sábado, 10 de octubre de 2015

Vende lo que tienes y sígueme.



En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?"
Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre."
Él replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme."
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios."
Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les quedo mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."
Pedro se puso a decirle: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas, hermanos y hermanas, hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna."
Evangelio: (Marcos 10, vs 17-30)

Oración:
Sólo tú, Señor de la verdad,
conoces el fondo de nuestro corazón…
Tú das valor a nuestras acciones
y sólo tú puedes convertirlas
en sabias y acertadas.
Renuévanos en Cristo tu Hijo,
sabiduría eterna y verdadera,
para que elijamos la mejor parte,
para que te busquemos siempre a Ti
y a nuestros hermanos,
en todo aquello que decidamos y hagamos.
Ilumínanos con tu Palabra
y no dejes que nuestro corazón
se entristezca equivocado
al escuchar tu llamada al seguimiento
y al encuentro de tu rostro
en la causa de los más pobres y pequeños.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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