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El milagro de la pesca imposible, -signo o
manifestación de quién de verdad es Jesús-, contiene detalles interesantes, que
Lucas ha recogido en frases memorables: “¡Rema mar adentro…!” y “¡No temas…
Serás pescador de hombres!”, de Jesús. Y “¡En tu nombre echaré las redes!” y
“¡Apártate de mí que soy un pecador!”, de Pedro. La observación final del
relato es de antología: “Ellos, dejándolo todo, le siguieron”.
“¡Rema mar adentro!”, es una invitación a ir siempre
más allá, más adentro y más lejos. A salir de la orilla. A atreverse. A
descubrir nuevos horizontes. A vivir por un ideal. A cultivar los valores. A
seguir a Jesús, sin importar las dificultades y los imprevistos. Sin miedos.
“¡En tu nombre echaré las redes”, es una frase en la que más importante que
echar las redes es echarlas en el nombre del Señor. Pedro y sus compañeros
habían estado echando las redes durante toda la noche, que es cuando los
cardúmenes se mueven y caen en la red, pero no habían conseguido nada. Ahora
bastó que echaran las redes en el nombre del Señor para que se hiciera el
milagro…
Para hacer las cosas en el nombre de Dios, los
cristianos tenemos una hermosa oración, breve y contundente: la llamamos la
señal de la cruz. Con ella invocamos a la Santísima Trinidad y hacemos sobre
nosotros la cruz salvadora de Jesucristo, que son los dos grandes misterios de
nuestra fe. Pero no sólo los invocamos, sino que es en nombre de ellos que nos
disponemos a hacer cuanto tenemos que hacer. Desde empezar el día al levantarnos,
hasta salir de casa, ir al trabajo, viajar, etc.
Lamentablemente solemos
“comernos” el comienzo de la oración: el “en nombre de…” Lo decimos tan rápido
que ni nos damos cuenta.
Iniciémoslo todo en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo, mientras trazamos sobre nosotros la señal de la cruz, bien
hecha. Nos pasará como en la pesca milagrosa: tendremos éxito en cuanto
emprendamos. ¿Qué nos cuesta hacer la prueba?
Fuente: P. Antonio Elduayen, CM
Extractado
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