La escena es considerada
tradicionalmente como "la
transfiguración de Jesús". No es posible reconstruir con
certeza la experiencia que dio origen a este sorprendente relato. Sólo sabemos
que los evangelistas le dan gran importancia pues, según su relato, es una
experiencia que deja entrever algo de la verdadera identidad de Jesús.
Al parecer, los discípulos no
captan el contenido profundo de lo que están viviendo, pues Pedro dice a Jesús:
«Maestro, qué bien se está aquí.
Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Coloca a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que a los dos grandes
personajes bíblicos. A cada uno su tienda. Jesús no ocupa todavía un lugar
central y absoluto en su corazón.
La voz de Dios le va a corregir,
revelando la verdadera identidad de Jesús: «Éste es mi Hijo, el escogido», «Escuchadle a él». A nadie más. Su Palabra es la única
decisiva. Las demás nos han de llevar hasta él.
Es urgente recuperar en la
Iglesia actual la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la experiencia
de escuchar en el seno de las comunidades cristianas el relato de Jesús
recogido en los evangelios. Estos cuatro escritos constituyen para los
cristianos una obra única que no hemos de equiparar al resto de los libros
bíblicos.
Hay algo que sólo en ellos
podemos encontrar: el impacto causado por Jesús a los primeros que se sintieron
atraídos por él y le siguieron. Los evangelios no son libros didácticos que
exponen doctrina académica sobre Jesús. Tampoco biografías redactadas para
informar con detalle sobre su trayectoria histórica. Son "relatos de conversión" que invitan al
cambio, al seguimiento a Jesús y a la
identificación con su proyecto.
Por eso piden ser escuchados en
actitud de conversión. Y en esa actitud han de ser leídos, predicados,
meditados y guardados en el corazón de cada creyente y de cada comunidad. Una
comunidad cristiana que sabe escuchar cada Domingo el relato evangélico de
Jesús en actitud de conversión, comienza a transformarse. No tiene la Iglesia
un potencial más vigoroso de renovación que el que se encierra en estos cuatro
pequeños libros.
Los seguidores de Jesús no
vivimos de cualquier creencia, norma o rito. Una comunidad se va haciendo cristiana cuando
va poniendo en su centro el Evangelio y solo el Evangelio. Ahí
se juega nuestra identidad. No es fácil imaginar un hecho
social más humanizador que un grupo de creyentes
escuchando juntos el «relato de Jesús».
Fuente: José Antonio Pagola
Extractado