sábado, 24 de octubre de 2015

Maestro, haz que pueda ver.



En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí."
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo."
Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver."
Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Evangelio: (Marcos 10, vs 46-52)

Oración:
Señor, ayúdanos a vivir tus enseñanzas
con la alegría de saber que ellas nos identifican contigo,
que por ellas actualizamos tu manera de ser
y así estamos realizando el proyecto del Padre.
Llena nuestro corazón de alegría,
al servir desinteresadamente,
a ser gratuitos en el bien que hacemos,
al mirar al otro con tus ojos
y al amar a tu estilo y a tu manera,
buscando solo el bien de los demás.
Danos la capacidad de amar y servir
como lo hiciste Tú.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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