sábado, 27 de septiembre de 2014

San Vicente de Paul: Para ser un buen misionero.



Afirma San Vicente:

Sin la humildad, no hemos de esperar ningún progreso nuestro ni beneficio alguno para el prójimo. Oh Salvador, danos esta santa virtud, que es tan tuya, que tú mismo enseñaste al mundo y que quieres con tanto afecto.

Y ustedes, hermanos míos, sepan que el que quiera ser un buen misionero, ha de esforzarse continuamente en adquirir esta virtud y perfeccionarse en ella evitando sobre todo cualquier pensamiento de orgullo, de ambición y de vanidad, que son los peores enemigos con los que puede tropezar; hay que cortarlos en seguida de raíz apenas aparezcan, para exterminarlos, y vigilar con mucha atención para que no se cuelen en nuestra alma.” (XI, 745)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 6 de septiembre de 2014

Domingo 23° Tiempo Ordinario.



Queridos amigos y amigas:
La corrección fraterna, el perdón y la oración en común, son tres elementos que el Evangelio de hoy (Mt 18, 15-20) presenta como fundamentales para vivir en la Iglesia-comunidad cristiana (y en familia). Es parte de la enseñanza de Mateo, cuyo Evangelio viene a ser una catequesis para quienes, ya convertidos, entran a formar parte de la Iglesia de Jesús. Y era sin duda la praxis de la primera Iglesia, inspirada en la caridad y la unidad, que el Señor tanto les había recomendado y hasta mandado (Jn 13,34; 17,21). Era por la caridad que los cristianos se distinguían de los demás y era por la caridad que hacían abundantes conversiones (He 2, 47).

La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma (He 4,32), pero, dada la condición humana, había que estar siempre alerta y orar mucho a Dios, para vivir como hermanos. Veamos algo de lo que era (y debiera ser hoy) la praxis de la Iglesia (y de la familia, las comunidades y los grupos humanos). Ante todo, la corrección fraterna, que ante la necesidad de llamar la atención lo hacía cordialmente, mezclando firmeza (porque había que corregir) con bondad (porque se trataba de un hermano). Todo esto suponía: 1. que se estaba seguro de la falta; 2. que antes de corregir se había orado a Dios; 3. que se había buscado el lugar, el momento y las palabras oportunas; 4. que se corregía en privado… Les invito a releer y poner en práctica lo que sobre el particular continúa diciendo Mateo (18, 15-17)

El perdón sincero, cuando había propósito de enmienda, era otra de las prácticas de aquellas fervorosas comunidades cristianas. Por acción u omisión, alguien podía haber delinquido y hasta haber sido expulsado de la comunidad al ser declarado “pagano”, pero el perdón con el abrazo le estaba esperando si como el Hijo Pródigo se arrepentía. Pablo había escrito a las iglesias: “sean buenos y comprensivos, perdonándose unos a otros como Dios les perdonó en Cristo” (Ef 4,32). Sin duda esta praxis del perdón fue lo que más caló y mejor diferenció a los cristianos de los paganos. Ciertamente estaban la enseñanza y el ejemplo de Jesús, pero también el sentido liberador y reconciliador del perdón en quien perdona y en quien es perdonado. ¡Va en esto nuestra felicidad!

El medio de los medios para conservar la unidad en la caridad era la oración en común: cuando dos o más se juntan para orar yo estoy en medio de ellos, y lo que pidan mi Padre se lo concederá, dice Jesús (Mt 18, 19-20). Si esto no sucede es simplemente porque no oramos juntos. En casa, cada uno reza por su parte; el papá, la mamá, cada hijo…, todos rezan por su cuenta, cuando la garantía de la presencia del Señor entre nosotros y de la eficacia de nuestras oraciones está en que nos juntemos para orar. Recordemos el viejo y sabio dicho: ¡Familia que reza unida, permanece unida y bendecida!

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM

Si te hace caso, has salvado a tu hermano.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."
Evangelio: (Mateo 18, vs 15-20)

Oración:
Señor, hoy he comprendido que el amor
que he recibido de ti,
me debe llevar a amar a mis hermanos
como tú me amas a mí.
Queremos participar de tu Reino de amor,
tu Reino de perdón,
que tengamos siempre la disposición de buscarlo.
Perdona Señor las veces que te he ofendido,
las veces que he ofendido a mis hermanos,
las veces que me he ofendido a mí mismo,
porque de igual modo, Señor,
deseo perdonar a aquellos que
alguna vez me han hecho daño,
y deseo que ellos se encuentren de nuevo en paz conmigo,
pero sobre todo contigo, Señor.
Ayúdame, Señor, a no caer en la tentación del orgullo
y así poder amar a mis hermanos al grado de luchar
porque todos puedan llegar a ti Señor.
Dame un corazón como  el tuyo Señor
que sepa amar, perdonar
y estar lleno de la Gracia del amor.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

La Iglesia es nuestra madre.



Como cada Miércoles en la plaza de San Pedro, y con ocasión de la Audiencia General, el Papa Francisco se ha reunido junto a miles de fieles venidos de todas las partes del mundo. La Iglesia es nuestra madre: ha sido la reflexión de esta mañana del Santo Padre, al continuar  con la serie de Catequesis dedicadas a la Iglesia.
A continuación, el texto del resumen hecho por el Papa en español:

"Queridos hermanos y hermanas:
Nadie se hace cristiano a sí mismo, nacemos y crecemos en la fe dentro del pueblo de Dios. Por eso decimos que la Iglesia es madre, porque nos da a vida en Cristo y nos hace vivir junto a otros hermanos en la comunión del Espíritu Santo.

El modelo de la maternidad de la Iglesia es la Virgen Madre. El nacimiento de Jesús en el seno de María como primogénito de muchos hermanos es como el preludio de la vida nueva que reciben los cristianos en el Bautismo.

La Iglesia también es madre porque nos cuida como hijos y nos indica el camino de la salvación. Nos alimenta y nos sostiene con los sacramentos; nos ilumina con la luz del Evangelio, orientándonos al bien y animándonos en los momentos de oscuridad; y nos defiende de las asechanzas del maligno, exhortándonos a la vigilancia para no sucumbir a sus seducciones.

Queridos hermanos, no olvidemos que la Iglesia somos todos los bautizados, y que su maternidad se expresa también en nuestra capacidad de acoger, de perdonar, de infundir ánimo y esperanza".

A continuación el Santo Padre ha saludado a los peregrinos de lengua española, "en particular a los grupos provenientes de España, México, Cuba, Costa Rica, Guatemala, Colombia, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a invocar la intercesión maternal de María y aprender de ella esa ternura que nos permite ser testigos de la maternidad de la Iglesia. Muchas gracias".

Vaticano, 03 Sept. 2014
Fuente: vatican.va