viernes, 28 de noviembre de 2014

Santa Catalina Labouré: Tomaré a María



“Tomaré a María como modelo de todas mis acciones; en todo, yo reflexionaré si María hizo esta acción, cómo y por qué la hizo. ¡Oh, que consolador es el nombre de María!”

Santa Catalina Labouré
Fuente: somos.vicencianos.org

jueves, 27 de noviembre de 2014

Virgen de la Medalla Milagrosa.



¡Oh María sin pecado concebida!,
ruega por nosotros
que recurrimos a ti.


Fuente: Hijas de la Caridad

sábado, 22 de noviembre de 2014

Un juicio extraño.



Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».
¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados de la historia?
Según el relato de Mateo, comparecen ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?
El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.
El que habla es un Juez que está identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudasteis a uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicisteis conmigo». Quienes se han acercado a ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él en el reino: «Venid, benditos de mi Padre».
Luego se dirige a quienes han vivido sin compasión: «Cada vez que no ayudasteis a uno de estos pequeños, lo dejasteis de hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apartaos de mí». Seguid vuestro camino…

Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.
Fuente: José Antonio Pagola

Se sentará en el trono de su gloria.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."

Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."
Evangelio: (Mateo 25, vs 31-46)

Oración:
Señor Jesús,
danos la gracia de verte presente
en todo aquel que sufre o padece necesidad.
Derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo
para ser sensibles ante el dolor ajeno,
sabiendo que Tú estás en los que sufren,
en los que experimentan el dolor y la carencia,
que padeces con el que experimenta la cruz,
para que viéndote en esas personas,
seamos consuelo y fortaleza para ellos.
Danos la gracia de ser sensibles y solidarios
asumiendo tus mismas actitudes y disposiciones,
dando todo de nosotros para consolar y apoyar
a los que nos rodean, como Tú lo has hecho en tu época
y lo sigues haciendo hoy por medio de nosotros,
cada vez que actuamos con tus mismos sentimientos.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

La vocación a la santidad.



En la Audiencia General de este Miércoles, realizada en la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles procedentes de todas partes del mundo, el Papa Francisco ha iniciado su Catequesis sobre la vocación a la santidad.

En el resumen que el Santo Padre hace en español ha indicado:

"La Catequesis de hoy está centrada en la vocación universal a la santidad.  ¿En qué consiste esta vocación y cómo podemos realizarla? La santidad no la obtenemos por nuestras capacidades o cualidades personales. Es ante todo un don de Dios que nos hace el Señor Jesús revistiéndonos de Él mismo.

Por lo tanto, la santidad es un descubrirse en plena comunión con Él, en la plenitud de su vida y de su amor. De esta manera, nadie queda excluido de la llamada a la santidad, la cual constituye el carácter distintivo de todo cristiano, urgido a vivirla en el amor y en el testimonio diario, cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el cual se encuentra.

En la Primera Carta de San Pedro escuchamos: 'Que cada uno viva según la gracia recibida, poniéndola al servicio de los demás, como buenos administradores de la gracia de Dios'.

La llamada a la santidad no es una carga pesada, sino una invitación a vivir con alegría y amor cada momento de nuestra vida, transformándolo al mismo tiempo en un don para las personas que nos rodean. Cada paso hacia la santidad hace a las personas mejores, libres de egoísmo y abiertas a los hermanos y a sus necesidades.”

A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular "a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Costa Rica y República Dominicana, así como a los venidos de otros países latinoamericanos". Así, ha pedido que "acojamos con alegría la invitación a la santidad y sostengámonos los unos a los otros en este camino que no se recorre en solitario, sino en comunión con aquel único cuerpo que es la Iglesia, la Santa Madre la Iglesia jerárquica".

Vaticano, 19 Nov. 2014
Fuente: Extractado Zenit.org

sábado, 1 de noviembre de 2014

En las manos de Dios.



Los seres humanos de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.

Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Qué hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?

La muerte es una puerta que traspasa cada persona en solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él?

Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: “En tus manos, Padre de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido

¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes, poco creyentes y también increyentes?

A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables; somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer, pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no sabemos encontrar una esperanza.

A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y nuestra invocación humilde a Dios:
“Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver”.

Fuente: José Antonio Pagola

Yo soy el camino.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.”
Tomás le dice: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.”
Evangelio: (Juan 14, vs 1-6)

Oración:
Hoy te bendice nuestro corazón, Padre,
Dios de la vida,
porque en Cristo Jesús,
vencedor del pecado y de la muerte,
vemos que el fin de nuestro camino
es la vida contigo.
En Jesús radica nuestra esperanza
de vida sin término,
porque es resurrección y vida
para  todo el que cree en Él.
Así la vida de los que creemos en ti, Señor,
no termina, se transforma
y al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos otra mansión eterna
para  vivir siempre a tu lado.
¡Bendito seas, Señor!
Haz que nuestro contacto con Cristo,
por su palabra, por la fe y por los sacramentos,
despierte Tu gesto creador
que  da vida al hombre para siempre.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

La Iglesia y su realidad visible y espiritual.



En la Audiencia General de este Miércoles, realizada en la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles y peregrinos de todas partes del mundo, el Papa Francisco en su Catequesis ha reflexionado sobre la realidad visible y espiritual de la Iglesia. En el resumen hecho por el Santo Padre en español ha indicado:

“Queridos hermanos y hermanas:
En otras ocasiones hemos hablado de la naturaleza espiritual de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo edificado por el Espíritu Santo. Hoy nos centramos en lo que pensamos habitualmente, en lo que se ve: es decir, sus estructuras, como la parroquia, las organizaciones,  las personas que normalmente la guían. Pero esto no se limita a los Obispos o a los clérigos, sino que comprende a todas las personas bautizadas que creen, esperan y aman, haciendo el bien en el nombre de Jesús, acercándolo así a la vida de los hermanos.

Por eso, lo visible y lo invisible de la Iglesia no se oponen, sino que se integran en la única Iglesia. Esto es un reflejo del misterio de la persona de Cristo, en la que su naturaleza divina es inseparable de su naturaleza humana, que se pone enteramente al servicio del plan divino de llevar a todos la redención y la salvación. También la Iglesia, a través de su realidad visible, como los sacramentos, el testimonio y el anuncio, está llamada a hacerse cercana a cada persona, comenzando por los más pobres, los que sufren o los marginados, para que todos sientan la mirada compasiva y misericordiosa de Jesús.

A continuación ha saludado con afecto a los peregrinos de lengua española, “en particular a los venidos de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos, por intercesión de la Virgen María, que comprendamos cómo, a pesar de nuestras debilidades, el Señor nos ha hecho instrumentos de su gracia y signo visible de su amor para toda la humanidad. Muchas gracias”.

Vaticano,29 Oct. 2014
Fuente: Extractado Zenit.org

San Vicente de Paul: El amor a Dios.



San Vicente hablando sobre el amor a Dios expresa las cualidades del verdadero amor:

“Amar a alguien, propiamente hablando, es querer su bien. Según esto, amar a nuestro Señor es querer que su nombre sea conocido y manifestado a todo el mundo, que reine en la tierra, que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo.

Pues bien, hay que señalar que el amor se divide en afectivo y efectivo. El amor afectivo es cierta efusión del amante en el amado, o bien una complacencia y cariño que se tiene por la cosa que se ama, como el padre a su hijo, etcétera. Y el amor efectivo consiste en hacer las cosas que la persona amada manda o desea; de este amor es del que habla nuestro Señor…

La señal de este amor, el efecto o el sello de este amor, 
hermanos míos, es lo que dice nuestro Señor, que los 
que le aman cumplirán su palabra.” (XI, 736)

Fuente: Lectio Divina Vicenciana