sábado, 3 de marzo de 2018

Jesús expulsa del templo a los vendedores.



   Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.
   Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consume”. Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?”.
   Pero Él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la Palabra que había pronunciado.
   Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: Él sabía lo que hay en el interior del hombre.
Evangelio: (Jn 2, vs 13-25)

Oración:
En tu palabra de vida, oh Padre,
nos has mostrado el camino hacia ti…
En tus preceptos encontramos
el camino luminoso hacia tu casa.
Ahora te pedimos:
refuerza nuestra fidelidad a tus preceptos,
transforma nuestro pensamiento y acciones
según tu ley de santidad,
acrecienta nuestra sinceridad ante tu palabra…
De manera que tu paso por nuestra vida
encuentre un corazón dispuesto,
un lugar para la morada de tu gloria,
un templo digno de tu presencia,
hombres nuevos y mujeres nuevas
dispuestos a cumplir el resumen de toda ley:
el mandamiento del amor-caridad.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicentina

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