jueves, 8 de diciembre de 2011

Inmaculada Concepción



Tú, que “aplastas la cabeza de la serpiente”,

no permitas que cedamos.

No permitas que nos dejemos vencer por el mal,

sino que haz que nosotros mismos

venzamos al mal con el bien.

Oh, Tú, victoriosa en tu Inmaculada Concepción,

victoriosa con la fuerza de Dios mismo,

con la fuerza de la gracia.

Mira que se inclina ante Ti Dios Padre Eterno.

Mira que se inclina ante Ti el Hijo,

de la misma naturaleza que el Padre,

tu Hijo crucificado y resucitado.

Mira que te abraza la potencia del Altísimo: el Espíritu Santo,

el Fautor de la Santidad.

La heredad del pecado es extraña a Ti.

Eres “llena de gracia”.

Se abre en Ti el reino de Dios mismo.

Se abre en Ti el nuevo porvenir del hombre,

del hombre redimido,

liberado del pecado.

Que este porvenir penetre,

como la luz del Adviento,

las tinieblas que se extienden sobre la tierra,

que caen sobre los corazones humanos

y sobre las conciencias.

¡Oh Inmaculada!

“Madre que nos conoces, permanece con tus hijos”.

Amén.


Plegaria de S.S. Juan Pablo II a la Inmaculada Concepción

Plaza de España, 8 de Diciembre de 1984

Fuente: Aciprensa

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