En la Audiencia General de este Miércoles
18 de Abril pasado, el Papa Francisco la ha dedicado por segunda vez al
sacramento del Bautismo. En parte de su desarrollo nos ha dicho:
«Si examinamos los gestos y las palabras de la liturgia, nos daremos
cuenta de la gracia y del compromiso de este sacramento, que siempre
debemos redescubrir. Lo recordamos en la aspersión con agua bendita que se
puede hacer los domingos al comienzo de la Misa, así como en la renovación de
las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual. Regresar a la fuente de la
vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de
nuestro Bautismo y a renovar el compromiso de responder a él en la condición en
que nos encontramos hoy.
Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos individualmente, en la
concreción de nuestra historia. El bautismo enciende la vocación personal de
vivir como cristianos, que se desarrollará a lo largo de la vida. Los padres
piensan en el nombre que quieren dar a sus hijos ya antes de que nazcan:
esto también forma parte de la espera de un niño que, con su propio nombre,
tendrá una identidad original, también para la vida cristiana vinculada a Dios.
Por supuesto, convertirse en cristiano es un don que viene de lo alto
(véase Jn 3: 3-8). “Señor, regálame el don de la fe”, es una oración hermosa.
Efectivamente, "el Bautismo es, en primer lugar, el sacramento de la fe
con que los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al
Evangelio de Cristo."(Rito del Bautismo de los Niños, Introducción Gen.,
n° 3).
"La señal de la cruz expresa el sello de Cristo sobre el que está a
punto de pertenecerle y significa la gracia de la redención que Cristo ha
adquirido para nosotros a través de su cruz" (Catecismo de la Iglesia
Católica, 1235). En la ceremonia, hacemos a los niños la señal de la cruz. Y
tú, padre, madre, abuelos, abuelas, padrinos, madrinas, debéis enseñar a hacer
bien la señal de la cruz porque es repetir lo que se hizo en el Bautismo. ¿Lo habéis
entendido? Enseñad a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Si lo aprenden
de niños, lo harán bien más tarde, cuando crezcan.
La cruz es la insignia que muestra quiénes somos: nuestro hablar,
pensar, mirar, trabajar está bajo la señal de la cruz, es decir, bajo el signo
del amor de Jesús hasta el final. Los niños son signados en la frente.
Hacer la señal de la cruz cuando nos despertamos, antes de las comidas, antes
de un peligro, para defendernos del mal, la noche antes de dormir significa decirnos
a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quién queremos ser. Por
eso es tan importante enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Y,
como hacemos cuando entramos en la iglesia, podemos hacerlo también en casa,
teniendo un poco de agua bendita –algunas familias lo hacen- en un jarrón
pequeño: así que, cada vez que entramos o salimos, haciendo la señal de la cruz
con esa agua recordamos que estamos bautizados. Repito, no lo olvidéis,
enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz.»
Fuente:
Aciprensa
Extractado desde Catequesis Papa
Francisco
Audiencia General 18/04/2018