sábado, 24 de diciembre de 2011

Jesús nace en Belén



1 En esos días, el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el imperio.

2 Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de la Siria.

3 Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades.

4 También José, como era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret de Galilea, y subió a Judea

5 a la ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

6 Cuando estaban en Belén,

7 le llegó el día en que debía tener su hijo. Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una pesebrera, porque no habían hallado lugar en la posada.

8 En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños.

9 El ángel del Señor se les apareció, y los rodeó de claridad la gloria del Señor, y todo esto les produjo un miedo enorme.

10 Pero el ángel les dijo: "No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo.

11 Hoy nació para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor.

12 En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en una pesebrera".

13 De pronto aparecieron otros ángeles y todos alababan a Dios, diciendo:

14 "¡Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra, gracia y paz a los hombres!"

Evangelio: Lucas 2,vs 1-14

EN UN PESEBRE

Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.

En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje: vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

Autor: José Antonio Pagola



No hay comentarios: