Para San
Vicente, la humildad debe comprenderse y vivirse, sobre todo en relación con el
servicio de los pobres. La humildad es, pues, la virtud del servicio. A los
misioneros les dice:
“Lo que más
me ha impresionado de lo que se ha dicho hoy y el último Viernes, es lo que se
ha indicado sobre nuestro Señor, que era el señor natural de todo el mundo y
que se hizo sin embargo el último de todos, el oprobio y abyección de todos los
hombres, ocupando siempre el último lugar en cualquier sitio que se encontrase.
Quizás creáis, hermanos míos, que un hombre es muy humilde y que se ha rebajado
mucho cuando ha ocupado el último lugar. ¿Pues qué? ¿Se humilla un hombre
ocupando el lugar de nuestro Señor? Sí, hermanos míos, el lugar de nuestro
Señor es el último. El que desea mandar, no puede tener el espíritu de nuestro
Señor; este divino Salvador no ha venido al mundo a ser servido, sino a servir
a los demás” (XI, 59)
Fuente: Lectio Divina Vicenciana
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