sábado, 25 de abril de 2015

Acercarnos y conocernos.



Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, sólo Él es el Pastor Bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.
   Esta bella imagen de Jesús, Pastor Bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien.
   Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor conoce a sus ovejas y las ovejas le conocen a Él. Sólo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.

Fuente: José Antonio Pagola
             Fragmento

El buen pastor da la vida por las ovejas.



En aquel tiempo, dijo Jesús:
"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre."
Evangelio: (Juan 10, vs 11-18)

Oración:
Señor Jesús,
Tú que eres el Buen Pastor,
El que das tu vida por nosotros,
El que siempre estás atento y pendiente
de nuestra vida y de nuestras necesidades,
te pedimos que nos ayudes a escuchar tu voz
para dejarnos conducir por ti,
para que Tú puedas actuar en nosotros
para que como Tú,
tengamos tus mismas actitudes
con todos los que nos rodean,
siendo capaces de dar la vida
como  la diste Tú por nosotros.
Señor, ayúdanos a que en todo momento,
actuemos y vivamos como Tú,
amando hasta dar la vida
siendo presencia viva y real de tu amor,
siendo Tú todo para nosotros
y  nosotros viviendo por y para ti.
Que así sea.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana

sábado, 11 de abril de 2015

Domingo 2° de Pascua.



Queridos amigos:
Este 2° Domingo de Pascua, por ser la octava de la Resurrección del Señor, fue siempre un Día Grande. “Como si ahora hubiéramos nacido…”(1 Pe 2, 2), es la obertura de la liturgia, que hace referencia a cuantos por el bautismo hemos muerto y resucitado con Jesucristo. Por su evangelio sobre todo (Juan 20, 19-31), el Beato Juan Pablo II lo escogió para celebrar en él al Señor de la Divina Misericordia. Ciertamente, le cae muy bien a este 2° Domingo de Pascua el ser el día del Señor de la Divina Misericordia. Y el ser también, desde entonces, el día del Beato Juan Pablo.

Al Señor Resucitado le cae perfecto el sobrenombre del Señor de la Divina Misericordia, pues es como se muestra después de su Resurrección: todo Misericordia. “Rico en Misericordia”:
1° Con los apóstoles, al desearles repetidamente la paz. ¡El Shalom, debió sonarles a música celestial! No había reproche (por su huída en el Viernes Santo), sino los sentimientos y los buenos deseos del amigo y Maestro, que les tendía las manos, mientras ellos se iban llenando de alegría, de valor, de ganas de ser verdaderos apóstoles y testigos de su Resurrección.
2° Con todos los hombres y mujeres del mundo, al dar  a los apóstoles el poder de perdonar, instituyendo para siempre, el Sacramento del Perdón (Juan 20, 23, texto que debiéramos memorizar).
3° Con la Iglesia, comunidad de apóstoles y fieles, al enviarles el Espíritu Santo, “don de todo consuelo”.


Fue el Espíritu Santo, quien resucitó a Jesús (Rom 8,11), dejando una cruz y un sepulcro vacíos. Él lo devolvió a la vida para ser “el Señor”, pero también para ser, cara a nosotros, “el Señor de la Misericordia”, de modo que atraídos por su amor, no vivamos para nosotros sino para Él.

Fuente: P. Antonio Elduayen, CM
             Fragmento

Porque me has visto, Tomás, has creído.



Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros."
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado así también os envio yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros."
Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente."
Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!"
Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Evangelio: (Juan 20, vs 19-31)

Oración:
Oh Jesús extendido sobre la cruz,
te ruego concédeme la gracia
de cumplir fielmente con la santísima
voluntad de tu Padre en todas las cosas,
siempre  y en todo lugar.
Y cuando esta voluntad me parezca
pesada y difícil de cumplir,
es entonces que te ruego, Jesús,
que de tus heridas fluyan sobre mí
fuerza y fortaleza
y que mis labios repitan constantemente:
hágase  tu voluntad, Señor.
Oh Sangre y Agua que brotaste del
Santísimo Corazón de Jesús
como fuente de misericordia para nosotros
en Ti confío.
Amén.

Fuente: Lectio Divina Vicenciana