sábado, 9 de marzo de 2013

Domingo 4° de Cuaresma




1    Muchos publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para
      escucharlo.
2    Y por eso los fariseos y maestros de la Ley murmuraban y
      criticaban: “Este hombre recibe a los pecadores y come con
      ellos.”
3    Entonces, Jesús les dijo esta parábola:
11  “Un hombre tenía dos hijos.
12  El menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de la
      propiedad que me corresponde. Y el padre la repartió entre
      ellos.
13  Pocos días después, el hijo menor reunió todo lo que tenía,
      partió a un lugar lejano y allí malgastó su dinero en una vida
      desordenada.
14  Cuando lo gastó todo sobrevino en esa región una escasez
      grande y comenzó a pasar necesidad.
15  Entonces fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un
      habitante de ese lugar que lo envió a sus campos a cuidar
      cerdos.
16  Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que
      daban a los cerdos, pero nadie le daba nada.
17  Fue entonces cuando entró en sí: “¿Cuántos trabajadores de
      mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de
      hambre? ¿Por qué no me levanto?
18  Volveré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra Dios y
      contra ti;
19  ‘ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de
      tus siervos.
20  Partió, pues, de vuelta donde su padre.
      Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió
      compasión, corrió a echarse a su cuello y lo abrazó.
21  Entonces el hijo le habló: Padre pequé contra Dios y contra
      ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo.
22  Pero el padre dijo a sus servidores: Rápido, tráiganle la
      mejor ropa y póngansela, colóquenle un anillo en el dedo y
      zapatos en los pies.
23  Traigan el ternero más gordo y mátenlo, comamos y
      alegrémonos,
24  ‘porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida,
      estaba perdido y lo he encontrado. Y se pusieron a celebrar
      la fiesta.
25  El hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver llegó
      cerca de la casa, oyó la música y el baile.
26  Llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué
      significaba todo eso.
27  Este le dijo: Tu hermano está de vuelta y tu padre mandó
      matar el ternero gordo, por haberlo recobrado con buena
      salud.
28  El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Entonces el padre
      salió a rogarle.
29  Pero él le contestó: Hace tantos años que te sirvo sin haber
      desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí
      nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis
      amigos,
30  ‘pero llega ese hijo tuyo, después de haber gastado tu dinero
      con prostitutas, y para él haces matar el ternero gordo.
31  El padre le respondió: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo
      lo mío es tuyo.
32  Pero, había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu
      hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido
      y ha sido encontrado.”

Evangelio: (Lucas 15, vs 1-3, 11-32)

Oración:

Dame la gracia de tu Espíritu Santo…
para ser consciente de mi situación personal…
para ver lo que debo cambiar…
para darme cuenta de aquello que no corresponde a tu amor…
para tener la valentía de cambiar…
para buscar identificarme cada vez más contigo…
para no abandonarte más…
para volver a comenzar…
para buscar solo en ti el sentido de mi vida…
para confiar y esperar en ti…
para darme cuenta de tu misericordia y tu bondad…
para mirarme como Tú me miras…
para dejarme transformar por ti…
para aferrarme siempre más a ti…
para dejarme iluminar por ti…
para encontrar en ti mi fortaleza…
para vivir plenamente lo que me pides…
para sentir el abrazo amoroso de tu perdón.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

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