jueves, 31 de diciembre de 2015

Feliz Año Nuevo 2016.


Al finalizar este año 2015 elevemos esta acción de gracias a Dios, y compartamos esta oración para rezarla junto a nuestra familia y amigos antes de la medianoche del 31 de Diciembre:

“Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de Ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo Tú sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.
Amén.”

Fuente: Aciprensa

La Palabra se hizo carne.


En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Evangelio: (Juan 1, vs 1-18)

Acción de Gracias:
¡Oh Señor, nuestro Dios,
qué glorioso tu nombre por la tierra!
Tu gloria por encima de los cielos
es cantada por labios infantiles.
Tú opones tu castillo al agresor
para vencer a contrarios y rebeldes.
Al ver tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que fijaste,
¿quién es el hombre, que te acuerdas de él,
el hijo de Adán, para que de él cuides?
Apenas inferior a un dios lo hiciste,
coronándolo de gloria y grandeza;
le entregaste la obra de tus manos,
bajo sus pies has puesto cuanto existe.
Ovejas y bueyes todos juntos
como también las fieras salvajes,
aves del cielo y peces del mar
que andan por las sendas de los mares.
¡Oh Señor, nuestro Dios,
qué glorioso tu nombre por la tierra!
Salmo 8

domingo, 27 de diciembre de 2015

Sagrada Familia.


Queridos amigos:
   Desde el día de Navidad, la Iglesia y los cristianos venimos centrando nuestra mirada y cariño en el Niño Dios, recién nacido. Hoy la Iglesia nos pide mirar también a María y José y contemplar en conjunto la Sagrada Familia. Contemplarla tal como nos la propone el evangelio de hoy (Lc 2, vs 41- 52), es decir, transcurridos ya doce años y cuando Jesús se queda en el templo. Hay algunos apuros y malentendidos, que nos muestran que la familia de Jesús, María y José, es tan humana y necesitada como la tuya o la mía.
   Es esta faceta humana y frágil de la Sagrada Familia lo que la Iglesia quiere que veamos. Aún así es sagrada y modelo para nuestras familias: por la santidad de sus miembros y por su manera de tratar y resolver los problemas. Si pese a todo, ellos pudieron llegar a ser una Familia Sagrada ¿por qué nosotros no? Hay que ponerle voluntad y empeño. Y darle gracias a Dios, porque, a través de la naturaleza, quiso instituir la familia y basarla en el matrimonio de un hombre con una mujer, para ser como el seno y el hábitat naturales de la vida del hombre. Él mismo, cuando decidió hacerse hombre, lo hizo en el seno de una familia.

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM
             Extractado

sábado, 26 de diciembre de 2015

Primera iniciativa de Jesús.


   Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua y, cuando cumplió doce años, fue también con ellos para cumplir  con este precepto. Al terminar los días de la fiesta, mientras ellos regresaban, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que José lo supiera, ni tampoco su madre. Creyendo que se hallaba en el grupo de los que partían, caminaron todo un día y, después, se pusieron a buscarlo entre todos sus parientes y conocidos.
   Pero, como no lo hallaron, prosiguiendo su búsqueda, volvieron a Jerusalén.
   Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
   Todos los que le oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Al encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados.» El les contestó: «¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que tengo que estar donde mi Padre?»
   Pero ellos no comprendieron lo que les acababa de decir. Volvió con ellos  a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles. Su madre guardaba fielmente en su corazón todos estos recuerdos.
   Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, tanto para Dios como para los hombres.
Evangelio: (Lucas 2, vs 41 -52)

Oración:
Niño Dios,
Tú que tuviste la dicha de tener una Madre,
y tener a José, quien te cuidaba
y te protegía como un padre,
al recordar esta fiesta de tu Sagrada Familia,
te pedimos de manera especial,
por cada uno de los nuestros,
por todos aquellos que están a nuestro lado,
con quienes compartimos la vida familiar,
que derrames tus bendiciones,
para que tengamos los mismos sentimientos
que existían en tu hogar de Nazaret,
que entre nosotros reine la paz,
la alegría, la comprensión, la bondad,
el perdón, la mutua ayuda,
que vivamos los unos para los otros,
apoyándonos y dándonos totalmente,
buscando en todo momento el bien
y lo mejor para el otro,
teniéndote a ti, como nuestro Dios y Señor,
en quien y de quien esperamos todo.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

jueves, 24 de diciembre de 2015

Pan nuestro de Navidad.


Quiero hacer este año un gran Pan de Navidad.
Incluiré en él mis mejores propósitos,
mis buenos deseos,
todo lo que quiero dar.
Colocaré sólo materiales finos:
harina de respeto,
mantequilla de tolerancia,
pasas de sencillez,
nueces de ternura,
azúcar de alegría,
fruta de comprensión,
canela de justicia,
ralladura de sabiduría,
bicarbonato de paciencia
y agua de perdón.
Lo envolveré en papel de transparencia
Y lo regalaré a la persona que más he querido,
Y a quién no manifesté mi cariño el año que pasó.

¡Feliz Navidad!

Fuente: Animadores de Salud Santa Luisa de Marillac

Nos visitará el Sol que nace de lo alto.


En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
"Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
  Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
  Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
  Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz."
Evangelio: (Lucas 1, vs 67-79)

  La voz de Zacarías es ya mi oración en este día tan especial. 
Bendigo a Dios, pero recordando a todos los frágiles, a quienes 
sufren, a las personas que hoy no son felices. Con todo, siento el 
gozo de la fe que nos hace vencer toda negatividad. Gracias, Señor, 
por seguir viniendo a mí, por no olvidarte de mí dejándome en 
indigencia.

Fuente: Evangelio Ciclo C 2010

Año Santo Jubileo de la Misericordia.

El Papa abre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Foto: Captura Youtube


El Año Santo Jubileo de la Misericordia se inició el día Martes 8 de Diciembre de 2015 pasado, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, y finalizará el 20 de Noviembre de 2016, Fiesta de Cristo Rey del Universo.

Al término de la Santa Misa que se celebró en la mañana, del Martes 8 de Diciembre pasado, en la Plaza de San Pedro con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro para dar inicio al Jubileo de la Misericordia.
Después de la comunión, los obispos concelebrantes en la Santa Misa iniciaron la procesión hacia el atrio de la Basílica, donde se encuentra la Puerta Santa.
El Santo Padre fue el último en añadirse a la procesión, y una vez llegó al atrio se detuvo para saludar con afecto a Benedicto XVI. Después se situó delante de la Puerta Santa, se detuvo y dio inició al rito de apertura:

“Oremos:
Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo con la misericordia y el perdón, dónanos vivir un año de gracia, tiempo propicio para amarte a ti y a los hermanos en la alegría del Evangelio.
Continúa a infundir sobre nosotros tu santo Espíritu, para que no nos cansemos de dirigir con fidelidad la mirada a Aquel que hemos traspasado, tu Hijo hecho hombre, rostro resplandeciente de tu infinita misericordia, refugio seguro para todos nosotros pecadores, necesitados de perdón y de paz, de la verdad que libera y salva.
Él es la puerta a través de la cual venimos a ti, fuente inagotable de consolación para todos, belleza que no conoce el ocaso, alegría perfecta en la vida sin fin”.
“Que interceda por nosotros la Virgen Inmaculada, primer y espléndido fruto de la victoria pascual, aurora luminosa de los cielos nuevos y de la tierra nueva, aterrizaje feliz de nuestra peregrinación terrena”.
 “A ti, Padre Santo, a tu Hijo, nuestro Redentor, al Espíritu Santo, el Consolador, todo honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Fuente: Aciprensa
             Extractado

sábado, 19 de diciembre de 2015

Domingo IV de Adviento.


A tres días de la Nochebuena, el evangelio (Lucas 1, vs 39-45) nos presenta la fe como la puerta de entrada a la Navidad. La fe, de la que además se nos dice que es una bienaventuranza y que es caridad y misión.
Bienaventurada tú que crees, porque lo que te ha dicho el Señor se realizará. Estas palabras que Isabel le dice a María, valen también para ti (y para mí y para todos los creyentes). Son un ejemplo de cómo Dios se revela y premia a los humildes y sencillos, simplemente porque le agrada la fe que le tienen ( Lucas 12, vs 21-22). Al Padre Dios le agradó la fe de María y la premió haciendo que su Hijo se encarnase en ella, por obra del Espíritu Santo. Le agradará también nuestra fe, si es un fiat sincero como el de María, y nos premiará haciendo que, de alguna manera, se encarne también en nosotros dándonos el poder de ser hijos de Dios (Juan 1, vs 12). ¡ Reconozcamos nuestra dignidad!
La fe de María es un Sí (fiat) absoluto y total, valiente y gozoso, a Dios Trinidad. Tanto que la convirtió en el ser humano más dócil a Dios que ha existido: la criatura excepcional en la que Dios supo que podía contar siempre con ella.
La visita de María a Isabel para ayudarla (Lucas 1, vs 39-40) ejemplariza dos elementos que no pueden faltar en la fe: la caridad y la misión. Son dos dimensiones esenciales de la fe, que el Papa Benedicto XVI recoge y explaya en su Carta Apostólica Porta Fidei (PF. 7, 12, 14). Ante todo, la fe sin obras es muerta (Stgo. 2, vs 14-18). “la fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería puro sentimentalismo…”, dice el Papa (PF 14). Es por ello que “María Fe” va presurosa (misión) a ayudar a Isabel (caridad). Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar: “el amor de Cristo nos apremia”, enseña San Pablo (2 Cor. 5, vs 14). En el Año Jubileo de la Misericordia, la Caridad se hace compasión y la Misión salida a las periferias geográficas y existenciales para remediar las miserias, en la medida de lo posible.

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM
             Extractado

María visita a su prima Isabel.


Por esos días, María partió apresuradamente a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró a la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz:
«¡Bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mí Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!»
Evangelio: (Lucas 1, vs 39-45)

Oración:
Niño Dios, Tú que llenaste de Espíritu Santo 
a Isabel e hiciste que Juan saltara en su seno
y ahí ella reconoció a tu Madre,
como la bendita entre todas las mujeres,
porque te llevaba a ti,
el Dios vivo y verdadero hecho hombre
 y eras Tú el que la inundabas
con tu presencia y tu amor.
Niño Dios, ahora que estamos
preparándonos a tu nacimiento,
concédenos también a nosotros
la gracia de tu Espíritu Santo,
para que sepamos reconocer y valorar
lo que significa celebrar
el hecho de que Tú el Dios vivo,
te hayas hecho uno de nosotros,
naciendo de una mujer virgen
para unirnos a ti y darnos vida en ti.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 12 de diciembre de 2015

Tercera semana de Adviento.




“Alégrense en el Señor en todo tiempo. Les repito: alégrense, y den a todos muestras de un espíritu muy comprensivo. El Señor está cerca, no se inquieten por nada. En cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se puede imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
(Filipenses 4, vs 4-7)

¿Qué hacemos nosotros?


En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?"Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo."
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?"Él les contestó: "No exijáis más de lo establecido."
Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?"Él les contestó: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga."
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga."Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
Evangelio: (Lucas 3, vs 10-18)

Oración:
Anhelando tu venida en gloria,
el gozo de tu presencia vive ya en nosotros,
oh Cristo, salvación y alegría de todo hombre.
Esta alegría nos vuelve hacia Ti, Señor,
presente en todo aquel
con quien hemos de compartir el pan,
de repartir los vestidos,
de vivir en verdad, justicia y perdón.
Tú estás siempre viviendo, Señor,
por ello tu gozo no tiene fin,
y por ello nuestro corazón será siempre,
puerta  abierta a todos los que te buscan.
Porque Tú eres, Cristo Salvador nuestro,
el regocijo que perdura,
la fiesta única y verdadera,
que  nunca nos será quitada.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

martes, 8 de diciembre de 2015

El perdón recíproco y el amor duradero.


En la Catequesis de el Miércoles 4 de Noviembre de 2015, el Papa Francisco recordó que el matrimonio y la familia es un gran don.
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
    La Asamblea del Sínodo de los Obispos que ha concluido hace poco, ha reflexionado a fondo sobre la vocación y la misión de la familia en la vida de la Iglesia y de la sociedad contemporánea. Al finalizar los Padres sinodales me han entregado el texto de sus conclusiones. No es este el momento de examinar tales conclusiones, sobre las cuales yo mismo debo meditar.
    Mientras tanto, la vida no se detiene, en particular la vida de las familias ¡no se detiene! Ustedes, queridas familias, están siempre en camino. Y continuamente escriben en las páginas de la vida concreta la belleza del Evangelio de la familia.
     Hoy quisiera subrayar este aspecto: que la familia es un gran gimnasio para entrenar al don y al perdón recíproco, sin el cual ningún amor puede durar a largo, sin donarse, sin perdonarse, el amor no permanece, no dura. En la oración que Él mismo nos ha enseñado –el Padre Nuestro- Jesús nos hace pedirle al Padre: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Y al final comenta: «Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes» (Mt 6,12.14-15). No se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien, especialmente en familia.     
    Cada día nos faltamos al respeto el uno al otro. Debemos poner en consideración estos errores, debidos a nuestra fragilidad y a nuestro egoísmo. Lo que se nos pide es sanar inmediatamente las heridas que nos hacemos. Si esperamos demasiado, todo se transforma en más difícil. Y hay un secreto simple para sanar las heridas y para disolver las acusaciones, es este: no dejar que termine el día sin pedirse perdón, sin hacer la paz entre el marido y la mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas… ¡entre nuera y suegra! Si aprendemos a pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, sanan las heridas, el matrimonio se robustece, y la familia se transforma en una casa más sólida, que resiste a los choques de nuestras pequeñas y grandes maldades. Y para esto no es necesario hacer un gran discurso, sino que es suficiente una caricia, una caricia y ha terminado todo y se recomienza, pero no terminar el día en guerra ¿entienden?   
    El  Sínodo ha revivido nuestra esperanza también en esto: forma parte de la vocación y de la misión de la familia la capacidad de perdonar y de perdonarse. La práctica del perdón no solo salva las familias de la división, sino que las hace capaces de ayudar a la sociedad a ser menos malvada y menos cruel.     
    De verdad las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad de hoy, y también por la Iglesia. Por eso deseo que en el Jubileo de la Misericordia las familias redescubran el tesoro del perdón recíproco. Recemos para que las familias sean siempre más capaces de vivir y de construir caminos concretos de reconciliación, donde ninguno se sienta abandonado al peso de sus ofensas.
    Con esta intención, decimos juntos: “Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Gracias.”

Vaticano, 04 Nov. 2015
Fuente: Extractado Aciprensa

Inmaculada Concepción de la Virgen María.


Oración:
Bajo tu amparo, nos acogemos
Santa Madre de Dios.
No desoigas la oración
de tus hijos necesitados.
Líbranos de todo peligro
Oh siempre virgen
gloriosa y bendita.
Amén.


sábado, 5 de diciembre de 2015

San Vicente de Paul: Tiempo de Adviento.


El tiempo de Adviento es un tiempo de cambio, de conversión. 
San Vicente nos dice:

“No nos empeñemos en seguir nuestros caminos, sino los 
caminos por los que Dios quiera señalarnos… ensanchemos 
mucho nuestro corazón y nuestra voluntad en su presencia, 
sin decidirnos a una cosa o a otra hasta que Él haya hablado” 
(VII, 438).

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

Segundo Domingo de Adviento.


“Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz.”
(Segunda carta de San Pedro 3, vs 13-14)

Todos verán la salvación de Dios.




En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes estaba a cargo de Galilea, y su hermano Filipo a cargo de Iturea y Traconítide, y Lisanias a cargo de Abilene. Los jefes de los sacerdotes eran Anás y Caifás. Vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
"Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios."
Evangelio: (Lucas 3, vs 1-6)

Oración:
El anuncio de tus profetas, Oh Cristo,
llena de gozo nuestras vidas,
anhelantes de tu paso,
deseosos de tu salvación.
Cuando tú vengas,
se obrarán de verdad las maravillas grandes
que cantó tu pueblo liberado,
santificado y hecho digno de alianza en tu Pascua.
Prepara Tú mismo el camino de tu paso,
destruyendo nuestra idolatría,
abajando nuestro orgullo,
haciendo recto a tus ojos
lo que el pecado ha desviado en nuestras vidas.
Y que tu palabra resuene hoy,
oh Verbo eterno del Padre,
como evangelio de restauración y gozo
para todo hermano que busca tu rostro.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 28 de noviembre de 2015

Primer Domingo de Adviento.



Oración:
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor Jesús,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas,
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que, mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de Aquel que,
por ser la Luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Te lo pedimos por Él mismo
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Fuente: Aciprensa

Se acerca vuestra liberación.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre."
Evangelio: (Lucas 21,vs 25-28, 34-36)

Oración:
Niño Jesús, iniciamos nuestro camino
hacia tu Navidad,
para recordar y vivenciar
el momento más sublime del amor
que el Padre ha tenido con nosotros,
cuando te envió para darnos vida por ti y en ti.
Niño Dios, comenzamos a disponernos
esperando que así como Tú naciste en María Virgen,
también nazcas en cada uno de nosotros,
llenándonos de tu vida y tus bendiciones.
Regálanos en estos días de Adviento,
la gracia de mirarnos a nosotros mismos
con los ojos de tu corazón
para ver como estamos viviendo
nuestra vida y nuestra fe,
para que podamos acercarnos siempre más a ti,
encontrando en ti, el sentido pleno y total
de todo lo que somos y hacemos.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana