememorar el don precioso de la Fe. Queremos celebrar este Año de manera digna y fecunda. Habrá que intensificar la reflexión sobre la Fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo. Tendremos la oportunidad de confesar la Fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la Fe de siempre. En este Año, las comunidades religiosas, así como las parroquiales, y todas las realidades eclesiales antiguas y nuevas, encontrarán la manera de profesar públicamente el Credo.


9. Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la Fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la Fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es «la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza»[14]. Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la Fe profesada, celebrada, vivida y rezada[15], y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año.


No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos estaban obligados a aprender de memoria el Credo. Esto les servía como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo. San Agustín lo recuerda con unas palabras de profundo significado, cuando en un sermón sobre la redditio symboli, la entrega del Credo, dice: «El símbolo del sacrosanto misterio que recibisteis todos a la vez y que hoy habéis recitado uno a uno, no es otra cosa que las palabras en las que se apoya sólidamente la Fe de la Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible que es Cristo el Señor. […] Recibisteis y recitasteis algo que debéis retener siempre en vuestra mente y corazón y repetir en vuestro lecho; algo sobre lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que, incluso cuando dormís corporalmente, vigiléis con el corazón»[16].

Nota: Publicación original y completa de escritos 7,8 y 9 de un total de 15.  Posteriormente se publicará  escrito 10.
Fuente: www.vatican.va