sábado, 22 de agosto de 2015

Sigan el camino del amor.



   
No salga de sus bocas ni una mala palabra, sino palabras buenas que edifiquen cuando es necesario y que hagan bien a los que las oigan.
   No entristezcan al Espíritu Santo, que Dios puso en ustedes como a su sello, marcándolos así para el día de la salvación. Arranquen de raíz entre ustedes: los disgustos, los arrebatos, el enojo, los gritos, las ofensas y toda clase de maldad. Por el contrario, muéstrense buenos y comprensivos unos con otros, perdonándose mutuamente, como Dios los perdonó en Cristo.
   Como hijos amadísimos de Dios, esfuércense por imitarlo. Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amó a ustedes. El, en verdad, se entregó por nosotros y vino a ser la ofrenda y la víctima sacrificada, cuyo buen olor sube a Dios.
(Efesios 4, 29-32; 5, 1-2)
San Pablo 

Fuente: Imagen Aciprensa

sábado, 15 de agosto de 2015

Invoca a María.



“En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres
piensa en María, invoca a María.
Que Ella no se aparte nunca de tus labios,
que no se aparte nunca de tu corazón;
y para que obtengas la ayuda de su oración,
no olvides nunca el ejemplo de su vida.
Si la sigues, no puedes desviarte;
si la invocas, no puedes desesperar;
si piensas en ella, no puedes equivocarte.
Si ella te sostiene, no caes;
si ella te protege, no tienes que temer;
si ella te guía, no te cansas;
si ella te es propicia, llegarás a la meta…”

San Bernardo de Claraval (Clairvaux)
Doctor de la Iglesia

Asunción de la Santísima Virgen María.



En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre." María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Evangelio: (Lucas 1, vs 39-56)

Oración:
Dios te salve María,
llena eres de gracia, el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

sábado, 8 de agosto de 2015

Yo soy el pan de vida.



Los judíos criticaban porque Jesús había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo” Y decían: “Este Jesús, ¿no es acaso el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que bajó del cielo?”
   Jesús les contestó: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí si no lo atrae mi Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: Y todos se dejarán enseñar por Dios. Así, todo hombre que escucha al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
   Es que nadie ha visto al Padre fuera del que ha venido de Dios: éste ha visto al Padre. En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna.
   Yo soy el pan de vida. Vuestros antepasados, que comieron el maná en el desierto, murieron. Aquí tienen el pan que bajó del cielo para que lo coman y ya no mueran.
   Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para la vida del mundo
Evangelio: (Juan 6, vs 41-51)

Oración:
Señor Jesús,
Tú que te has dado a conocer
como el pan bajado del cielo,
como el pan vivo, como el pan de vida,
como Aquel que nos da vida eterna,
porque te das a ti mismo,
dándonos tu propia carne,
te pedimos que nos ayudes a comprender
la dimensión de tu entrega,
y del don que nos das en ti mismo,
al darnos la Eucaristía,
para que creamos incondicionalmente en ti,
y nunca murmuremos ni desconfiemos
de ti, ni de tus enseñanzas,
ni de tu manera de actuar
sabiendo que creer en ti,
es don y es gracia de tu Padre.
Regálanos un corazón dócil a tus enseñanzas
y sensibilidad a tu presencia en la Eucaristía,
para tener en ti y de ti, la vida y la gracia
que Tú nos das en tu Cuerpo y en tu Sangre.
Amén

Fuente: Lectio Divina Vicenciana