Ven Espíritu Santo. Despierta
nuestra fe débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor
insondable de Dios nuestro Padre a todos sus hijos e hijas, estén dentro o
fuera de tu Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá
también en nuestras comunidades e iglesias.
Ven Espíritu Santo. Haz que Jesús ocupe el centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie
lo suplante ni oscurezca. No vivas entre nosotros sin atraernos hacia su
Evangelio y sin convertirnos a su seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni
nos desviemos de su mandato del amor. Que no se pierda en el mundo su memoria.
Ven Espíritu Santo. Abre nuestros oídos para escuchar tus llamadas, las que nos
llegan hoy, desde los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones
de los hombres y mujeres de nuestros días. Haznos vivir abiertos a tu poder
para engendrar la fe nueva que necesita esta sociedad nueva. Que, en tu
Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que a lo que muere, con el corazón
sostenido por la esperanza y no minado por la nostalgia.
Ven Espíritu Santo y purifica el corazón de tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros.
Enséñanos a reconocer nuestros pecados y limitaciones. Recuérdanos que somos
como todos: frágiles, mediocres y pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y
falsa seguridad. Haz que aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad
y humildad.
Fuente: José Antonio Pagola
Fragmento