Jesús se
dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó
a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y
decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada y
esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el
carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de
Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?».
Y Jesús era
para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado
solamente en su pueblo, en su familia y en su casa». Y no pudo hacer allí
ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y Él se asombraba de su falta de fe.
Evangelio: (Mc 6, vs
1-6)
Oración:
Perdón por las veces
que dudamos y desconfiamos…
que no nos abrimos a tu acción en
nosotros…
que no te buscamos de corazón…
que somos indiferentes a ti…
que no hacemos nuestro camino de fe…
que no gastamos tiempo para las cosas
del corazón…
que buscamos pretextos para no creer…
que miramos la vida solo con nuestros
ojos
y no con los de Dios…
que Dios no ocupa el centro de nuestra
vida…
que no seguimos las enseñanzas del
Señor…
que no tomamos a Jesús como camino,
verdad y vida…
Señor, no permitas que la dureza de
nuestro corazón impida que te encontremos.
Ven Señor, en nuestra ayuda
y danos la gracia de creer siempre en
ti.
Que así sea.
Fuente: Lectio Divina Vicenciana
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