sábado, 18 de junio de 2016

Si me falta el amor.


«Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el amor, no sería más que bronce que resuena y campana que toca.
   Si yo tuviera el don de profecía, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy.
   Si reparto todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo, pero no por amor, sino para recibir alabanzas, de nada me sirve.»

(I-Corintios 13, 1-3)

San Pablo

Pedro proclama su fe en Cristo.


   Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: « ¿Quién dice la gente que soy yo
   Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.»
   Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.»
   Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día
   Después dijo a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
   Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará
Evangelio: ( Lucas 9, vs 18-24)

Oración:
Señor Jesús, a ti que nos pides
que te sigamos asumiendo nuestra cruz,
asumiendo tu propuesta y tu estilo de vida,
buscando en ti el sentido pleno
de todo lo que somos y hacemos
te pedimos que nos des tu gracia
para vivir cada vez más unidos a ti,
para encontrar en ti el sentido pleno
de todo lo que somos y hacemos.
Te pedimos que nos ayudes
a ser presencia viva de tu amor
y así dar testimonio de ti,
siendo Tú todo para nosotros,
viviendo nosotros solo por ti y para ti.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

domingo, 12 de junio de 2016

San Vicente de Paul: La misericordia de Jesús.


« ¡Oh Salvador! ¡Qué dichosos eran los que tenían la gracia de acercarse a ti! ¡Qué rostro! ¡Qué mansedumbre, qué cordialidad les demostrabas a todos, para atraerlos! ¡Salvador mío! ¡Quien tuviera ese aspecto amoroso y esa benignidad encantadora! ¡Cuánto fruto daría en tu Iglesia! Los pecadores y los justos acudirían a él, unos para convertirse, otros para animarse cada vez más.»
(XI, 478)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Tus pecados te son perdonados.


Un fariseo, invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!».
Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte», «Di, Maestro», respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Pienso que aquél a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien».
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: « ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: « ¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Evangelio: (Lc 7, vs 35-8, vs 3)

Oración:
Deja que también nosotros
hoy nos acerquemos agradecidos a Ti
¡Oh Cristo, misericordia del Padre!
y lleguemos conmovidos hasta tus pies…
Y es que tus pasos por nuestra tierra
nos han hecho conocer el perdón,
has cambiado nuestra angustia en gozo
nuestro temor nacido del pecado,
en alegría luminosa de reconciliación.
¡Oh Cristo, capaz de perdonar a todos!
que podamos imitarte, fuente de perdón,
para que nuestra tierra conozca la paz,
para que al juicio acompañe aquel gesto
que jamás olvidamos de Ti
la palabra de perdón
que todo lo cura y reconstruye.
Te lo pedimos con la certeza
de que nos escuchas y lamentas de todos
el no ser un espejo de tu divino perdón.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana