En su
primera Catequesis sobre el Bautismo en la Audiencia General de este Miércoles
11 de Abril, en
la Plaza San Pedro, el Papa Francisco nos recordó que:
«La Pascua de Cristo, con su carga de
novedad, nos alcanza a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los
bautizados son de Jesucristo.
El baño con agua es un ritual común a varias
creencias para expresar la transición de una condición a otra, un signo de
purificación para un nuevo comienzo. En virtud del Espíritu Santo, el bautismo
nos sumerge en la
muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al
hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al hombre
nuevo, recreado en Jesús.
De hecho, no es un agua cualquiera la del
Bautismo, sino el agua sobre la que se invoca el Espíritu que "da vida" (Credo). El
bautismo es, por lo tanto, un signo eficaz de renacimiento, para caminar en una
nueva vida.
Al sumergirnos en Cristo, el Bautismo
también nos hace miembros
de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en
el mundo (Cfr. CCC 1213). La vitalidad que fluye de la fuente bautismal se
ilustra con estas palabras de Jesús: "Yo soy la vid, vosotros los
sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto” (Jn 15, 5).
¡No os olvidéis de bautizar a los niños! Como
sucede con una semilla llena de vida, este regalo arraiga y da fruto en una
tierra alimentada por la fe. Las promesas bautismales que renovamos cada año en
la Vigilia Pascual deben ser reavivadas todos los días para que el Bautismo
"cristifique": no hay que tener miedo de esta palabra: el bautismo
nos “cristifica”, quien ha recibido el bautismo y es “cristificado” se
asemeja a Cristo, se transforma en Cristo y se hace de verdad otro Cristo.»
Fuente:
Aciprensa
Extractado desde Catequesis sobre
el Bautismo
Papa Francisco
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