sábado, 2 de enero de 2016

La estrella iba delante de ellos.


Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.»
En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo.  Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.»
Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.
Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
Evangelio: (Mateo 2, vs 1-12)

Oración:
Padre bueno, gracias por darnos
el regalo de tu hijo y ofrecernos en Él
tu amor y tu salvación, para todas las personas.
Señor Jesús, así como los magos,
se dejaron guiar por la estrella
para encontrarte y adorarte,
también te pedimos, no sólo tus señales,
sino sobre todo, ayúdanos a dejar todo
para ir a adorarte.
Danos la capacidad de seguirte,
generosa y alegremente, cada día y para siempre;
que nuestros sentimientos,
pensamientos, cualidades, trabajo
y nuestro empeño sean la manera de reconocer,
que tú eres nuestro Rey, Dios y Señor.
Te pedimos por la Iglesia:
para que todos seamos misioneros
y discípulos, en nuestra tierra;
de tal modo que seamos testigos
que anuncian y guían a los demás hacia ti, Jesús,
Luz de las Naciones y del Universo.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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