sábado, 31 de octubre de 2015

San Vicente de Paul: La santidad



“¿Qué es la santidad? Es el desprendimiento y la separación de las cosas de la tierra, y al mismo tiempo el amor a Dios y la unión con su divina voluntad. En esto me parece a mí que consiste la santidad. ¿Y qué es lo que nos aparta de la tierra y nos une al cielo tanto como las máximas evangélicas? Todas ellas pretenden separarnos de los bienes, placeres, honores, sensualidades y propias satisfacciones; todas tienden a ello; ése es su fin. Por eso, decir que una persona se mantiene en la observancia de las máximas evangélicas es decir que está en la santidad; decir que una persona las practica es decir que tiene la santidad, porque la santidad, como acabamos de decir, consiste en el rompimiento del afecto a las cosas terrenas y en la unión con Dios” (XI,584)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Estad alegres y contentos.



En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
"Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."
Evangelio: (Mateo 5, vs 1-12a)

Oración:
Dios Padre de amor y de ternura
Tú que a lo largo de la historia
te has dado a conocer para que conociéndote
nosotros vivamos tu proyecto de amor,
y al final de los tiempos
nos enviaste a tu Hijo Único
para que viéramos de qué manera
debíamos vivir nuestra relación contigo.
Hoy al celebrar la fiesta de todos los Santos
te pedimos la gracia de tu Espíritu Santo
para que nos dejemos conducir por Él,
para que Él pueda actuar en nuestra vida
y así poder vivir como Tú quieres.
Ayúdanos Padre bueno,
cólmanos de tus bendiciones
para que conociéndote vivamos lo que nos pides,
para que el testimonio de todos los santos
nos estimule a que también nosotros
hagamos nuestra parte,
viviendo como nos pides Tú,
siendo presencia viva de tu amor.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 24 de octubre de 2015

San Vicente de Paul: La ceguera espiritual



«Tenemos que entregarnos enteramente a Dios y pedirle la gracia de conocernos a nosotros mismos. Porque, cuando queremos elevarnos demasiado, cuando buscamos nuestras propias satisfacciones, la ceguera de nuestro amor propio es la que nos oculta este conocimiento, que nos impide ver que todo lo bueno que en nosotros se aprecia, no es de nosotros.» (IX,174)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Maestro, haz que pueda ver.



En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí."
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo."
Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver."
Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Evangelio: (Marcos 10, vs 46-52)

Oración:
Señor, ayúdanos a vivir tus enseñanzas
con la alegría de saber que ellas nos identifican contigo,
que por ellas actualizamos tu manera de ser
y así estamos realizando el proyecto del Padre.
Llena nuestro corazón de alegría,
al servir desinteresadamente,
a ser gratuitos en el bien que hacemos,
al mirar al otro con tus ojos
y al amar a tu estilo y a tu manera,
buscando solo el bien de los demás.
Danos la capacidad de amar y servir
como lo hiciste Tú.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 10 de octubre de 2015

Santa Luisa: La obediencia



“Para que la obediencia sea tal como Dios nos la pide,
es necesario que obedezcamos con gran sencillez y
humildad”.

Santa Teresa de Marillac

Vende lo que tienes y sígueme.



En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?"
Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre."
Él replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme."
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios."
Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les quedo mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."
Pedro se puso a decirle: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas, hermanos y hermanas, hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna."
Evangelio: (Marcos 10, vs 17-30)

Oración:
Sólo tú, Señor de la verdad,
conoces el fondo de nuestro corazón…
Tú das valor a nuestras acciones
y sólo tú puedes convertirlas
en sabias y acertadas.
Renuévanos en Cristo tu Hijo,
sabiduría eterna y verdadera,
para que elijamos la mejor parte,
para que te busquemos siempre a Ti
y a nuestros hermanos,
en todo aquello que decidamos y hagamos.
Ilumínanos con tu Palabra
y no dejes que nuestro corazón
se entristezca equivocado
al escuchar tu llamada al seguimiento
y al encuentro de tu rostro
en la causa de los más pobres y pequeños.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 3 de octubre de 2015

San Vicente de Paul: Se sufre de diversas maneras.



Vivimos tiempos difíciles donde se pone a prueba nuestro seguimiento de Cristo. San Vicente nos dice:


“Se sufre de diversas maneras. Los apóstoles y los primeros cristianos sufrieron la persecución de los tiranos y toda clase de ultrajes; se ha dicho que todos los que quieran seguir a Jesucristo habrán de sufrir tentación... La verdad es que la mejor condición es la que nos hace más semejantes a Nuestro Señor tentado, rezando, obrando y sufriendo; y por ahí es por donde él conduce a las almas que quiere elevar a una perfección más alta.” (VII,165)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.



   En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?” Él les replicó: “¿Qué os ha mandado Moisés?” Contestaron: “Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.
   Jesús les dijo: “Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
   En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: “Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.
   Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Evangelio: (Marcos 10, vs 10-16)

Oración:
Contemplando tu obra de vida,
te alabamos agradecidos,
oh Dios, Padre de toda familia humana.
Recrea en nuestros corazones
la capacidad de amar con entrega.
Haz de la relación de los esposos
un signo vivo de tu Reino
y una llamada a la fe del mundo.
Tú que creaste y bendijiste
la unión del hombre y la mujer,
protege a nuestras familias de todo mal
y por ellas prolonga
la vida humana en el mundo.
Tú, que desde el principio
cuando ordenabas todas las cosas,
diste a nuestra fe la misión
de llevar a toda pareja humana
hacia Cristo, esposo de la Iglesia.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana