Se acercaron a
Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión:
«¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?». Él les respondió: «¿Qué es lo
que Moisés les ha ordenado?». Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una
declaración de divorcio y separarse de ella».
Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les
dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde
el principio de la creación, “Dios los hizo varón y mujer”. “Por eso, el hombre
dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne”. De
manera que ya no son dos, “sino una sola carne”. Que el hombre no separe lo que
Dios ha unido».
Cuando regresaron a la casa, los discípulos
le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: «El que se divorcia de su
mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se
divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».
Le trajeron entonces a unos niños para que los
tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les
dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino
de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el
Reino de Dios como un niño, no entrará en él». Después los abrazó y los
bendijo, imponiéndoles las manos.
Evangelio: (Mc 10, vs
2-16)
Oración:
Padre Nuestro
que estás en el cielo,
santificado sea tu
Nombre.
Venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén.