San Vicente nos dice:
«Se sufre de diversas maneras. Los apóstoles y los primeros
cristianos sufrieron la persecución de los tiranos y toda clase de ultrajes; se
ha dicho que todos los que quieran seguir a Jesucristo habrán de sufrir
tentación…La verdad es que la mejor condición es la que nos hace más semejantes
a Nuestro Señor tentado, rezando, obrando y sufriendo; y por ahí es por donde
él conduce a las almas que quiere elevar a una perfección más alta.» (VII,
165)
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