“El
fruto principal de la oración consiste en resolverse bien, en resolverse con
decisión, en basar bien nuestros propósitos, en convencerse profundamente, en
prepararse bien para cumplirlos y en prever los obstáculos para
superarlos…después de tomar algunas resoluciones en la oración, hay que rezar
mucho a Dios y
pedirle
insistentemente su gracia, desconfiando mucho de nosotros mismos, para que
quiera comunicarnos las gracias necesarias para que fructifiquen estos propósitos.”
(SVP XI,781)
Fuente: Lectio Divina Vicenciana
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