miércoles, 2 de noviembre de 2011

La muerte de Jesús



33 Llegado el mediodía, se oscureció todo el país hasta las tres de la tarde,

34 y a esa hora Jesús gritó con voz fuerte: “Eloí, Eloí, ¿lama sabactaní?,

que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

35 Entonces algunos de los que estaban allí dijeron: “Está llamando a Elías”

36 Uno de ellos corrió a mojar una esponja en vino agridulce, la puso en la punta de una caña y le ofreció de beber, diciendo: “Déjenme, a ver si viene Elías a bajarlo”.

37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

38 En seguida, la cortina que cerraba el santuario del Templo se partió en dos,

39 de arriba abajo, y el capitán romano que estaba frente a Él, al ver cómo había expirado, dijo: “Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios”.

(Marcos15, vs 33-39)

Conmemoración de los Fieles Difuntos

Esta fiesta responde a una larga tradición de Fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma.

La Iglesia llama "Purgatorio" a esa purificación; y para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14).

La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º de los Macabeos en el Antiguo Testamento dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, la Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos.

Al respecto, San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".

Estos actos de piedad son constantemente alentados por la Iglesia.

Fuente: Aciprensa


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